'Totem', de gira por España hasta mediados de 2018.

Hay algo fascinante e hipnótico en el Circo del Sol. Como mirar al fuego. Y hay algo de sueño infantil inalcanzable, como poder volar. Más allá de una superficie atestada de merchandising, patrocinios y grandes masas que moviliza esta trupe que nació en Canadá hace 33 años, la esencia, el fondo, sigue siendo el mismo que el que arrastra un legado cultural, el circense, que se remonta a civilizaciones con más de 3.000 años de antigüedad. Nada ha cambiado, pues el hechizo que nos provoca ver cómo rompemos nuestros propios límites se ha mantenido inalterable en la historia de la Humanidad, ya fuese para prepararse para una batalla, un ritual ancestral o para poner pie en la Luna. A golpe de triple salto mortal, 28 espectáculos después, la compañía canadiense vuelve a desplegar su carpa blanca en España con Totem, un espectáculo que ya han visto cinco millones de personas en todo el mundo desde su estreno en 2010, y que requiere de 118 profesionales para su desarrollo. Muchos de ellos, auténticos atletas de élite y artistas con capacidades sobrehumanas.

Con una escenografía móvil repleta de efectos visuales y tecnológicos, y con un decorado en forma de enormes juncos y un esqueleto de tortuga de más de 1.200 kilos presidiendo el centro de la pista, al final lo que arranca el WOW una y otra vez en este circo son sus verdaderos protagonistas, sus acróbatas y equilibristas, sus malabaristas, sus patinadores y uniciclistas, sus payasos (en un sentido más contemporáneo que los clowns que todos recordamos) y sus contorsionistas. Y, por supuesto, su música, auténtico hilo conductor que permite que el montaje nunca decaiga y las transiciones se sucedan con total fluidez. Una recopilación musical de estilos diversos dirigida por el sevillano Alejandro Romero, que incluso ha querido aportar una pincelada flamenca a este Totem con un homenaje, diábolo en mano, al toreador de la Carmen de Gizet. En total sobre la pista, 47 artistas de 28 nacionalidades distintas que no solo buscan el más difícil todavía en cada momento, sino que, recuperando aquella mirada satírica del mundo del circo, también nos llevan a reflexionar sobre el mundo que nos rodea y sobre nosotros mismos. 

Totem
, aseguran los responsables de una compañía convertida en multinacional del entretenimiento, reivindica el animal que todos llevamos dentro y cuenta la historia de la evolución humana de forma no cronológica: los anfibios del principio del show y los rituales ancestrales en torno al fuego, sobre el magma de la Tierra, se mezclan con los descubrimientos de exploradores, los hallazgos científicos y la carrera espacial. Sobresale el canto a la naturaleza y a las tribus indígenas, pero también se subraya la teoría de la involución humana, cómo cada vez el hombre se vuelve más necio e individualista; cómo estamos quitando la tapa del desagüe de nuestros mares y ríos (sobresaliente final del gag del pescador que interpreta el payaso ucraniano Mikhail Usov); cómo dependemos del móvil más que los neardentales de un palo y el fuego (como puede verse en otro de los números); y cómo avanza la gentrificación y el turismo masivo a golpe de selfie (el playboy latino, Valentino, y su duelo de flashes nos recuerda que qué hacemos que no dejamos el móvil -las fotos sin flashes están permitidas en el espectáculo- y nos centramos en disfrutar, sin más, de los 17 números)…

Diferentes reflexiones sobre lo animales (en el peor sentido) que podemos llegar a ser trufadas con un ingente despliegue humano y técnico que nos permite, boquiabiertos, recuperar también al niño que llevamos dentro. De esa manera nos dejarnos llevar por los vestuarios de ensueño (con 750 piezas en total), por una iluminación envolvente, por las danzas tribales, por las subidas y las bajadas, las acrobacias imposibles... Todo, comandado por ese hombre de cristal que ejerce de maestro de ceremonias con su traje con 4.500 reflectantes, primero provocando el Big Bang y, dos horas y pico más tarde, tirándose de cabeza a una laguna para despedir la performance. Escrita y dirigida por el dramaturgo y director de escena canadiense Robert Lepage —uno de los escenógrafos, por otra parte, más vanguardistas de la escena mundial—, el nuevo montaje de Cirque du Soleil se preocupa de convertir cada número en un acontecimiento que nos tiene en vilo, pero también de rebajar la tensión que nos provoca asumir como propios los riesgos de tanta pirueta de vértigo, mientras nos plantea, en clave de humor, cuestiones y preocupaciones globales aún más inquietantes.

Totem ha abierto su gira española en Madrid el pasado 10 de noviembre, y tras su paso por la capital, viajará, ya en 2018, a Sevilla, Barcelona, Málaga y Alicante.

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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