Cautivadora suma de canto, palabra y gesto

Un momento del recital de Nancy Fabiola Herrera en Villamarta, el pasado sábado. FOTO: MANU GARCÍA
Un momento del recital de Nancy Fabiola Herrera en Villamarta, el pasado sábado. FOTO: MANU GARCÍA

No descubrimos nada nuevo si recordamos la brillante carrera internacional de la mezzo-soprano canaria Nancy Fabiola Herrera, protagonista del concierto del Teatro Villamarta aquí comentado. Y no es de extrañar que haya alcanzado tan elevado prestigio dado que en ella se reúnen cualidades como belleza y calidez en el timbre, homogeneidad en toda la gama, cuidadoso fraseo, musicalidad y unas más que notables dotes escénicas. Ha sido especialmente aclamada por su interpretación de Carmen de Bizet, que pudo disfrutarse en Jerez el 21 de enero de 2006. Previamente, había interpretado en el Teatro Villamarta el papel de Fenena en Nabucco de Verdi el 30 de mayo de 2003, y posteriormente regresó para asumir el rol de Isabella en L’Italiana in Algeri de Rossini el 6 de junio de 2009.

Merece la pena repasar su variado repertorio escénico, que incluye obras belcantistas de Rossini (L’Italiana in Algeri, Il Barbiere di Siviglia, La Cenerentola), Bellini (Norma, I Capuletti e i Montecchi) y Donizetti (La Favorita, Anna Bolena, Roberto Devereux). Asimismo, de Verdi (Nabucco, Rigoletto,La forza del destino, Don Carlo) y Puccini (Madama Butterfly). Por otra parte, óperas fundamentales de los repertorios francés (Carmen, Werther, Don Quichotte, Samson et Dalila, Les Contes d’Hoffmann, La Dammnation de Faust,), ruso (Eugen Onegin, La Dama de Picas, The Rake’s Progress), germánico (Cosí fan tutte, Orfeo ed Euridice, Die Fledermaus, Salomé, Der Rosenkavalier), verista (La Gioconda, Adriana Lecouvreur) y español (La Vida Breve, Goyescas, Las Golondrinas, El Barquillero, La BrujaEl Dúo de La Africana, La Tempranica Luisa Fernanda). También ha realizado algunas incursiones en el barroco (Giulio Cesare y Radamisto, de Haendel), la zarzuela cubana (María la O, de Lecuona) y la ópera contemporánea (María de Buenos Aires, de Piazzolla; Il Postino, de Daniel Catán; La casa de Bernarda Alba, de Miquel Ortega). Además, cuenta con un nutrido repertorio de piezas de concierto de autores tan diversos como Pergolesi, Brunetti, Bach, Haendel, Haydn, Mozart, Rossini, Verdi, Wagner, Berlioz, Ravel, Chausson, Mahler, Stravinsky, Prokoviev, Granados, Falla, Montsalvatge y Britten.

Como se apuntaba al principio, Carmen ha sido, indudablemente, el papel que mayores satisfacciones y reconocimientos han aportado a la carrera de Nancy Fabiola Herrera. Su sobresaliente interpretación ha sido vista en el Metropolitan Opera House de Nueva York, la Royal Opera House Covent Garden de Londres, el Bolshoi de Moscú, New National Theatre de Tokio, la Deutsche Oper de Berlín, la Bayerische Staatsoper de Munich, las Termas de Caracalla de Roma, la Arena de Verona, la Semperoper de Dresde, el Masada Festival, la Ópera de Tel Aviv, Los Ángeles Ópera (donde recibió el Premio Plácido Domingo por su encarnación de este papel en 2010) o el Teatro Bellas Artes en México.

En el concierto ofrecido en el Teatro Villamarta, Nancy Fabiola Herrera ha mostrado las cualidades canoras que han sostenido su importante carrera: color vocal denso y atractivo, riqueza armónica destacable, proyección fácil, capacidad para controlar los reguladores y matizar de modo preciso el fraseo. Con un sentido pedagógico, tuvo la generosidad de explicar en varios momentos de la velada el significado del programa y los datos más significativos de los autores y las obras que lo componían, todas ellas piezas especialmente queridas por la mezzo-soprano. La amenidad de sus palabras y la naturalidad con la que se comunicó con los asistentes crearon un agradable clima de reunión de buenos amigos.

Otro momento del recital. FOTO: MANU GARCÍA

La primera parte del concierto ofrecido en el Teatro Villamarta, dedicado a obras de inspiración española, se abrió con dos obras de Pauline Viardot, cantante y compositora cada vez más presente en las programaciones de teatros y salas de concierto, incluido el Teatro Villamarta. Madrid y Les Filles de Cadix (muy cercana a la canción homónima de Leo Delibes) fueron el vehículo para que la mezzo-soprano, además de colocar la voz, mostrara ya desde el comienzo las cualidades que son asociables a su canto, desde la bella pastosidad del timbre a la infalible musicalidad que sostiene sus interpretaciones, además de un nítido e intencionado fraseo. Además, en la segunda de las páginas se acompañó ella misma con castañuelas de modo solvente.

En las tres composiciones de Anton García-Abril, con textos de Antonio Gala, que la mezzo interpretó a continuación (Agua me daban a mí, A pie van mis suspiros y No por amor), el cambio estilístico fue considerable y resuelto de modo adecuado. Estas pequeñas canciones se ajustan a la perfección a los medios vocales de Nancy Fabiola Herrera, al igual que el tríptico lorquiano de Miquel Ortega (Memento, Romance de la luna y Canción del jinete) ofrecidos después. Una inteligente elección de la intérprete que pudo desarrollar con ellas diferentes ámbitos de expresión, especialmente afortunados en No por amor y Romance de la luna.

La excelente Sierras de Granada, de La Tempranica de Gerónimo Giménez culminó el primer bloque del concierto de modo brillante, en una interpretación que en algunos aspectos recordaba la lectura de Teresa Berganza. Es una obra especialmente querida por Nancy Fabiola Herrera, según sus propios comentarios, lo que no es de extrañar, y esto se vio reflejado en su entregada y precisa traducción de la página, sólo empañada por algún despiste ocasional en la letra y una ejecución no especialmente ágil de los pasajes vocales que evocan adornos flamencos.

La segunda parte del recital, dedicada a músicas de origen o inspiración americana, comenzó con dos atractivas piezas del compositor cubano Ernesto Lecuona. La Romanza de la zarzuela Maria la O y la Canción del amor triste fueron servidas por la mezzo-soprano con un fraseo muy cuidadoso, atento a las dinámicas, y con una destacable capacidad para sostener la línea de canto de un modo que resaltaba la belleza melódica contenida en estas partituras.

Las tres interesantes canciones del compositor catalán Joan Comellas del ciclo Tonadas de ultramar (La dulce frutera, Hay una señora blanca en mi país, Sones para ser cantados y bailados que la Reina emplea para firmar tratados) fueron otro momento importante del concierto por el encanto, la variedad expresiva y el atractivo enfoque de la interpretación, dentro de un universo temático y musical muy próximo al de las Canciones Negras de Xavier Montsalvatge.

Otro punto culminante de la velada estuvo en las dos piezas del compositor argentino Astor Piazzola. La intensidad dramática y el alto poder de comunicación con el que Nancy Fabiola Herrera cantó Yo soy María de Buenos Aires y la Balada para un loco fueron sobresalientes. Una evidente prueba del dominio canoro y expresivo de la mezzo-soprano.

El programa oficial se cerró con tres espirituales (The Gospel train, City called Heaven, Ride on, King Jesus) de enorme contraste con las piezas anteriores y que mostraron, una vez más, la versatilidad de la intérprete y su amor por este género, el que fue, según sus palabras, el punto de partida de su pasión por el canto.

El pianista y director de orquesta Carlos Aragón, un asiduo de las tablas del Teatro Villamarta (su última actuación tuvo lugar el pasado mes de enero en las representaciones de Orphée et Eurydice de Gluck), acompañó a la mezzo soprano de forma respetuosa con sus necesidades expresivas y vocales. Cuando la particella del piano alcanzaba mayor protagonismo, o en las piezas en las que se establece mayor equilibrio entre voz e instrumento acompañante, su prestación fue eficiente.

Fuera de programa, y con el público ya totalmente conquistado, la mezzo-soprano respondió a los insistentes aplausos con uno de sus caballos de batalla, la Habanera de Carmen de Bizet, que cantó bajando al patio de butacas, circulando entre los espectadores e interactuando de un modo que evidenciaba su sobresaliente dominio escénico. Luego, como segundo regalo, la bellísima Nana de Montsalvatge que quedó fuera de la edición primigenia de sus célebres Canciones Negras. Fue el punto final de un muy disfrutable recital, en el que la cantante demostró saber elegir muy bien el repertorio que se ajusta mejor a sus condiciones vocales y a su sensibilidad expresiva.

Programa compuesto por piezas de Viardot, García-Abril, Ortega, Giménez, Lecuona, Comellas, Piazzola, Bizet, Montsalvatge y espirituales. Fecha: 16 de febrero. Lugar. Teatro Villamarta

Sobre el autor:

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Joaquín Piñeiro Blanca

Profesor Titular de la Universidad de Cádiz. Departamento de Historia Moderna, Contemporánea, de América y del Arte.

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