Arcadi Espada: "Tuvieron que abrirle la cabeza a una viejecita que salió a la calle a hacer el indio"

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El escritor y periodista catalán participa en una conferencia en la Asociación de la Prensa de Cádiz donde pone de relieve “la xenofobia” que hay detrás de los independentistas y el “ridículo que han hecho durante el proceso”.

Tranquilo, pausado, despeinado y con mucha ironía, tanta que había que prestar buena atención para no caer en la trampa de la malinterpretación, argumentaba el periodista Arcadi Espada la actualidad política que está viviendo Caluña en la Asociación de la Prensa de Cádiz. Ante una sala con muy buen aforo y en casi dos hora, el escritor y periodista desgranaba en nuevo puntos toda una sucesión de rasgos que han formado parte de la insurrección catalana. Empezaba ensalzando la ciudad de acogida donde se hallaba dando la charla, esgrimiendo que Cádiz, era el lugar “más entretenido de España”. Después del apunte para quizás meterse a la gente en el bolsillo de entrada, citó la La Cartuja de Palma, para comparar la vida de uno de sus personajes, que había vivido la Batalla de Waterloo sin saberlo, con lo que él mismo estaba viviendo en estos día en Cataluña. Buscando la perspectiva del tiempo en la historia, “que no se vive, se escribe o se lee”, Espada reconocía “haber estado en Waterloo sin saberlo en estos días con la situación en Cataluña”.

"No hay un solo presidente del gobierno que haya plantado cara al nacionalismo catalán”

“Lo que está pasando es importante, histórico y será recordado desde muchos puntos de vista por las generaciones que vengan”, poniendo como antecedentes que no recordaba un golpe a un gobierno demócrata desde Pinochet. “Casi siempre las revoluciones se dan contra gobiernos dictatoriales”, descuidando -quizás por la emoción del momento- el golpe militar de 1936 en España. “No hay antecedentes a partir de personas que formar parte de los propios gobiernos”, reflexionaba de manera crítica, buscando el último resquicio de comparación. Algo que encontraba de parecido con las técnicas populistas empleadas por Trump para alcanzar el gobierno americano o en el conocido como Brexit por parte de los ingleses.

La xenofobia

Un característica para el periodista que no es imposible que puedan poner como argumento para la insurrección los independentistas es el maltrato a su cultura, a su lengua. “La lengua y la cultura catalana viven un momento extravagante en el sentido histórico”, apostillando que “jamás había tenido algo parecido a esto”, refiriéndose a lo que se emplea sin ningún tipo de problemas o humillación. Hablaba del fondo de las reivindicaciones que dicen tener los independentistas, que es el sentimiento de ser catalán, “catalán y solo catalán”, escondiéndose detrás de esto una sensación “muy desagradable” como es “la xenofobia”. Para Espada el odio está detrás de la cuestión catalana, “el odio y el supremacismo”. La razón profunda, según el escritor, del conflicto catalán es muy simple: “hay una parte de ciudadanos catalanes que no quieren vivir con el resto de los españoles”. “No hay razones culturales, ni de renta, ni geopolíticas”, la auténtica razón es “la xenofobia”.

"La razón auténtica del conflicto catalán es la xenofobia"

La gran paradoja de este sentimiento “sucio” es que los catalanes “gozan de una extraordinaria simpatía”. “La prensa internacional y democrática han hecho elogios del pacifismo y la sutileza catalana”, comenta Arcadi quien reconoce lo bien que le ha salido la jugado a los catalanes, “con la operación de diseño de las mentiras y xenofobias que hay detrás del proceso”. Citaba a Miguel de Unamuno para hablar de las fachadas de Cataluña y que después de éstas no había nada, para poner en valor que detrás de la sentimentalidad, “se esconde una sucia y vieja manifestación: la xenofobia”.

Revolución anunciada

En un alarde de orgullo personal, Arcadi se citaba a sí mismo y su obra Contra Cataluña de hace 30 años, donde exponía a modo de ensayo lo que percibía de esa identidad catalana que se estaba afianzando y de la “intolerancia nacionalista”. “Nadie reaccionó con este tema, no hay un solo presidente que haya plantado cara al nacionalismo catalán”, se lamentaba, al contrario con el terrorismo de ETA, que el propio Estado lideró el combate. Sin embargo, el conflicto catalán era el ejemplo frente al vasco, porque no era violento y tenían un prestigio “aceptado trasversalmente por todos”.  

Fue en ese momento cuando Arcadi comenzó a citar a Jordi Pujol y sus andanzas por los años ochenta, cuando “ya robaba y los catalanes lo apoyaron”. Lanzó un dardo al periódico ABC, porque lo llegó a nombrar “español del año”, como antesala del dardo más certero “no tengo una medalla al mérito constitucional y la merezco, pero el problema es que Pujol sí tiene la medalla al mérito y no hay nadie que haya intentado quitársela”.  En cuanto al tema político, nunca en estos 40 años “han sufrido incomprensión civil o maltrato de la autoridad” y si ha podido construir “un estado dentro de otros” ha sido gracias “a la pasividad del gobierno español”.

Otro de los rasgos a los que aludía el escritor es el que a la propia historia de las insurrecciones catalanas: el ridículo. “Cada vez que Cataluña ha querido emprender una aventura contra el Estado no solamente han fracasado, sino que han hecho el ridículo”, sentenciaba. Citaba a Josep Tarradellas para recordar que dejó escrita una carta póstuma que acababa diciendo que “hagan ustedes lo que quieran, excepto una cosa: el ridículo”. Reconoce así el ridículo que dice haber hecho el pueblo catalán, tanto que ser catalán hoy es “muy complicado, aunque sea contrario a las andanzas de esta pandilla de prefectos irresponsables”.

"Pujol tiene la medalla al mérito constitucional y nadie ha intentado quitársela"

El honorable que no era tal.

Dedicó el contertulio gran parte de su elocución a desmontar no solo al que fuera el conocido como el Honorable, el presidente de la Generalitat durante más de 20 años, sino a todo un pueblo que lo encumbraba. “Pujol no era Bárcenas”, comparaba, sino  “un señor que cada fin de semana iba a un pueblo catalán a dar lecciones morales de cómo tenía que comportarse un catalán”.

Con cierta efusividad desgranaba que Pujol era “medio sacristán y medio alcalde”, mientras “no pagaba impuestos y tenía dinero en el extranjero”. De igual modo, se refería a su mujer, que era conocida como “la madre superiora” y defendía por la calle su “catalanismo y ya sabemos todos lo que encerraba”. Toda vez que habló de Pujol, se refirió al pueblo o a los que dicen emanar de él: “alguien de establishment catalán lo ha avergonzado alguna vez como catalán y los de la CUP ¿han dicho algo?”

De un político pasó a otro, para referirse al vicepresidente económico que ahora está en la cárcel, Oriol Junqueras, contando una historia que le había contado sobre un encuentro con De Guindos. “Junqueras no diferenciaba entre déficit y deuda”, poniendo en entredicho la intelectualidad de uno de los percusores del proceso catalán.

La derrota

Finalmente, para acabar con los rasgos de la insurrección, se refirió a la derrota. Poniendo en entredicho la necesidad de llegar al punto al que han llegado, después de 300 años peleando. “Desde que Felipe V hizo de ese poblachón de Barcelona una ciudad, se lleva peleando”, para preguntarse con ironía “qué más os da seguir peleándose” sin entrar en la batalla. Con una carga importante de ironía, Espada aludía a gente que podría en un momento dado, en caso de ganar unas elecciones, ayudar a la independencia catalana y hubiera sido, según él más fácil llevarla a cabo. “En España hay un partido de chalados que se llama Podemos y que con intelectuales como Iglesias, Errejón y Sánchez Castejón quizás podrían haberse aprovechado de una posible alianza”, sentenciaba el ensayista. Para colmo, “la vía insurreccional hacia la independencia ha fracaso”.

El Estado, que representa a todos los españoles, los no xenófobos, de gente de paz “ha trazado una raya y ha dicho de aquí no se pasa”. “¿Y qué ha pasado?” se preguntaba y se respondía él mismo con cierto humor negro, “la verdad es que tuvimos suerte, tuvieron que abrirle la cabeza a una viejecita que salía a hacer el indio por la calle y se han ido 2.000 empresas”. Arcadi Espada, finalizó su exposición, que estuvo presentada por el periodista gaditano Salvador Moreno, con un epitafio tan irónico como hiriente, que hace referencia a la imagen que se le ha queda el país catalán con todo el proceso político: “y eso es lo que hay: Cataluña Today”.

 

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Luis Rossi

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