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El 28 de abril del presente año Rafa Caballero y Dani Cardiel publicaban Contra el mundo, una canción que desde la primera escucha se torna épica. A esta suerte de himno generacional se le une cierta reivindicación vital. No es de extrañar que sus autores sean viejos camaradas y hermanos de sangre por siempre. ¿Quién les diría hace más de diez años cuando conformaba Licor 69 -grupo embrión de los futuro Hojas de Ruta- que forjarían tanto tiempo después este ajuste de cuentas con el tiempo y la industria musical?

Cuando escribes sobre este tipo de canciones he llegado a la conclusión de que la única premisa es la de no ser original, imaginativo o innovador, sino consecuente. Hay que decir sin ambages que Contra el mundo es una obra maestra. Versos punzantes, estructura musical contundentes, solos de guitarras orgásmicos. ¿Qué más se puede añadir? Estamos ante ese género de canción confesional donde sus autores hacen evaluación de sus vidas. Restless Farewell de Dylan, Ara que tinc vint anys de Serrat, My way de Sinatra o Cruzando el paraíso de Loquillo.El pasado 20 de noviembre David Bowie estrenaba Blackstar, el primer sencillo de su nuevo disco. Con él, volvía el Bowie más experimental, más rarito. De nuevo se imponía la realidad contra el tópico: más allá de cualquier influjo, a cualquier edad la creatividad puede seguir intacta. Es decir, no se necesita de ningún misticismo irreal si se posee el fuego divino. ¿Parecía imposible que el músico británico con 69 años y tras haber renunciado a conceder entrevista y a hacer giras fuese capaz de ofrecer lo mejor de sí mismo? Pues supongo que para los esnobs, sí.

En el último terceto de un memorable soneto Benjamín Prado venía a expresarlo indudablemente mucho mejor que yo:

"Tú sabes que la vida igual que en el arte,
si no está en ti no está en ninguna parte
lo que importa es la isla, no el tesoro".

Va a resultar primario, sin embargo, encapsular las motivaciones del terrorismo.

Tras mucho tira y afloja el donatismo echó vigorosas raíces entre los disidentes. Ninguna doctrina heresiarca resulta una alusión gnóstica. Ello implica la reprobación total de la prisciliana centripetocracia del método represor de control. Así, nuestra sociedad se aletarga e interactúa servil inclinando la cerviz ante Skynet. Después del atentado al World Trade Center el paradigma occidental se desplomó. Aquella estructura inapelable y sugestiva se esfumó. Lo aparentemente férreo no era más que ceniza y sangre. Cualquiera que asistiera a ese acontecimiento lúgubre reconoció el terror unánime en el alma. Catorce años después el mundo que conocimos ya no existe y aquella pesadilla se instaló en nuestras vidas con una mella trágica de innumerables consecuencias.

La memoria tiene caprichos que la razón no entiende.

Muchas almas piadosas, en plena orgía de contar sus secretos, acuden hoy a un gran festival de las vanidades. Redes sociales les llaman. Todos interpretamos nuestro papel en el teatro de la vida. No obstante, cada uno de nosotros posee un rasgo distintivo ajeno al personaje por el que nos conocen in puris naturalibus.

Quedar con gente me aburre. No busco amistades nuevas y las antiguas, con cuentagotas. Digan lo que digan, ya lo tengo todo oído. No hay nada que me puedan vender. Vivo mi vida con rectitud.

Decía Hermann Hesse que “la vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el intento de un camino, el esbozo de un sendero”. No existen los hechos, sólo las interpretaciones.  Hay millones de caras de la verdad, pero una sola verdad.  Y ésta nos hará libre (Juan 8:31-38) O, como escribió Bob Dylan,  "tienes que tocar la armónica/ hasta que te sangren los labios."

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