Cuando me sumerjo en obras de este calado, pequeñas narraciones, lo primero que se me viene a la mente es la relación del autor con los personajes y como pueblan sus geografías. Supongo que a muchos lectores les pasará como si quisiera buscar una justificación a esas narrativas que te interpelan y te hacen cómplice de lo que acontece a lo largo del texto, en el fondo vas caminando junto al autor, le acompañas y lo dejas a lo largo de la intermitencia de las lecturas, un libro no se lee del tirón o sí, depende de las necesidades de lector, si sustituyéramos las veces que miramos el móvil por el sereno y sutil mundo de las letras en papel nuestra visión de la vida y de las cosas sería bien distinta, leer un libro es el arte de transitar veredas que solo están abiertas a la imaginación de quien se sumerge en él.
Esta ópera prima de Luis María Cobos es un conjunto de relatos cortos sin relación aparente, aunque conociendo al autor se percibe que todo es fruto de una observación participante, aunque fuera meramente tangencial, periférica, y en la que al final se tiene la sensación de que hay un hilo conductor que apenas se trasluce, pero que está presente.
Quizás por su trabajo, es arqueólogo, ajusta su mirada escrutando, leyendo, analizando, por muy pequeño que sea el objeto; por muy simple que sea la situación, intentando no quedarse en la superficie de las cosas. Luis a lo largo de sus relatos alude en varios momentos a la memoria, traducida en recuerdos, pero también en nostalgia como si en algún momento hubiera perdido esa arcadia feliz que atesoramos todos y que en el fondo está llena de ecos de un pasado en el que no necesariamente se ha vivido o al menos del que no se ha sido protagonista, resonancias que habitan mezcladas, descontextualizadas como si de una maraña de hilos de distintas texturas y colores se tratara.
El aire que nos lleva es un manojito de relatos que nos evocan historias que por cotidianas y cercanas no son menos sustanciales, que ponen voz a los momentos de silencio, a la fragilidad y a la fugacidad de la vida, personajes que se buscan a sí mismo a través de una canción, un recuerdo familiar, un desengaño, el pigmento de un color o la silueta de una montaña. Una selección de pequeñas narraciones en las que el autor retrata las emociones y las ansiedades de los otros, sus personajes, cuyo presente está colmado de anhelos y paisajes, pero también de ausencias. Los protagonistas de los relatos se tornan versátiles en su propia hechura literaria, hay un contínuum que aflora delicadamente donde cada elemento se transforma gradualmente en el siguiente gracias a la construcción de una narrativa eficaz, cálida, introspectiva e intimista.