El programa de contenidos que ofrecía el festival Flamenco On Fire durante el fin de semana concentraba la apuesta más fuerte que este evento llevaba a cabo durante su celebración en 2025. Y si bien la jornada del sábado, el objetivo era mostrar al relevo generacional que ya es una realidad en el mundo de lo jondo — desde diferentes prismas— con María Terremoto, Lela Soto y Ángeles Toledano, el día de la clausura tenía un protagonista que se ha convertido en un embajador de esta cita: José Fernández Torres Tomatito (Almería, 1958), además de la propuesta flamenco urbana en la que Rocío Márquez (Huelva, 1985) se encuentra inmersa actualmente junto a Bronquio.

Por partida doble, el tocaor almeriense regresa a Flamenco On Fire como una de las grandes figuras de la duodécima edición del ciclo y, en la mañana del sábado, iniciaba su escala más especial en la gira de 2025. Por un lado, con el anticipo que ofrecía desde el balcón del Ayuntamiento de Pamplona. Acompañado por su hijo José del Tomate, Israél Suárez Piraña a la percusión y las voces de Kiki Cortiñas y Morenito de Íllora, interpretaba auténticos himnos del flamenco de los que él ha sido partícipe y protagonista.

De entre todos ellos, destacaba por encima de los demás La Leyenda del Tiempo que grabase en 1979 junto a José Monge Cruz Camarón (San Fernando, 1950 – Badalona, 1992), con el que el público estalló cuando sonaron los primeros acordes y todos los presentes evocaron al genio de La Isla. Otro de los momentos álgidos llegó con las famosas letras por tangos de Yo vivo enamorao y, por supuesto, con sus falsetas por bulerías más conocidas.
Y, por otro lado, con el concierto que ofrecía en el Auditorio Baluarte de Pamplona al día siguiente, donde junto a su equipo daba rienda suelta a su discografía. Entre rondeñas, alegrías, bulerías y rumbas se entrelazaban momentos de intimidad como la versión junto a su hijo de la composición Two Much Love Theme (Sonanta Suite, 2010) o, incluso dejando espacio para que su heredero musical brillase con luz propia, recordando la Danza Árabe inspirada en Agustín Castejón Campos Sabicas (Pamplona, 1912 – Nueva York, 1990), de su tío abuelo Miguel Vega de la Cruz Niño Miguel (Huelva, 1952 – 2013).

“Estamos encantados de estar aquí, es uno de los mejores festivales del mundo”, afirmaba el guitarrista, justo antes de poner el cierre evocando a Camarón de la Isla con la Nana del Caballo Grande, dejando un momento histórico e inolvidable para quien lo vivía en directo.
El relevo femenino pisa fuerte en lo jondo
La otra gran cita del fin de semana fue Reseteando, la propuesta que reunía en el escenario a tres voces jóvenes llamadas a marcar el futuro del cante flamenco: Ángeles Toledano (Villanueva de la Reina, 1995), Lela Soto (Madrid, 1992) y María Terremoto (Jerez, 1999).
Bajo un formato redux, en el que los duendes de lo jondo volvían a salir al rescate de los contratiempos inesperados, con casi una hora de retraso por mor de un problema técnico, daba inicio un espectáculo donde cada una de ella exponía sus últimos trabajos discográficos.

Con el público — que pacientemente y sin alborotos aguantó el tirón— ya en sus asientos, Toledano mostraba con Sangre Sucia (Universal Music, 2004) su reivindicación del género a través de un relato propio desde la raíz, entre tonás campesinas, soleares y bulerías con un sello personal, en las que las influencias electrónicas actuales marcaban el tempo y el camino.
En un plano más clásico, Lela Soto, heredera de la casa Sordera, junto a Rubén Martínez a la guitarra, Israel Suárez Piraña a la percusión daba rienda suelta a El fuego que llevo dentro, en el que mostraba su genética familiar de forma íntegra. Por un lado, en la pulcritud a la hora de afrontar las malagueñas, la soleá por bulerías y los tangos y, por otro lado, la vertiente más punk y creativa que le corre por las venas a la sobrina de Ray Heredia (Madrid, 1963 – 1991), que de forma emotiva nos devolvía a los escenarios a su tío con el tema Su Pelo.

Como una de las grandes referencias del flamenco femenino actual, María Terremoto remataba esta muestra de los caminos del cante hoy en día y, como si de un half time de la SuperBowl se tratase, recorría su disco Manifiesto (Universal Músic, 2025) a través de los romances A la muerte soñé, la soleá Soñé que la nieve ardía, un zorongo de composición propia, los verdiales Te llevaste mis tormentos y la rumba Miraíta, en clara conexión con el público, antes de que todas juntas ofrecieran un fin de fiesta por bulerías.

Como contraposición a Reseteando, la sala Zentral acogía a la jornada siguiente el proyecto Tercer Cielo de Rocío Márquez y Bronquio, un diálogo entre flamenco, música urbana y electrónica que conquistaba al público por su libertad creativa, en un viaje que va del conocido al desconocido, de la tradición a la creación. El resultado es un lenguaje propio que transciende compartimentos estancos de los géneros musicales para continuar ensanchando el flamenco del siglo XXI.

Flamenco en los balcones y homenaje en la Plaza del Castillo
Uno de los ciclos con más solera de Flamenco On Fire es el que se desarrolla en lugares emblemáticos de la ciudad, con acceso libre para el público hasta completarse los aforos. Y durante el fin de semana, además de la cita con Tomatito, desde el balcón del Ayuntamiento de Pamplona, los aficionados también tuvieron la ocasión de disfrutar de la voz de Fernando Segovia Canela (San Roque, 1985), quien junto a la guitarra de Alfredo Lagos (Jerez, 1971) interpretaba alegrías, soleá, bulerías y fandangos en la jornada dominical.

Desde el balcón del Hotel La Perla, el cantaor granadino Antonio Gómez El Turry (Granada, 1987) se lucía el sábado a la hora del ángelus por vidalitas con el acompañamiento del guitarrista jerezano Marcos de Silvia. Después vinieron las cantiñas y un recuerdo a su tierra con granaína y media granaína. Los tangos con giros de Enrique Morente pusieron en pie al público, que obligó a los artistas a volver para cerrar con fandangos. Al día siguiente, Jesús Castilla, ganador del Melón de Oro 2024, tomó el relevo con cantes de levante, alegrías, tangos y bulerías, proclamando: “Viva el flamenco y San Fermín”.

Guitarras al poder en Flamenco On Fire
Con un ojo en la tierra y otro en el cielo, debido a la inestabilidad meteorológica, el sábado se podía respirar tranquilo en el Civivox Condestable con David Cerreduela. El guitarrista madrileño llenó el Espacio Sabicas en un recital donde estuvo acompañado en algunos pasajes por Mario Montoya y adelantó temas de su próximo disco.

A la jornada siguiente, como clausura de ese espacio escénico, el jerezano Alfredo Lagos ofrecía lo mejor de su magisterio con un recital para enmarcar. Por malagueñas, abandolaos, granaínas y tarantos saludaba a compás de alzapúa clásica de prima y bordón, a un público que disfrutó sobremanera con los fandangos de Huelva y la Rondeña y Caña posterior, en la que dejaba constancia de que es un absoluto dominador del instrumento.
Magistral por seguiriyas "de mi tierra", pero acordándose también del maestro Sabicas, la libertad encontraba acomodo en el cinco por ocho endiablado del remate y, por bulerías, se despedía a lo grande con dos invitados de excepción que se subieron al escenario para "no dejarlo solo" y ponerle soniquete al encargado — a priori— de clausurar el Espacio Sabicas, si no llega a ser por la lluvia que imposibilitaba que José Canela pudiera hacer lo propio en el Palacio de Ezpeleta.
Cante, toque y baile con sabor a herencia
En el Espacio Pansequito, la joven cantaora chiclanera Esmeralda Rancapino, mostraba el sábado el talento natural que la ha llevado a los escenarios desde largo tiempo con el toque de Nono Reyes. Tras abrir por martinetes, alegrías, soleá — rítmicas—, tangos, bulerías y un bis por fandangos mostraron sus cartas credenciales.
En esa misma jornada, el día terminaba en el Tablao On Fire con el baile de Vero La India, acompañada por El Turry, Juan Ángel Tirado, Miguel Cheyenne y Marcos de Silvia. Con raíces en la escuela granadina y formación junto a la familia Maya y Manuel Liñán, la bailaora ofrecío sus conocimientos dancísticos por seguiriyas, tarantas y bulerías por soleá con una fuerza pasional y racial que puso broche de oro a la jornada.

El cantaor José Canela, quien tuvo que trasladar de espacio su recital en solitario por motivos meteorológicos, se acompañaba de Nono Reyes a la guitarra para recorrer el universo de las alegrías, tangos, soleá y siguiriya, estilos que forman parte del legado familiar iniciado por su padre y a los que implementó un tempo y un compás muy personal.
Como colofón, horas mas tardes, junto a su hermano Fernando se unía la familia de Alejandro Segovia Canela de San Roque para rendir homenaje al patriarca, que falleció en 2015 y que les dejó una herencia de cantes a sus hijos. En ese entorno más íntimo y cercano, con un Nono Reyes que se ganó a pulso el reconocimiento del público, se encontraron como en casa y demostraron ser dignos sucesores de su padre. Fernando y José invitaron para esta ocasión tan especial a Noelia Sabarea, bailaora algecireña que bailó por bulerías por soleá en la noche en la que Flamenco On Fire se despedía hasta el año que viene.




