A Abdullah Sadaqat, un fotógrafo de 34 años, no le dio tiempo de volver a su casa por sus pertenencias cuando los talibanes llegaron al poder en Afganistán. Su única obsesión pasaba por salir del país, y salvar así su vida y la de su familia, su mujer y sus dos hijos entonces —ahora tiene tres—.
El 27 de agosto de 2021, Abdullah pudo montarse en uno de los aviones A400M habilitados por las Fuerzas Armadas españolas que evacuaron a 1.900 cooperantes afganos y sus familiares. Él colaboró con militares españoles, por lo que estaba en el punto de mira de los talibanes.
Desde Kabul, la capital de Afganistán, donde pidió protección como refugiados en la embajada de España, Abdullah organizó el viaje de su familia, su mujer, sus dos hijos entonces —ahora tiene tres— y una hermana, que lograron entrar en uno de los vuelos.
El día que huyeron de Afganistán dejaron atrás a familia y amigos, y todas sus pertenencias, incluida su apreciada cámara de fotos. “No pude ni despedirme de mi abuela, que ahora tiene 85 años. Cuando pueda volver ojalá que esté viva, pero no estoy seguro de que pueda ir dentro de poco”, cuenta en conversación con lavozdelsur.es.
Este fotógrafo, residente en Jerez desde su llegada a España, vive ahora a más de 8.500 kilómetros de su casa, en una de las plazas de protección internacional que CEAin tiene en la ciudad, una organización que lo puso en contacto con la Agrupación Fotográfica de San Dionisio, que le ha donado una cámara y un objetivo, con los que ha vuelto a sentirse fotógrafo.
Precisamente en la sede de la asociación, situada en la plaza Adolfo Rodríguez, situada junto a la Torre del Agua, en la barriada de La Plata, Abdullah Sadaqat expone algunas de las fotografías que ha podido rescatar, porque la mayoría de su trabajo se quedó en Afganistán, en discos duros que no pudo recuperar.
En las fotografías que conforman la exposición El día de los deseos, el fotógrafo afgano muestra su Bamiyán natal, una ciudad de unos 100.000 habitantes que es conocida por el valle del mismo nombre, donde había dos enormes estatuas de Buda, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, que los talibanes destruyeron en 2001, después de sobrevivir durante 1.500 años.
En las imágenes captadas por el objetivo de Abdullah se ve el valle de Bamiyán, con el hueco que hasta hace dos décadas ocupaban los Budas. O uno de los lagos de Band-e Amir, en el que fue el primer parque nacional de Afganistán, porque también quiere reflejar que en su país hay “paisajes bonitos”.
Pero Abdullah Sadaqat también traslada a Jerez un trocito de las costumbres y rostros de su país de origen. Como los de un niño, de pocos años, que ayuda a su padre con su trabajo. O de otro pequeño que asoma sonriente a través de una valla. O unas mujeres que corren en una maratón, una imagen por la que ganó un premio de fotografía.
“Me gusta la fotografía humana, los paisajes y la nocturnidad”, cuenta Abdullah, quien empezó a interesarse por esta profesión en 2016, cuando hizo un curso de unos meses, tras el que encontró trabajo en una empresa. Llevaba unos años ganándose la vida haciendo fotos.
Todo se truncó con la llegada de los talibanes al poder. “Estaba satisfecho con mi vida”, asegura el fotógrafo afgano. “Dentro de esas casas que ves ahí —dice, señalando una de las imágenes de la exposición— hay mucha tranquilidad. Me ganaba bien la vida y mi padre tenía un camión, por lo que tenía un buen salario. Ahora no sé qué puedo hacer en España”, sostiene. Por eso está abierto a cualquier empleo —“en un almacén, limpiando… lo que sea, también he sido taxista y repartidor”— que le permita pagar un alquiler para cuando tenga que dejar la vivienda que le facilita CEAin.
“La cámara es una parte de mi vida. Yo perdí muchas fotos al venir aquí. En Facebook tengo algunas, pero me dejé mi disco duro, que se quedó en Afganistan, no pude ir a recogerlo”, dice con pena Abdullah, que gracias a esta exposición vuelve a sentirse fotógrafo.
Y algún día, ¿quiere volver a Afganistán? “Mi familia vive junta y tiene muchos problemas. Los talibanes molestan mucho, piden muchos impuestos”, asegura. Él y su mujer son considerados “infieles” para los integristas islámicos que gobiernan el país por colaborar con la OTAN o con países extranjeros. Pero no pierde la esperanza de volver a ver a sus hermanos —tiene seis, una vive con ellos en España— y a su querida abuela. Y recuperar también su valioso archivo fotográfico.
La exposición El día de los deseos puede visitarse los martes y los jueves de 20:00 a 22:00 horas en la sede de la Agrupación Fotográfica San Dionisio (Torre del Agua, plaza Adolfo Rodríguez 4D, Jerez) hasta el próximo 17 de febrero.
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