#CarteleraSur La reseña de 'Loving' o 'El matrimonio Loving'.

Loving (Estados Unidos, 2016) (123 min.). Director: Jeff Nichols. Guión: Jeff Nichols. Música: David Wingo. Fotografía: Adam Stone. Reparto: Joel Edgerton, Ruth Negga, Michel Shannon, Marton Csokas, Nickk Kroll, Jon Bass…

Jeff Nichols (1978) es un joven director y guionista que, con cuatro o cinco películas, ha ganado gran reconocimiento en el entorno del cine independiente norteamericano (Sundance) y en certámenes europeos (Cannes), como poseedor de un lenguaje clásico que evita la comercialidad y autocomplacencia de Hollywood y las exigencias del star system.

Su última película estrenada en España, Mud (2012), nos presentaba a unos personajes que desde el “profundo sur” se desprendían abruptamente de su infancia para descubrir una vida adulta a la intemperie, expuesta por partes iguales a la soledad y la camaradería, a la ternura y a la violencia, a la alegría de vivir y a la desolación.

Loving es otra historia de personajes vulnerables a los que la sociedad parece empeñada en golpear. Está basado en la historia real de Richard y Mildred Loving, una pareja multirracial a finales de los años cincuenta en el estado de Virginia, que todavía entonces castigaba con prisión los matrimonios entre personas de diferentes razas. Su batalla contra las leyes segregacionistas fue un escalón mas, aunque discreto, en la lucha por los derechos civiles de la comunidad afroamericana.

Desde la abolición de la esclavitud en 1863 hasta la elección del primer presidente negro de la nación en 2008, los hitos del movimiento por la justicia racial han sido muchos y a menudo estremecedores. Sin embargo, Jeff Nichols huye del tono épico, altisonante, y entra de puntillas en las vidas anónimas y humildes de Richard y Mildred para recordarnos ahora, 60 años después, que la igualdad que proclama su constitución se ve negada en la realidad cotidiana de algunos ciudadanos, que todavía, como antes, deben soportar denigrantes condiciones de discriminación y falta de oportunidades.

Predomina en toda la película un tono desdramatizado, desprovisto de subrayados, en el que la elegancia de las imágenes y su ritmo anticlimático muestran sin impactos visuales ni verbales el abuso que unas leyes injustas pueden provocar sobre personas vulnerables.

Jeff Nichols ha escrito un guión adusto, donde no sobra ninguna palabra y lo ha entretejido con unas imágenes silenciosas que acarician con ternura los rostros de los personajes, los dejan respirar y mostrarnos su impotencia y sus sentimientos sin retórica. En la misma línea la música de David Wingo renuncia a cualquier protagonismo y apoya discretamente las imágenes.

La sinceridad de la propuesta formal hace de Loving casi un docudrama: si hubiera un villano serían los representantes de las instituciones del Estado, pero Nichols se cuida de que estos no caigan en lo gestual, en el estereotipo racista. Jueces y autoridades exponen sus atrabiliarias justificaciones del miedo al otro, a la contaminación de la sangre, y Richard y Mildred, sin los recursos de una educación académica, se limitan a contestar con el argumento de su amor.

El estupendo trabajo de los dos actores principales, Joel Edgerton y Ruth Negga, es fundamental para dar credibilidad y emoción a sus personajes. Son los encargados de elevar el dramatismo de una historia que avanza sin momentos climáticos.

En la década de los sesenta West Side Story (Robert Wise, 1961), Adivina quién viene esta noche (Stanley Kramer, 1967) o aquí mismo Los Tarantos (Rovira-Beleta, 1963) pusieron de moda las historias de amor interracial acosado por las convenciones y los prejuicios. Estas y otras películas abordaron el tema desde perspectivas diferentes, desde lo trágico hasta la comedia de costumbres. La historia de Richard y Mildred Loving puede recordar a otras historias de aquel tiempo pero lo que la hace tan emotiva es su honestidad, próxima a lo documental y, por otro lado, su carácter universal.

En definitiva los amantes sólo quieren construir su refugio frente a los demás, su casa-concha que los proteja no solo de los elementos, también de la mirada de los demás. ¿No es ese el significado de los tabiques siempre a medio construir que Richard va subiendo poco a poco en mitad del prado, y que constituirán su futuro hogar? 

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Claudia González Romero

Periodista.

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