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El que más y el que menos ha descargado cosas de manera no del todo lícita. Y no, que nadie se ponga digno ahora, habéis —hemos— descargado, sin pagar: películas, discografías, imágenes, series, videojuegos, etc. La afición del futuro presente es la de consumir productos multimedia sin medida. Llevar p’alante cinco o seis series y un par de películas semanales.Como si fuéramos seguratas de garita (con todos mis respetos para ellos). Para cumplir esta difícil obligación autoimpuesta hemos tenido que tirar de torrents, emules y streaming gratuito.

Gran parte de la población se ha redimido. De repente hemos empezado a pagar por productos intangibles. Os puede parecer que miento pero, hace no menos de ocho años, pagar por algo que no estuviera en formato físico era una locura para muchos. Y mucho menos sabiendo que lo podías conseguir gratis. Haced un ejercicio de memoria: era así.

Qué buenos somos, ¿verdad? Qué gran trabajo hicieron Sinde y Wert. Qué grandes políticos-sociólogos tenemos. La gente se ha dado cuenta gracias a la ley y a la mala conciencia que provoca piratear una peli. Ya otro día hablaremos de la gilipollez del tabú de la palabra “pirateo”.

El que más y el que menos —como empezábamos el artículo. Los mismos, vamos— tiene Netflix, HBO, Spotify y paga en las ofertazas de Steam.

¿Os acordáis de cuando nos vendieron la moto de que en España esos servicios no eran rentables porque eramos unos piratas del copón? Pues ya veis, amigos: sí eran rentables. Lo que pasa es que el “monopolio” —entre muchas comillas que no quiero meterme en líos— lo tenían los grandes grupos y no podían dejar que entraran intrusos sin antes controlar ellos el panorama. De ahí nacieron algunas plataformas patrias que a día de hoy, aunque no funcionan del todo mal, se están comiendo los mocos viendo pasar a los nuevos servicios multimedia. Ni que decir tiene la mala calidad, fallos en subtítulos y retardo de emisión respecto a Estados Unidos o Inglaterra. Porque esta nueva obligación se trata de estar a la última en series y largometrajes. Ésto solo era posible con métodos poco ortodoxos. Pero ya no.

Y atentos que esto es sólo una teoría. Una gran teoría, eso sí. Basada en mi experiencia personal y en el de una muestra poblacional —mis colegas—. ¿Será el precio el motivo de este nuevo boom de contrataciones? Sí y no. Evidentemente tiene mucho que ver, pero no es el motivo principal. Aunque si Netflix costara 50 Euros, lo iba a pagar su prima. Ya pudiera reproducir vídeo en 8K. La causa, además de la comodidad de tener todo lo que te interesa a sólo un click de distancia —expresión sacada del libroWindows 95 es fácil si practicas—, es el tiempo que dejas de utilizar.

El que más y el que menos —otra vez los mismos de antes—, tiene treinta y tantos, un par de hijos y un trabajo de jornada y media. Con lo que todo ello conlleva: poder adquisitivo, poco tiempo y poca paciencia.  Ya sé que “poder adquisitivo” suena a ganar un pastón, pero en los tiempos que corren, el que gana 800 euros puede dedicar 10 euros a entretenimiento. Y lo dedica, porque el ocio digital se ha convertido en primera necesidad. La gran mayoría tiene internet en casa, raíz del entretenimiento, y a nadie se le ocurre quitarlo. Antes sales tres veces en vez de cuatro o te compras un jersey en vez de dos. O ninguno.

Decía antes “el tiempo que dejas de utilizar”. Eso es, llegas de trabajar y no tienes que sentarte a bajar la serie que sigues. El último capítulo que ha salido, que ahora resulta que tiene el audio sin sincronizar, o los subtítulos son de otra serie… o es una porno, en el mejor de los casos. Por muchos 300 megas de fibra que tengas, es una responsabilidad: acordarte de por donde vas, descargarlo, que sea el archivo correcto y varias cosas más. Todo esto se traduce en tiempo, y no merece la pena si los servicios son tan asequibles. Coño, al final era el dinero, ¿o qué? Prefiero pensar que es el tiempo.

Te sientas en el sofá, abres Netflix, HBO o descargas la música en tu móvil con Spotify Premium, y listo.

P.D: Esto no es publicidad, es simple análisis sociológico. Pero si algún responsable de las compañías nombradas me lee: me vendo por una suscripción de tres meses.

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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