Nick Drake.
Nick Drake.
Si relatamos la historia de Nick Drake exponemos una historia de infortunio y calamidad, demasiado común en una oleada de compositores ingleses que nunca terminaron de adaptarse a la volatilidad de los nuevos géneros musicales, floreciendo por doquier en un escenario narcótico y juvenil. Nick, al igual que otros muchos, representaba la ecuanimidad del compositor y, en cierta manera, el conservadurismo inglés en un tiempo psicodélico. Nick supone la pausa, una aventura en la nimiedad musical y un profundo amor por la sonoridad y la melodía. Su temprana muerte a los 26 años dejó un profundo legado que, si bien no recibió merecido reconocimiento en vida, terminó por convertirse en una de las figuras más influyentes para los artistas venideros. Para comprender mejor su impronta en la música, centrémonos en aquellos que de alguna u otra forma han reconocido haberse sentido inspirados por las canciones de un joven Drake: Badly Drawn Boy, Robert Smith (de The Cure) o Peter Buck (de R.E.M.). Todos ellos flagrantes embajadores del postpunk y el pop de los 90. El hecho de que Nick pase de puntillas, casi desapercibido, durante la época dorada del rock y, sin embargo, se erija como figura de culto dos o tres generaciones posteriores a su muerte, no debe pasar desapercibido. Nick Drake fue un visionario, un revolucionario o simplemente un inadaptado. Tal vez, su obsesiva preocupación por la estética sonora en cada una de sus canciones (que en algunos momentos roza lo “Kitsch”) termino por encerrarle en una máxima de esfuerzo y eterna búsqueda de la buena melodía. Nadie le contó al chico que no era tiempos de perfección, sino de una creatividad tan apabullante que la cantidad y la calidad llegó a estar muy relacionada. Nick nació circunstancialmente en Rangún (Birmania) en el 48, aunque un par de años más tarde la familia se instaló en Warwickshire (Inglaterra). Alumno ejemplar, parece que fue valorado como alumnos con altas capacidades. El interés musical de su familia lo llevó a recibir cierta educación musical clásica. La vida de Drake cambió radicalmente cuando el joven entra en la universidad para estudiar literatura inglesa en Cambridge. Allí consigue una beca para estudiar en Francia, periodo en el que se le conocen algunos viajes a Marruecos. Allí comienza a tener sus primeras incursiones en las drogas, a interesarse por la psicodelia y la filosofía hippie. Todo ello y una prometedora carrera como compositor, le llevó a dejar la universidad e intentar labrarse un futuro en la industria. Su álbum debut Five Leaves Left fue un cúmulo de infortunios y tensiones entre los productores, músicos y el propio artista. La obsesiva perfección de Drake en los arreglos o la afinación hicieron que el trabajo se volviera farragoso. El resultado fue en disco mediocre con una postproducción de espanto y que, para colmo, nada era acorde con los tiempos debido a la insistencia de Nick de no incluir pistas de bajo o batería durante las grabaciones. El fracaso en ventas estaba asegurado al propio lanzamiento del LP y sólo algunas revistas especializadas hicieron mención a su publicación. Aun así, la bonita “Way to Blue” o “Day is Done” se consideran como algunas de sus mejores composiciones.

Debido al fracaso de su primer disco, Drake decide probar fortuna con un segundo disco, Bryter Layter, esta vez con mayores aspiraciones comerciales pero insuficientes para un mundo exigente de estridencias y extravagancias. Claramente desmejorado, Drake comenzó a utilizar drogas duras de forma frecuente generándole un cuadro de depresión que afecto a la grabación y a las promociones típicas en la vida del artista. El disco explora el sonido pop pero desde una óptica extranjera. Convive la percusión y los arreglos de cuerda y viento al más puro estilo jazz. No alcanza la frescura ni la jovialidad del género, pero le otorga una complejidad al sonido pocas veces vista y supone la antesala a su obra cumbre Pink Moon. En cuanto a ventas fue otro fracaso comercial. Durante la promoción de Bryter Layter, Drake comenzó a presentar los primeros síntomas de psicosis, alejado de su familia y amigos, su consumo de drogas no hacía más que crecer exponencialmente. Aunque su productora Island Records no quería saber más de cualquier otra publicación del joven Drake, éste decidió grabar en el estudio el que sería su último disco con la ayuda de tan sólo un ingeniero de sonido.  El resultado es el ya citado Pink Moon, un disco excepcional de corta duración (algo más de media hora). Un álbum bien estructurado que parece hablarnos con timidez desde una de las declaraciones más sombrías del rock. “Place to place”, “Road” o “Pink Moon” son unas de las canciones con más verdad de la década de los 70. Se olvidan los personajes, los artificios, las estridencias para atestiguar la canción psicodélica de un joven con su guitarra acústica.

Poco después Nick moriría, ya fuera por accidente o suicidio. Drake supuso la melancolía de la simplicidad en un mundo pasajero. Donde la percepción parecía abrirse en la confusión y el hedonismo veinteañero y las canciones de usar y tirar estaban a la última.

Sobre el autor:

Carlos Domínguez Rico

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