"En el rugby ves venir de cara a todo el mundo; en el periodismo te la pueden meter por la espalda"

El periodista Fermín de la Calle presenta en la Fundación Caballero Bonald su libro 'Con fina desobediencia', en el que repasa la historia del rugby para expertos de este deporte y también para novatos

Fermín de la Calle, con su libro 'Con fina desobediencia', en la Fundación Caballero Bonald. FOTO: MANU GARCÍA
Fermín de la Calle, con su libro 'Con fina desobediencia', en la Fundación Caballero Bonald. FOTO: MANU GARCÍA

Fermín de la Calle (Jerez, 1973) se define, sobre todo, como periodista y no como escritor, aunque ya tenga dos libros en su haber. El primero, de 2017, un ensayo llamado All Blacks. La leyenda del mejor equipo de la historia (editorial Random House) y un segundo, más reciente, Con fina desobediencia (Libros del KO, 2019), sobre el mismo deporte. El título se lo debe a la frase que se le atribuye al responsable del nacimiento del juego, William Webb Ellis, quien en 1823, supuestamente, “con fina desobediencia de las reglas del fútbol, cogió la pelota con las manos…”.

El periodista jerezano lleva más de 20 años escribiendo sobre rubgy, concretamente desde que Alfredo Relaño —entonces director del diario As— le diera la oportunidad. De la Calle conoció este deporte avanzada su adolescencia. De pequeño practicó fútbol sala, voleibol, waterpolo o baloncesto, “en Jerez no había rugby, solo en El Puerto”, recuerda. Entonces, veía todo tipo de deporte en Estadio 2, un programa de La 2 de TVE que le encantaba, además de Cerca de la estrellas, el espacio sobre la NBA que presentaba Ramón Trecet.

El padre de Fermín vivió tres años en Reino Unido y volvió con “un poco” de cultura deportiva británica. Por eso veía partidos del Cinco Naciones —por aquel entonces—. “Era algo que me llamaba la atención”, dice De la Calle, estudiante de La Salle-Buen Pastor en Jerez durante toda su etapa escolar pre-universitaria, donde dio rienda suelta a su pasión por el deporte.

“Un verano me fui a Dublín, jugué al rugby, me partí el fémur por arriba y por abajo, y me quedé en silla de rueda durante dos años”, cuenta Fermín, quien en ese momento se enganchó al deporte, “pero periodísticamente”. “En esa etapa escribí y leí mucho”, explica, lo que le valió para abrirse un hueco escribiendo de rugby en el As, y posteriormente en medios como Jot Down, Esquire, El Confidencial, Voz Pópuli, Revista 22 o Eurosport —en éste último continúa—.

Me apetecía mucho vivir lo que es un vestuario de rugby, jugar en un campo, incluso periodísticamente me parecía que tenía la obligación de experimentar lo que quería contar"

La Fundación Caballero Bonald, lugar elegido para la presentación de Con fina desobediencia en Jerez, casi se llena para escuchar a De la Calle, quien está acompañado por David Gallardo, locutor de Canal Sur Radio, el humorista Luis Lara y por Pablo Vallejo, director de la Escuela de Rugby Marianistas. “Mis amigos”, como los define, teloneros de un acto “que no tiene ninguna pomposidad” y que pretende acercar el rugby a todos los públicos. Es uno de los objetivos de su libro.

¿Cuánta culpa tiene su familia de su afición por el deporte?

Mi padre siempre nos la ha inculcado mucho. Mi hermano es menos deportista, pero a mí siempre me ha gustado y he hecho todo lo que he podido. Luego, nosotros hemos navegado mucho porque en vez de tener un apartamento en la playa, como todo el mundo, a mi padre le gustaba la vela y compró un barco de vela. Los fines de semana los pasábamos en el barco. Yo me mareaba y las pasaba canutas, ni con Biodramina ni nada, me ponía malísimo. Y en el colegio el deporte tenía mucho peso. Eso también me despertó un poco la curiosidad por hacer otra cosa que no fuera fútbol. Luego cuando he ido a cubrir los Juegos Olímpicos, ya te enamoras de otras disciplinas.

¿Cuándo se aficionó al rugby?

Cuando me fui a Madrid a trabajar surgió la posibilidad de jugar. Tras un viaje a Escocia para ver a los All Blacks, jugamos contra un equipo y a la vuelta hubo quien me preguntó por qué no jugaba yo también. Me enganché y jugué lo que no había jugado de joven. Y sigo jugando.

¿Por qué le dio tan fuerte?

Me apetecía mucho vivir lo que es un vestuario de rugby, jugar en un campo, incluso periodísticamente me parecía que tenía la obligación de experimentar lo que quería contar. Si iba a hablar de lo que pasaba dentro de un campo de rugby estaba, entre comillas, obligado a sentirlo en primera persona.

Fermín de la Calle, en un momento de la entrevista con lavozdelsur.es. FOTO: MANU GARCÍA

¿Eso le ha ayudado a narrarlo?

Sí. De hecho, hay una parte del libro que es un relato de un partido contado en primera persona: desde que llegas al vestuario, te vendas y te dan la charla el entrenador y el árbitro... Me ha servido para mucho. Te da mucha sensibilidad de cara a contarlo. Llevo siete años jugando al rugby, tengo 46, siempre lo voy a dejar y no lo dejo nunca. Sigo jugando con gente de 20 años. Y me lo paso como un enano.

¿Escribe el libro para desahogarse?

No, lo escribo porque en casa tengo bibliografía inglesa y francesa de rugby, pero no la hay española, y me surgió la posibilidad a través de Libros del KO. Me llamaron y me lo propusieron hace tres años. Les dije que si me dejaban hasta 2019, que es el año del Mundial, podía contar la historia del rugby con pequeñas historias. La intención era que, además de para los expertos, sea fácil de leer para gente nueva. Mucha clave del éxito del libro es que me colocaron a un editor que no tenía ni idea de rugby y me ha obligado a hacerlo para que él lo entendiera.

También es importante que le dejaran tiempo…

Es una editorial bastante peculiar, especializada en periodismo, y cuidan mucho que los textos estén bien escritos, no quieren cocina rápida. Ahora está empezando a crecer la literatura deportiva en España, pero la de fútbol es un desastre. De cada diez libros hay cinco que se escriben en un mes, y en un mes no te da tiempo a escribir un libro. Luego te lo lees y estás leyendo Wikipedia, no hay literatura, es información pura y dura, encorsetada.

El libro quiere evocar la memoria de la gente que ha jugado al rugby y acercar al juego a quien no lo ha hecho"

¿Qué le gustaría que pensase quien lea su libro?

Hay una cosa que me gustó mucho el otro día y es que un padre que jugaba lo leyó y se lo dio al hijo, que estaba empezando a jugar, y también se lo ha leído. Me gustó mucho lo que simboliza, porque al padre, que es un clásico del rugby, le gustó, y al chico que empezaba también le gustó y lo entendió. El libro quiere evocar la memoria de la gente que ha jugado y acercar al juego a quien no lo ha hecho.

¿Qué enseñanza del rugby aplica en su vida?

Me ha salvado de muchas situaciones complicadas. Mis hijos viven en Jerez y yo en Madrid, voy y vengo pero no los tengo en el día a día. Tuvimos por desgracia la muerte de mi hermano con 30 años, de un día para otro, y me he refugiado mucho en el rugby como válvula de escape. Me ha enseñado que en la vida si te caes te tienes que levantar. El éxito es bastante casual, lo normal no es ganar siempre y la forma en la que aprendes a perder es el primer paso para ganar el siguiente partido. Luego, relativizas mucho el fracaso. Es un deporte en el que todo el mundo tiene sitio, da igual que seas gordo, alto, pequeño, lento, rápido, porque en todo el campo hay una posición para ti. También te enseña a trabajar en equipo, que para la vida te sirve bastante, y en el periodismo más todavía, porque es jodido. Cada uno va a lo suyo.

¿Le sirve el rugby como terapia para descargar agresividad?

Mucho. Te desenchufa. El periodismo es muy estresante porque te despiertas con la incertidumbre de que hoy no vas a hacer lo mismo que ayer y no sabes qué vas a tener que resolver. Cada día vas afrontando desafíos diferentes. Eso te genera, aunque no lo sientas, cierto estrés emocional, y el rugby me ha servido de mucho, sobre todo entrenar. Esa rutina de desenchufar dos horas y ponérselo complicado a gente más joven, me encanta. Tengo en cierto modo la obligación de complicarle mucho las cosas a los jóvenes. En rugby se nota mucho si eres un tío experimentado en el campo. Te ahorras determinadas cosas, no gastas energía yendo a un sitio y vas al siguiente, ves la posición, entras en el momento, eres más duro en el contacto, y eso te vale para la vida.

De la Calle, en un momento de la entrevista. FOTO: MANU GARCÍA

¿Habría estudiado periodismo si no se llega a romper el fémur?

Sí. Igual le dediqué más tiempo entonces, porque pasaba mucho delante de la tele y leyendo, pero iba a ser periodista y deportivo, probablemente. He hecho periodismo social, reportajes, entrevistas… pero siempre me ha tirado mucho el deporte y creo que hubiera acabado ahí igualmente.

Si tuviera que renunciar a algo: ¿al rugby o al periodismo?

Ahora mismo te diría que al periodismo, por cómo está. Me costaría menos renunciar al periodismo porque el que se hace ahora no merece la pena. De hecho, es muy complicado reivindicar el rol fiscal que ha tenido siempre el periodismo. Ahora es a favor de corriente. Los periódicos miran mucho quién les subvenciona con publicidad y patrocinios, y es muy complicado. Es complicado que todos los días que escribas te llame tu director y te diga que le han dicho no sé qué… acabas cansándote. De hecho, a mí me han cerrado secciones, en Voz Pópuli la cerró Florentino, en El Confidencial he escrito mucho del Real Madrid y ya no escribo. Al final la gente no quiere complicarse la vida, ni los medios tampoco. Van todos de independientes y es mentira. Cada vez hay menos periodismo independiente, y menos si está asociado a una estructura que hay que mantener, y para financiar eso al final dependes de inversores, patrocinadores, publicidad… y no puedes tirarte piedras en tu propio tejado.

En el periodismo triunfa el trepa y cada vez los trepas son más mediocres. Y aparte, triunfa el talentoso, a no ser que sea un kamikaze"

¿Es más libre un periodista cuando es freelance?

Sí, pero eliges el camino más largo. Yo he visto a gente que no era ni mejor trabajando, ni más talentosa, ni tenía mejores contactos, pero estaba cómodamente situada. Yo era consciente de que podía haber llegado a ese sitio, pero no quise coger ese camino. He sido honesto conmigo mismo, aunque me ha costado fines de mes bastante complicados, algún disgusto con Hacienda… Y muchas veces me han dicho: Hay que tener la cabeza más fría. Yo creo que no, lo que hay es que ser periodista. He elegido el camino más largo pero me voy a dormir todos los días sintiéndome periodista. Y tengo muchos amigos que son muy buenos periodistas que me invitan a seguir siéndolo, como Nacho Carretero, Arturo Lezcano, Carlos E. Cué… gente que está en el lado incómodo del periodismo. Y es un deber que tenemos. Para mí el periodismo amable no es periodismo, es comunicación. Y para eso están los gabinetes de comunicación.

Por lo general, ¿asciende el mediocre?

(Piensa). Triunfa el trepa. Y cada vez los trepas son más mediocres. Y aparte, triunfa el talentoso. Quien tiene mucho talento acaba triunfando, a no ser que sea un kamikaze. Hay un punto en el que no tienes que volverte loco y ser un suicida, pero si tienes mucho talento, triunfas.

El periodista Fermín de la Calle, conversando con lavozdelsur.es. FOTO: MANU GARCÍA

¿Dónde hay más codazos: en un campo de rugby o en una redacción?

En una redacción. En un partido de rugby sabes perfectamente quién te los da, todo el mundo va de frente porque cada uno tiene un rol. Hay un dicho en el rugby: hago solo mi trabajo pero todo mi trabajo. Sabes con quien te juegas las habichuelas siempre y ves venir de cara a todo el mundo. Y no vienen a repartir caramelos precisamente. En una redacción sí te la pueden meter por la espalda. La gente quiere acomodarse, vivir tranquila, no salir de su zona de confort, y el rugby es muy divertido porque siempre estás fuera de la zona de confort, estás tomando decisiones todo el rato.

¿Cuanta culpa tenemos los periodistas de la crisis del periodismo?

La culpa la tenemos nosotros y más desde que el periodismo se ha acercado tanto a la audiencia. Ya no somos intocables. Cuando empecé escribía mi columna y me leían, ahora escribo y en Twitter me ponen a bajar de un burro. Eres más vulnerable. He conocido a directores de medios que han cerrado sus cuentas por miedo a eso. A mí, lejos de eso, me parece que es una ventaja, porque tienes feedback con la audiencia y si eres constructivo, un poco curioso y te interesa escuchar a la gente, que es lo que creo que un periodista tiene que hacer, aprendes mucho. El buen periodista es el que habla poco y escucha mucho. Y en las redes sociales aprendes. El problema es que las utilizamos para ganar likes y satisfacer el ego.

¿A la hora de escribir le influyen esos comentarios negativos?

No, porque como he hecho fútbol mucho tiempo llega un momento en el que te vuelves insensible a eso. He hecho el Madrid cinco años y me han llamado madridista, antimadridista, atlético, antiatlético, barcelonista, antibarcelonista… de todo. Llega un momento en el que relativizas todo eso. Es muy agradecido cuando haces otro deporte porque normalmente quien te interpela en redes genera una conversación más constructiva. Siempre hay quien tiene más información y es más culto que tú en según qué temas, y aprendes un huevo. De hecho, lo que me jode de las redes muchas veces es que la gente te elogie y no entre en el juego de la conversación. Lo chulo es conversar con la gente y aprender.

Sobre el autor:

Foto Francisco Romero copia

Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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