La primera folclórica moderna, la cupletera underground, el carisma con gafas de sol y peineta. Antes del hipsterismo y la fiebre vintage posmoderna, ya existía esta mujer a la vanguardia de todo. Pasa de los 60, lleva más de 30 en la música y sigue siendo aquella "maruja insumisa", como la calificara Diego A. Manrique, y esa voz inquieta y juguetona que nos transporta de aquí a allá, en una interminable ida y vuelta musical que te coloca en el Caribe o en el rellano de un piso en un bloque de una barriada obrera de la Baja Andalucía.
Por ella, por su música y por su voz es como si no pasara el tiempo. O como si pasara, pero siempre para mejor. Maribel Quiñones, Martirio, ese icono de la música española en las últimas décadas, ha sido la responsable de cerrar este pasado domingo noche, junto a la impagable guitarra de Raúl Rodríguez, la segunda edición del festival Intramuros Jerez. Lo ha hecho con una gran respuesta de público, que la ha jaleado y aplaudido hasta por bulerías.
Ha regalado la artista onubense, Premio Nacional de las Músicas Actuales en 2016, un puñado de las canciones que pululan por su carrera, arrancando sonrisas con su verborrea infatigable y escarbando en los sentimientos con algunas de sus coplas revisadas en tiempo de jazz. Como una declaración de intenciones, Yo vengo a ofrecer mi corazón ha significado el punto de partida de un periplo musical vibrante y repleto de emoción, solo respaldado por la versátil guitarra de un musicazo como Raúl Rodríguez, capaz de perseguir y conectar con lo que en cada momento demanda Martirio. Como si el cordón umbilical entre madre e hijo se reconstruyera mágicamente cuando se suben juntos a un escenario. Torre de arena, Noches de boda, María la portuguesa, Quisiera amarte menos, su descacharrante versión spangilish de La bien pagá, Ojos verdes y, por supuesto, Estoy mala y Las sevillanas de los bloques, han sido algunas de las composiciones y versiones que ha interpretado durante casi hora y media de directo en la plaza del Mercado.
Antes de finalizar la segunda edición del certamen con el sonido de The Wall, y un acto simbólico derribando el imaginario muro que aísla e impide la recuperación del centro histórico jerezano, el festival ha celebrado el concierto de El domador de medusas, Tania Zolty y Alaia, y la representación, en la sala Julián Cuadra del Museo Arqueológico, de La mar de lejos, el nuevo espectáculo de la compañía Tras el Trapo, dirigido por Gaspar de La Zaranda, así como diversos talleres, el espectáculo infantil El carromato de los sueños, y una degustación gastronómica a mediodía con la que se han atrevido quienes han decidido desafiar al fuerte calor del fin de semana. Altas temperaturas, en todo caso, que no han impedido vibrar y vivir. tres días en los que el intramuros jerezano ha vuelto a estar más vivo que nunca.


