Al escritor y periodista Fernando Sánchez Dragó, que fallecía este lunes a los 86 años de edad, se le conocía por sus excentricidades y sus polémicas relaciones.
Dentro de las curiosidades que están apareciendo en las últimas horas relacionadas con el personaje se encuentra el hecho de que tenía un féretro en el despacho de la casa que tenía en la localidad de Castilfrío de la Sierra (Soria).
En dicho ataúd, Sánchez Dragó se echaba la siesta para recordar la mortalidad de los humanos. Según su página web, este ataúd se lo compró al Ayuntamiento de Castilfrío para poder meditar. "La muerte me atrae, no me asusta. Creo que la vida sigue después de la muerte", apuntó.
También en su día sacó al mercado Homo Erectus, una famosa viagra que le ayudó a "hacer el amor más veces que cuando era un chaval sano de 30 años".
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