El autor jerezano publica en Facebook un anuncio para desahacerse por unos 20.000 euros de una colección bibliográfica de más de 30 años. "Se ha unido necesidad económica y soltar lastre", reconoce.
Si las bibliotecas son el paraíso borgiano y un archivo de anhelos para Sontag, el poeta y escritor José Mateos ha entendido tras más de 30 años dedicado a la literatura que estas sirven para "aprender que hay 50 libros de los que no te debes desprender nunca y que el resto te sobra". El autor jerezano ha sorprendido a muchos de sus seguidores en la red social Facebook al anunciar en su muro que ponía a la venta los alrededor de 6.000 volúmenes que componen su biblioteca personal. "Vendo mi biblioteca, precio a convenir", rezaba parte de la publicación de Mateos. En apenas unas horas, un comprador madrileño, admirador del literato y que quiere conservar su biblioteca, se ha mostrado dispuesto a pagar unos 20.000 euros por una valiosa colección reunida durante más de tres décadas —Abelardo Linares, de Editorial Renacimiento, se mantiene a la espera por si falla el primer interesado—. "No quiero parecer un desahuciado pero se ha unido la necesidad económica con la necesidad de soltar lastre", explica el poeta a lavozdelsur.es.
La biblioteca de Mateos contiene primeras ediciones y obras completas de Galdós, Rubén Darío, Valle Inclán, Juan Ramón Jiménez, Baroja, los Machado, Azorín, Huidobro, Borges, Lorca, Alberti, Guillén, Octavio Paz, María Zambrano, Luis Rosales, Cela, Delibes, Laforet, Gil de Biedma, y un larguísimo etcétera. "Poesía, narrativa y filosofía, son las tres piezas fundamentales que estructuran la biblioteca; de poesía, por ejemplo, falta poca cosa", asegura. La primera edición de los Poemas póstumos de Gil de Biedma y otra primera edición de las obras completas de Machado en la edición de Ridruejo, son algunas de las joyas de las que ahora se desprende Mateos. También hay decenas de revistas culturales, especialmente literarias, como Poesía, Renacimiento, Fin de Siglo, Litoral...
"La labor de estos 30 años me ha servido para conservar la biblioteca de la que nunca me desprendería, con mis autores de cabecera y mis referencias", insiste. De El Quijote a Shakespeare, de Juan Ramón a Gaya. "No los he seleccionado por la edición, sino por aquellos volúmenes que se lean mejor y estén más limpios de notas. No ha habido apego al tipo de libro ni fetichismo. Suelto lastre, lujos, y me quedo con lo esencial", comenta, dejando claro que "duele un poco vender la biblioteca y te produce cierta tristeza, pero compensa". También puntualiza que podía haber hecho lotes y haber sacado más dinero, "porque hay primeras ediciones de mucho valor" pero "realmente prefería hacerlo así, ha sido rápido".
Hace unos meses, el escritor argentino Carlos Aletto también se deshacía de los siete mil libros de su bibilioteca. En este caso, exclusivamente con el objetivo de afrontar una crisis económica personal. "Me he mudado muchas veces y en cada una de ellas he regalado mis libros. Siempre he creído que mi vida debería pesar menos de 32 kilos, que es el equipaje que me traje del Perú a España. Todo lo demás es innecesario y te mantiene atado al pasado", declaraba el escritor Santiago Roncagliolo en un reportaje en El País sobre las bibliotecas personales de un puñado de autores. Si el paraíso es una biblioteca, que decía Borges, mejor llegar ligeros de equipaje al edén.
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