Es padre, feminista, trabajador social, antropólogo, conferenciante, escritor..., y todo lo que sea necesario "para cambiar el mundo". "De eso se trata, ¿no?", sonríe. Durante la entrevista, Ritxar Bacete (Vitoria, 1973) comparte que luego tiene dos citas pendientes. Primero ha quedado con un joven jerezano —al que no le pone ni cara— en la plaza de la Yerba para tomar unos jereces y hablar, entre otras cosas, sobre nuevas masculinidades. Y luego tiene previsto pasarse por una mítica cervecería de la ciudad para escribir una breve dedicatoria a un hombre que ni siquiera conoce. "Se trata de una amiga mía que le va a regalar mi libro a su exmarido. Al parecer es algo que están haciendo muchas mujeres", ríe.

Su ópera prima, Nuevos hombres buenos, más allá de ser todo un éxito, está creando un efecto en red que va en la línea de lo que busca fomentar con su libro: los cuidados. Personas que desean que un hijo, un padre o una expareja se liberen a través de las letras de Ritxar Bacete, están regalando un manual que enseña la masculinidad en la era del feminismo. "Me están pasando cosas que yo no esperaba, como chicos que vienen a las firmas con tres libros. Este para mí, uno para mi mejor amigo y otro para mi hermano, me dijo uno. Ostras, es un acto de amor de la hostia. Es como reconocer la vulnerabilidad y decir, oye, que todos somos alcohólicos, vamos a hacer una reunión de alcohólicos anónimos para quitarnos de beber", relata.

"Cuando yo planteo cuál debe ser la masculinidad en un contexto feminista, es una dirección, no un destino"

Bacete lleva 20 años estudiando y trabajando sobre los discursos de género, y diez poniendo en marcha un programa de hombres para la igualdad en el Instituto de la Mujer del País Vasco; como una vez hizo en 1999 el pionero (y su "padrino") José Ángel Lozoya en el municipio jerezano. "Jerez no solo ha exportado arte y vino, es exportador de muchas otras cosas", incide. Y es que reconoce que su libro "tiene mucho de Jerez". Con solo ver la portada uno se puede dar cuenta de ello, donde aparece la estatua griega de El Discóbolo de Mirón vestido con un delantal rojo de lunares blancos. "Tenía claro que tenía que llevar delantal, porque en el feminismo los hombres no es tanto lo que decimos, sino lo que hacemos", algo que Ritxar Bacete tiene presente desde que era un crío.

Narra que cuando era pequeño le echaron de catequesis por crítico, por haber cuestionado al cura el papel de las monjas de clausura: "¿Cómo ayudan si no salen?", preguntó en voz alta. También recuerda —como momento clave en su vida— que con 11 años, su cuadrilla le rompió unas esculturas de barro que él mismo hizo durante un taller sociocultural en Vitoria porque consideraron que "era de maricones". Aquella muestra de poder patriarcal hizo que el pequeño Ritxar rompiera otra cosa: su amistad con la cuadrilla. "Paso de vosotros, iros a la mierda", les espetó, sabiendo que al pronunciar esas palabras se iba a quedar solo. Ahora, 33 años después, tiene presente que se trataba de "la escuela de la violencia". En su obra expone que el patriarcado envuelve a los niños en la violencia y en la represión de emociones. "Normalmente el que es más violento, el que arriesga más, es el que obtiene un reconocimiento y un papel de liderazgo, es una forma de obtener réditos patriarcales. Y si dejas de hacerlo, te quedas fuera —como a él mismo le ocurrió—".

"Cuando tú estás conectado con los cuidados, estás entrenado para la empatía y para la compasión"

"Tengo grabado a fuego a la cuadrilla con un perro y al día siguiente, de repente, decidieran ahorcarlo. Imagínate qué impresión puede causar en la identidad de un niño que se está fraguando, vivir expresiones de tanta crueldad", comparte el escritor. Durante su juventud, practicó fútbol y atletismo, pero fue este último el que le abrió una salida a su yo más humano. Inquieto, también se apuntaba a todos los talleres curiosos que veía: cocina, fotografía... "Y en ellos, todo eran chicas". Fue entonces cuando empezó a descubrir que se sentía más cómodo en espacios de mujeres que en los de chicos. "Y es algo que me sigue pasando todavía, a no ser que sean espacios de chicos liberados donde puedas hablar de lo que te apetezca y puedas conectar con los tíos. En el momento en que hay espacios que son expresivos, yo me siento cómodo. Pero los que son meramente utilitarias y de temática impuesta, no", expresa.

Para Bacete un hombre bueno, como el título de su libro indica, es fundamentalmente uno "no violento, que se cuestiona sus privilegios, que trata de enmendarlos con los errores que haya podido cometer, que conecta con la ternura, que es capaz de expresar sus emociones y que es capaz de asumir públicamente su vulnerabilidad". Sin embargo, como dijo Simone de Beauvoir: "Una mujer no nace, se hace"; con el hombre ocurre lo mismo. Del mismo modo en que el hombre nace en una sociedad patriarcal con imposiciones de roles, tiene una larga tarea de deconstrucción para despegarse de los hábitos que le llevan a perpetuar las desigualdades de género para convertirse en un "hombre bueno".

"Pero claro, esto no es: venga, me voy a sentar en la silla de los tíos buenos. No. Es un proceso. Como la metáfora de la utopía que planteaba Galeano. Un campesino le pregunta a otro: ¿Esto de la utopía qué es? Pues mira, es como esa línea del horizonte, que cuando te acercas a ella das un paso, y esa línea del horizonte se aleja un paso más, y le contesta: ¿Entonces para qué sirve la utopía?, le vuelve a preguntar. Para caminar, le responde. Cuando yo planteo cuál debe ser la masculinidad en un contexto feminista, es una dirección, un camino, no un destino".

Si bien con su libro plantea nuevas masculinidades donde los hombres pueden verse reflejados, fundamentalmente busca promover la inclusión del hombre en el cuidado. "En mi vida, para tener una existencia plena necesito transitar por lo que significa cuidarme, cuidarte a ti, cuidar a mis amigos, cuidar el mundo. En la medida en que hay modelos más tóxicos de masculinidad y hay políticos con más poder que son machistas, eso tiene una consecuencia en gastos de sanidad, educación, políticas medioambientales...", explica y continúa: "Y cuando tú estás conectado con los cuidados, estás entrenado para la empatía y para la compasión. La masculinidad es la desafección, la desconexión de lo humano. Eso nos ha hecho profundamente inhumanos, y eso es lo único que necesitas para ejercer la violencia".

Entiende que los hombres deben aprender de los logros del feminismo y entender la lucha feminista como una "ventana desde donde puedo oxigenarme", porque "el feminismo no es mi enemigo, sino el que me acompaña". "Cuánto ganaríamos los hombres si de verdad escucháramos a las mujeres", dice el autor de Nuevos hombres buenos. Para él las mujeres son seres muchos más completos desde la última ola feminista, ya que pueden mantener la parte expresiva y de cuidados, al mismo tiempo que estar en el ámbito público de trabajo.

"Esa gran transformación que os ha hecho mucho más humana que nosotros, no se ha dado en los chicos. Y no es que los hombres quieran pasar al ámbito de los cuidados y expresión, es que debe ser así". Bacete argumenta la deshumanización del hombre por pura necesidad del sistema patriarcal: "Si tú cuidas, conectas y empatizas, te conmueve lo que le pase al resto de las personas. Y eso no es patriarcal. Tú no puedes tener un sistema de dominación basado en la violencia como último recurso si realmente eres capaz de sentir lo que sienten tus supuestos enemigos".

"No es que los hombres tiernos, pacíficos y cuidadores sean nuevos. Lo que es nuevo es que construyamos otra masculinidad hegemónica"

"Lo que yo planteo no es que los hombres tiernos, pacíficos y cuidadores sean nuevos. Lo que es nuevo es que construyamos otra masculinidad hegemónica. Es decir, yo quiero que mi hijo tenga como referente de qué es ser hombre algo totalmente distinto a lo que yo escuché durante mi infancia: un hombre que llora, que cuida, que no agrede, un padre presente", defiende. "Este libro sirve para que los hombres respiren y luego caminen", añade. Y es que libros como la ópera prima de Bacete son necesarios para la sociedad, porque como dijo Lozoya: "No hay igualdad real sin el cambio de los hombres".

Finalmente, Ritxar Bacete adelanta que su siguiente proyecto se titulará Nuevos niños nuevos: "Es la idea de que nosotros podemos estar más o menos estropeados, pero tenemos unas nuevas generaciones de las que depende el futuro y, o empezamos a cambiar los modelos de referencia, o lo vamos a llevar bastante crudo". Confiesa que, como todo ser humano, está lleno de contradicciones, pero que en el futuro le gustaría ser "un buen hombre y un buen padre", y sobre todo, ser feliz. "Porque si lo que hacemos no sirve para ser felices… y creo que el feminismo sirve para la buena vida", finaliza.

Sobre el autor:

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Claudia González Romero

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