Eigendorf, en una imagen de archivo.
Eigendorf, en una imagen de archivo.

Las novelas de temática deportiva no representan precisamente un gran porcentaje en el volumen de la producción editorial anual, pero en los últimos años han experimentado un aumento, si no cuantitativo, sí cualitativo. A modo de muestra, podríamos citar a Ramiro Pinilla, John Carlin o la reciente La ciudad de la lluvia de Alfonso del Río. En un breve prólogo a su libro, el periodista Eduardo Verdú reconoce que cuando se topó de bruces con el caso del futbolista Lutz Eigendorf sintió que estaba llamado a contar su historia, a novelarla, pues periodísticamente ya había dado para numerosos artículos, algún estudio de investigación serio e incluso un documental.

Eigendorf, prometedor futbolista del Dynamo de Berlín, casado y con una hija, aprovecha un compromiso del equipo en la Alemania occidental para fugarse y buscar asilo deportivo y protección en el Kaiserlautern. Su deserción es considerada una traición de estado para la Stasi, a la sazón propietaria de su antiguo club, quien no dudará en emplear todos sus medios disponibles para castigar al jugador por su osadía y provocar su defenestración. Entre otras "lindezas", recurrirá a uno de sus mejores amigos para traicionarle, buscará un "Romeo" que se casará y dará un hijo a su decepcionada esposa, y provocará un fatal accidente que acabará con la vida de Eigendorf empotrado en su coche contra un árbol.

Como ven, una vergonzosa historia digna de ser novelada por alguien fascinado por el personaje y las razones del cambio vital que precipitaría su desastre. Con un ritmo hábilmente punteado por los sucesivos acontecimientos ya conocidos, Verdú se demora en los detalles psicológicos de los diferentes protagonistas de esta historia a uno y otro lado del muro, en las crudas y retorcidas artimañas de la organización de espionaje más numerosa que ha existido en Europa, y en los pasajes más subrayables en la vida deportiva del jugador.

Con un material tan jugoso Verdú no podía errar el tiro y mete un golazo por toda la escuadra, rememorando un relato que nos llega muy hondo, y que, más que la radiografía de la vida de un deportista, es la narración de una injusticia, de cómo el poder es capaz de pasar por encima de todo para ser fiel a sí mismo. ¿Qué hubiera sido de Eigendorf de no existir la Stasi? Nadie lo sabe. Verdú solo nos cuenta lo que no pudo ser.

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Juan Carlos Palma

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