Cuando en la próxima Semana Santa nos acerquemos al centro de nuestra ciudad, el eco lejano de los tambores será uno de los primeros indicios de que estamos más cerca de la normalidad en cuanto a los desfiles procesionales. Las bandas de música, bandas de cornetas y tambores y agrupaciones musicales son unos colectivos que, al igual que el resto de actores vinculados a las hermandades y cofradías, han sufrido con mucha dureza la pandemia y los efectos de tener dos Semanas Santas prácticamente en blanco.
La peor parte, sin duda, ha sido para aquellas bandas que, evidentemente no pasaban por sus mejores momentos, pero han acabado por extinguirse en el transcurso de estos dos años de incertidumbre.
En esta Semana Santa de transición hacia la normalidad, contaremos con un total de 41 formaciones que pondrán en nuestras calles alrededor de 3000 músicos. Nada menos que 3000 personas que, guiadas por un amplio abanico de motivaciones, contribuirán a hacer más grandes las procesiones en nuestra ciudad.
Bandas y músicos que, desde Ciudad Real hasta Almería, desde Jaén hasta Salamanca y, principalmente, desde la propia provincia de Cádiz y Sevilla se desplazarán hasta Jerez para ofrecer sus sones a nuestras imágenes titulares y acompasar el andar de los costaleros de nuestra ciudad.
Es importante recordar que dichas bandas, volverán a destinar la mayor parte de sus ingresos a alquiler de local de ensayo, compra y reparación de instrumentos, uniformes, autobuses, viáticos, etc. Por el contrario, ofrecen y seguirán ofreciendo a la sociedad y particularmente a los jóvenes interesados por este particular género, formación, instalaciones e instrumentos para poder desarrollarse musicalmente en el mundo de la Semana Santa.
Un fenómeno, este de las bandas de Semana Santa que, a fuerza de ser tan próximo y natural en nuestra tierra, nos impide ver la verdadera dimensión, potencial y trascendencia del mismo. Estas formaciones musicales, a la par que fijan una tradición y una cultura musical propia, la desarrollan y la enriquecen en forma de innumerables horas de ensayo, cientos de nuevas composiciones o recuperaciones históricas.
Las bandas, al mismo tiempo acercan a cientos de jóvenes a dichas tradiciones, a la música, a la religiosidad popular, a las obras benéficas y, en definitiva, contribuyen de manera irremplazable a fijar uno de los elementos identitarios más particulares de nuestra tierra.
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