"Andrea ha sido un gran regalo, una puerta medio abierta, pero no siento presión por ser actriz"

La estudiante gaditana Lupe Mateo Barredo vive con calma la ceremonia de un llamativo debú en la película de Manuel Martín Cuenca, rodada y ambientada en Cádiz, antes de su estreno el 24 de noviembre

La actriz gaditana, de 17 años, durante la entrevista en la Diputación Provincial de Cádiz. Considera que Andrea ha sido un regalo.  GERMÁN MESA
La actriz gaditana, de 17 años, durante la entrevista en la Diputación Provincial de Cádiz. Considera que Andrea ha sido un regalo. GERMÁN MESA

Toda la luz y las sonrisas que faltan en las escenas y el personaje central de El amor de Andrea lucen deslumbrantes cuando aparece Lupe Mateo Barredo. Es una chavala, en términos gaditanos, que ha hecho el recorrido de la normalidad a la excepcionalidad. De una vida común de formación, familia, estudios y proyectos a ese fogonazo mentiroso del cine que todo lo cubre de fantasía.

A sus 17 años, una estudiante de Bachillerato Artístico en Cádiz, sin experiencia previa, de repente se convierte en protagonista absoluta de una película rodada y ambientada íntegramente en su comarca natal. Una obra artesana, pequeña e íntima pero película. Con todo lo que eso arrastra. Del anonimato en una ciudad pequeña a la exposición en pantalla grande, sin escalas.

Ahora combina autobuses y clases con algunas comparecencias públicas que muchos profesionales persiguen durante décadas sin alcanzarlas. Presentaciones, entrevistas, visitas a festivales (Valladolid y Tallin), alfombras rojas, reportajes en revistas especializadas, pronósticos para premios, posados para varios fotógrafos a la vez. Todo tan emocionante y afortunado como efímero.

"No he conocido otros rodajes pero en éste el ambiente fue familiar cada día. Manolo Martín Cuenca ha sabido crear ese clima"

Aún es menor de edad. Se acompaña siempre de sus padres, muy conocidos en Cádiz como funcionaria y periodista. La madre le hace gestos discretos desde el público, para guiar y tranquilizar, cuando presenta la película en un gran patio de la Diputación Provincial. Hay miradas que protegen más que diez escoltas y la chica sale airosa, dignísima, del discurso.

El único temor de los tres es que esta ilusión se convierta en decepción por falta de repetición pero tienen un truco infalible: disfrutar lo de ahora, tan hermoso, sin esperar nada, reservarse el derecho a cambiar, a seguir o a parar, a rectificar y a equivocarse.

Lupe no se considera obligada a ser actriz profesional por haber tenido un debú soñado, con un rol que ocupa todo un largometraje, con un director respetado, de prestigio forjado: “Hago Bachillerato Artístico, el cine es lo que más me gusta en el mundo pero no es lo único. Trato de formarme y esto ha sido un gran regalo. Eso no significa que resuelva la decisión de ser actriz. Eso es muy difícil, es una ilusión pero tienes que prepararte mucho, tiene que llegar, no es tan fácil”.

Lupe Mateo Barreda, junto a la diputada de Cultura en la Diputación de Cádiz.   GERMÁN MESA
Lupe Mateo Barreda, junto a la diputada de Cultura en la Diputación de Cádiz.  GERMÁN MESA

Entiende su interpretación de Andrea, en la película del almeriense Manuel Martín Cuenca, como una ocasión preciosa sin buscar consecuencias: “Se abrió una posibilidad y quizás hace el camino inicial menos difícil que a otra persona que tenga que empezar del cero absoluto. Pero nada más”.

Utiliza una práctica metáfora para explicarse lo sucedido: “Ha sido una puerta medio abierta, porque me la han abierto y la he querido aprovechar pero no siento esa presión, ese sentimiento de decirme que lo voy a dejar todo por ser actriz. Por ejemplo, me interesa mucho el maquillaje. Si puedo ser maquilladora profesional en una buena película no tengo por qué renunciar”.

El 'casting' y el instinto

Todos los largometrajes tienen alguna leyenda sobre el rodaje. Los grandes, miles. Los más modestos, alguna. Cuenta el propio Martín Cuenca que cuando se cruzaba con Lupe Mateo en los preparativos de producción, en los meses previos al rodaje, rezaba sin abrir la boca “que la cojan a ella, que la cojan a ella”.

El director deseaba que los responsables de casting, que llegaron a ver a 5.000 personas durante un año para todos los papeles antes de decidirse, coincidieran con esa misma impresión instintiva. Desde que escribió el guión, con Lola Mayo, creyó que Andrea tenía esa mirada, ese gesto reservado y tierno de Lupe Mateo. Cuando los de casting le dieron la razón, lo celebró callado como el que canta un gol en campo rival.

“Es que se ha formado una familia en el rodaje. Yo no he conocido otros rodajes pero en éste el trato ha sido familiar, todos los días, en cada momento. No lo puedo describir de otra forma. Con Fidel y Tomás, mis hermanos pequeños en la película, con Irka y Jesús, con todos, es que eran como otra familia para mí. Manolo [por el director] ha conseguido crear ese ambiente”, agradece la joven gaditana.

pelicula el amor de andrea rueda prensa cadiz 20
La estudiante gaditana, durante su conversación con lavozdelsur.es   GERMÁN MESA

Tan cercano fue que el director confiesa una segunda anécdota para su recuerdo: “Esta película tuvo el final de rodaje más hermoso que he vivido en mi carrera. Al acabar la última escena, aparecieron en La Caleta las familias, amigos de todos los actores, de los técnicos, con comida, con regalos, con recuerdos, improvisamos allí un fiesta familiar. Eso nunca me había pasado antes”.

La joven actriz protagonista no se cansa de agradecer ese clima, ese apoyo durante todo el rodaje. Especialmente, cuando admite que se metió en la piel de Andrea hasta límites inquietantes: “Si Andrea había tenido un mal día en el rodaje, si ese día habían tocado escenas de discusión con su madre, de dolor, yo llegaba mal a mi casa, muy mal. Hasta ese punto llegué”, admite con una sonrisa de disculpa.

"Si Andrea había tenido un mal día en el rodaje, si habían tocado escenas de discusión con su madre, llegaba mal a mi casa, muy mal. Hasta ese punto llegué"

Pese a la confesión, el distanciamiento físico y gestual entre intérprete y papel habla bien de Lupe Mateo como futura profesional. Andrea camina cabizbaja y dolida, con sudadera oscura, capucha y una pulserita republicana. Flequillo sobre la frente, silencio punzante y gesto de tristeza inconfundible. Lupe aparece con una sonrisa en cinemascope, habla rápidamente y despreocupada, rostro despejado, traje largo y elegante postura. Afortunadamente para ella, sólo se llevó el personaje a casa durante el rodaje.

A pesar de las diferencias, se ha encariñado con el rol de una chiquilla de su edad, con un dolor “que nos puede tocar a todos. Animo, sobre todo a la gente de mi edad a que vea la película. Muchos se pueden sentir identificados y ver que no están solos ante situaciones complicadas como las que vive Andrea”.

La actriz debutante, con el cartel de la película al fondo.   GERMÁN MESA
La actriz debutante, con el cartel de la película al fondo. GERMÁN MESA

A pesar de ser la primera experiencia como actriz, ya ha tenido que enfrentarse a un monstruo que persigue a todos los intérpretes andaluces: el acento. En la Semana Internacional de Cine de Valladolid, donde El amor de Andrea se estrenó con notable éxito de crítica, tuvo que soportar una de las preguntas relacionadas con ese prejuicio. Le dijeron que cómo se entendía tan bien a los personajes pese a su forma de hablar.

“No nos dijeron nada sobre el acento durante el rodaje, ni antes. Nada de nada. Ni una indicación, ni un consejo. Teníamos coach, asesores, pero más bien cuidadores, para ayudarnos a ir o venir, con las cosas del rodaje. Del acento, de dicción o vocalización ni Manuel ni nadie me dijo nunca nada”.

Al contrario, Lupe Mateo celebra que a los actores les dejaran introducir cambios en los diálogos: “Podíamos cambiar el guión. Si había una palabra que no veíamos natural, que nosotros no dijéramos en nuestra vida normal, la cambiábamos. Decíamos, oye, que a mí eso no me va a salir bien, que se va a notar que estoy forzando. Y, obviamente con permiso de Manuel, la cambiábamos. Buscábamos sentirnos cómodos con lo que estábamos diciendo”.

Sobre el autor:

Afot

José Landi

Nacido en Cádiz, en 1968. Inicia su trayectoria en 1990. Columnista, editorialista, redactor, colaborador, corresponsal o jefe de área en 'El Periódico de la Bahía de Cádiz', 'Cádiz Información', 'Marca', 'El Mundo' y 'La Voz de Cádiz'. Ha colaborado en magacines o integrado tertulias de Canal Sur Radio, Cadena SER, Canal Sur Televisión, Onda Cero y COPE. Premio Paco Navarro de la Asociación de la Prensa de Cádiz en 1997 y 2012 (a título colectivo). Premio Andalucía 2008 a la mejor labor en internet (colectivo). Ganador del I Premio de Relatos Café de Levante. Autor de la obra de autoficción ("no sabía que existiera ese género", dice) 'Ya vendrán tiempos peores' (Editorial Cazador, 2016). Puso en marcha el proyecto de periodismo gastronómico 'Gurmé Cádiz' y mantuvo durante diez años blog como 'El Obélix de San Félix' y 'L'Obeli'. Forma parte del equipo que realiza el 'podcast' de divagación cinematográfica 'A mitad de sala'.

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