Désirée Ortega, compañera literaria, amiga y prologuista de Juan García Larrondo, fue la encargada de abrir el acto de presentación. Treinta años ha estado escribiendo el prólogo de esta obra –nos advirtió- porque treinta han sido los años de convivencia en los que ha visto nacer de la máquina de escribir cada uno de los textos recogidos en el libro. Incluso se conocieron en una situación teatral, en el patio de la Facultad de Filosofía y Letras de Cádiz cuando Juan representaba Los gemelos, de Plauto. A Désirée le tocó intervenir de forma improvisada, como víctima del público. Luego hablaron del montaje de la Orestíada. Y Juan se llevó una gran alegría: por fin encontraba a alguien que no le preguntaba si en la obra iban a repartir ostiones o erizos…

Diálogos, Fragmentos y otras Levanteras, editado por Ediciones El Boletín, con la colaboración de la SGAE, comienza con un estudio introductorio en forma de prospecto, escrito por Désirée con su posología, propiedades, incompatibilidades y efectos secundarios. El lector descubrirá diversas erupciones teatrales de carácter perverso y reverso de un autor que cultiva todas las artes. Juan García Larrondo escribe para salirse de los límites de la mesura, con ampulosidad y barroquismo. Una afección paquidérmica –dice Désirée-, una obra con rasgos de esquizofrenia y bipolaridad que oscila entre lo sublime y lo grotesco, con un lenguaje que se manifiesta a veces poético, a veces soez, pero que hunde siempre sus raíces en un amplio conocimiento de las literaturas clásicas y la tradición popular. Todo esto ha generado obras casi irrepresentables, obscenas… Aunque el autor siempre ha sido flexible a la hora de adaptarlas para poder llevarlas al escenario. Se recomienda este volumen para tratar diferentes afecciones, individuales o colectivas, como el mal de amores, la soledad, el insomnio o el aburrimiento. Especialmente apropiado para los que carezcan de textos para representar. No lo lean si son alérgicos a la literatura o carecen de mentes abiertas.

El libro constituye una interesante recopilación de la obra dramática escrita a lo largo de treinta años. Para la correcta posología –nos recuerda la prologuista– conviene conocer la estructura del contenido. El libro consta de tres partes. Diálogos, la primera, reúne piezas cortas, teatro que no es teatro, según el autor. Esa mezcla de tono culto y canalla se refleja en títulos como: Antes que nada, mi chocho. Fragmentos, la segunda parte, ofrece pequeñas dosis de sus obras teatrales, casi todas ya editadas, pero algunas de difícil localización. El libro posee códigos QR para que el lector interesado acceda a las obras completas. Y cada fragmento va acompañado de una ficha técnica. Encontramos obras como El último Dios, que recibió el Premio Internacional Teatro Romano de Mérida, Celeste Flora o Mariquita aparece ahogada en una cesta, que obtuvo el Premio Marqués de Bradomín. La última parte, otras levanteras, nos presenta algunas locuras transitorias, poemas de tono dramático y autobiográfico. Y para terminar una adenda, Lo que no está en los escritos o la sombra de lo que fui, contenidos online variados: fotografías, reseñas, bibliografía, guiones, último capítulo de la serie Arrayán… Las únicas contraindicaciones de la lectura de este volumen son: cefaleas por identificación, ganas de vomitar lo que uno lleva dentro, ganas de reñir, salidas de armario, ataques de risa, deseo sexual incontrolado y libertad extrema. Y si tras su lectura siente una necesidad de escribir o representar, contacte con su crítico, director o agente literario más cercano –advierte Désirée.

Juan García Larrondo, que reconoce el lado canalla de su escritura, es miembro de la Academia de las Artes Escénicas de España y de la Asociación de Autores de Teatro. Como escritor, sabe que el teatro es el hermano pobre de la literatura. Esa es la realidad. En el mundo de las letras, los dramaturgos carecen de la condición plena de literato. Incluso tienen asociación propia. Consciente de este arrinconamiento, la cruzada de Juan, causa noble y utopía prudente, se centra en reivindicar el valor literario del teatro. Porque el teatro también se lee y también se compra en las librerías –señala con pasión. El problema es que no estamos acostumbrados a leerlo. Desde las escuelas debería fomentarse su lectura. Casi nadie conoce a los guionistas o los autores de teatro… Además, este libro le ha servido para soltar lastre y comenzar de nuevo, tras treinta años de escritura y representaciones. Se trataba de rescatar de forma organizada textos escritos durante varias décadas que pueden ser muy útiles para aquellas compañías que buscan obras para representar. Ahora que está en auge la representación de pequeñas piezas, este volumen aporta textos ya puestos en escena, con indicaciones técnicas de gran valor para los directores y actores.

Para concluir, Désirée Ortega, Blanca Flores, Josefa Parra y el propio autor nos leyeron un fragmento de una de las obras teatrales, Noches de San Juan, Premio de Teatro Hermanos Machado, una obra con aire naif pero cargada de símbolos.

Sobre el autor:

juan carlos gonzalez

Juan Carlos González

Filósofo

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