La curiosa anécdota de Los Delinqüentes tras su primer concierto en Madrid hace 25 años

Una actuación callejera en El Retiro dio lugar a una llamativa historia en los principios de la banda jerezana

Imagen de hace 25 años de Los Delinqüentes en el madrileño parque de El Retiro.  FOTO: SANTIAGO SECADES
Imagen de hace 25 años de Los Delinqüentes en el madrileño parque de El Retiro. FOTO: SANTIAGO SECADES
20 de octubre de 2025 a las 09:45h

Este pasado 19 de octubre se cumplieron 25 años del primer concierto en Madrid de Los Delinqüentes, una fecha que marcó el inicio de la trayectoria madrileña de la banda jerezana. Aquel debut tuvo lugar en El Rincón del Arte Nuevo, un pequeño local de referencia para músicos emergentes. Tras aquella actuación, el grupo decidió al día siguiente salir a tocar al aire libre, sin saber que esa improvisación les llevaría a vivir uno de los momentos más peculiares de sus comienzos.

En el parque del Retiro, los músicos se toparon con el productor audiovisual Santiago Secades, quien los retrató por primera vez. Años más tarde, Secades recogería aquella experiencia en su libro 10 años de Filosofía Garrapatera, una obra que documenta la esencia del grupo y el espíritu libre que caracterizó sus inicios.

Una anécdota que acabó en concierto

El propio Santiago Secades recordaba en su libro cómo se acercó a los jóvenes músicos al terminar el concierto en el pequeño local madrileño. “Terminado el concierto, Los Delinqüentes se dirigieron a la barra. Entonces decidí acercarme para darles mi felicitación y preguntarles dónde podía volver a verles. Con el primero que hablé fue con Diego Pozo. No me contuve demasiado a la hora de explicarle lo brutal que me había parecido su actuación. Querían tocar en la calle al día siguiente, pero no sabían dónde podían hacerlo. El parque del Retiro me pareció entonces la mejor opción”, relataba.

El encuentro improvisado acabó convirtiéndose en una sesión espontánea de música callejera. “Para no perder la oportunidad de volver a verles, les ofrecí hacerles fotos. Ni cortos ni perezosos, a la luz del Lorenzo, desenfundaron sus guitarras y Teto su cajón, colocaron en el suelo una de las fundas para que les echaran algunas monedas, se colocaron en un banco y empezaron a tocar. Yo saqué mi antigua cámara réflex analógica de mi bolsa y comenzó el espectáculo”, narró el productor.

Pero la casualidad aún tenía reservado un giro inesperado. “La gente iba pasando, muchos miraban con estupor, otros soltaban algunas monedillas. Acertó a pasar por allí un señorito andaluz de Jerez, de esos con bigote señorial con los que ellos no tienen nada que ver, y se detuvo interesado en escuchar a sus paisanos. Se acercó y les soltó un billete de 5.000 pesetas (cinco talegos en aquellos tiempos era una suma generosa) y les contrató para dar un bolo en una fiesta que tendría lugar a la semana siguiente en su residencia de Somosaguas en Madrid. Los Delinqüentes, sorprendidos, aceptaron gustosamente. Nos despedimos y quedamos en vernos para enseñarles las fotos cuando volvieran a Madrid para la actuación”, detallaba Secades.

Aquel episodio, que comenzó como una tocada callejera sin pretensiones, terminó siendo el primer paso hacia la expansión madrileña de Los Delinqüentes. Veinticinco años después, la anécdota sigue viva entre los seguidores de la banda, símbolo de una época en la que la espontaneidad y el arte libre marcaban el camino de los jóvenes garrapateros de Jerez.

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Rubén Guerrero.

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