David DeMaría: "Mi calendario emocional es la Semana Santa"

Cofrade del Cristo desde que nació y costalero durante seis años, el cantante jerezano, que ha publicado disco, 'Capricornio', se confiesa un apasionado del mundo cofrade, al que sigue en su día a día

David DeMaría, con su hijo en brazos vestido con el tradicional 'bacalao' del Cristo de la Expiración, en una pasada Semana Santa en Jerez.
David DeMaría, con su hijo en brazos vestido con el tradicional 'bacalao' del Cristo de la Expiración, en una pasada Semana Santa en Jerez. LAVOZDELSUR.ES

Su carrera musical le ha dado nombre y popularidad junto a un gran reconocimiento del que su Jerez no es ajeno. Una ciudad, la suya, que le apasiona, especialmente la Semana Santa.

Así es querido Kiko, un apasionado que, con solo recordar los aromas, los olores que te devuelven a la infancia... todo se convierte en una memoria emocional. Mi propio calendario de vida está muy muy implicado con nuestra Semana Santa. A mí me ha ayudado en mi carrera después de 25 años viviendo a caballo entre Madrid, las orillas de Cádiz y la visita a la casa de Jerez... Insisto, mi calendario emocional es la Semana Santa independientemente de lo espiritual, de la fe, de lo religioso. Son las raíces que te marcan y que me ayudan a poner ese calendario a cero. Llevamos dos años sin pasos en la calle. No veas cómo se echa de menos.

Dice que el mundo cofrade le ha ayudado en su carrera. ¿De qué forma?

Para un chaval de barrio de Jerez que solo lo llevan al Zoo o al museo en la época de los 70 o los 80 teníamos pocas alternativas culturalmente hablando. Aquí en Madrid a mi hijo lo puedo llevar al Reina Sofía o al Prado, o incluso al Bernabéu. Pero la Semana Santa para mí, artísticamente hablando, son las puertas de un montón de emociones y detrás de esas maravillas, de forma inherente, hay un tallista, una marcha procesional... las propias dolorosas son poesía: Amargura, Soledad, Consuelo, Desamparo, Esperanza... La Semana Santa para un niño de barrio fueron las puertas del aprendiz de poeta que me sigo considerando 45 años después.

"Soy un jerezano del sur que se ha venido a vivir al norte"

¿De dónde le viene esa pasión?

Nacía nada menos que en el Cerrofuerte, jugaba a la pelota en la plaza del Cristo de la Expiración. Mi abuela Carmen vivía en la calle Santa Clara pegada a San Miguel y mi abuela Isabel en la calle Galván a la vera de la Ermita del Cristo. Amor y Sacrificio, la Yedra y después han salido San Rafael y La Sed. He sido un niño muy de barrio aunque mi padre fue bombero y por eso viví en el Retiro, pasando toda mi infancia allí, pero cada día iba a casa de mi abuela y la Semana Santa las he vivido como un niño de barrio. También he sido monaguillo en el Cristo, he sido hermano de esa hermandad desde que tenía un año, a mi hijo lo he vestido los tres primeros años de su vida, cuando el Cristo pasa por Tornería, con la túnica que yo vestí. Todo es me viene de una auténtica raíz, por la crianza que he tenido, la educación, los principios y los valores que te dan un barrio tan añejo como son San Miguel, La Plazuela, San Telmo y el Chicle. Además, al instituto fui al Asta Regia y al Romero Vargas, que fue donde empezó el grupo Kelian 71 en la semana cultural del Romero Vargas. Soy un jerezano del sur que se ha venido a vivir al norte.

Incluso llegó a ser costalero.

Fueron seis años en La Paz y Concordia de la Hermanda de la Cena. Así que imagina lo que es el Lunes Santo cuando veo pasar a esta hermandad con ese palio de caídas de plata que no veas como se clavaba por Rafael Rivero solo al salir con 16, 17 y 18 años. Yo ya era David DeMaría y habíamos sacado Amor multiplicado por dos. Recuerdo ir debajo del paso y oía desde fuera decir en las calles estrechas, “ahí va cargando David DeMaría”. Ya sonábamos en la radio, sacábamos los videoclips... Hasta que me vine a vivir a Madrid y ya me desvinculé del día a día de las hermandades. Pero si yo viviera en Jerez, igual que mi primo Juan Pedro, que es hermano mayor de la Buena Muerte, no me importaría ser su mayordomo. Habría acabado trabajando en una hermandad porque, pese a las controversias que hoy se crean en la sociedad, la Semana Santa me sigue emocionando y hay miles y miles de personas que estamos de acuerdo en algo. En esa semana, los cofrades hacen que su hermandad vuelva a lucir su patrimonio, que las túnicas vayan impecables... Es muy bonito ver esa autodisciplina que la fe y las costumbres nos imponen emocionalmente. Todo esto se echa de menos y lo noto en mi hijo que en dos años sin Semana Santa se lo tengo que poner en Youtube para que no se olvide, igual que que su madre, que es valenciana, y casi se ha olvidado del himno de Valencia y sus fallas, una cremá. Es curioso como este parón, incluso a los niños, el hecho de que esto no sea como siempre cada año, hace que se les olvide. Hoy vivimos en tal velocidad de crucero y de información que buscan en una tableta un juego o unos dibujos animados. Es necesario que volvamos a tener en las calles nuestro patrimonio histórico, cultural y religioso promulgando la palabra de Dios.

"Siempre me he sentido un pregonero sin pregón. Son palabras mayores y respeto mucho ese acto"

Conociendo su talento para la poesía y  su sensibilidad para captar todo esto que nos cuenta. ¿Sería capaz de dar el pregón de la Semana Santa?

(Risas) A mí se me hizo un ofrecimiento muy cariñoso en su momento de escribir el prólogo de un libro sobre cofradías. Aquello me emocionó mucho pero no era ni padre todavía. Necesitaba vivir más experiencias. Estaba en una gira de 120 conciertos, grabando en Londres Caminos de ida y vuelta, llegamos a viajar hasta Estados Unidos a terminar el disco. Por todas estas circunstancias me vino muy grande y cada uno lo vive a su manera. Siempre me he sentido un pregonero sin pregón y no me vi preparado porque son palabras mayores y respeto muchísimo lo que es un pregón de la Semana Santa. Precisamente en aquel mismo momento me llegó una editorial que me propuso escribir un poemario. La propuesta de ser pregonero me ayudó a escribir Navegantes en un barco de papel en el que escribí una reflexión que se llama Pregonero sin pregón.

¿Cómo fue aquella reflexión?

'Entre mi buenos recuerdos cofradieros encontraré de repente un buen saludo embriagado de nostalgia, los sonidos de campanas que se escapan por los balcones de un campanario, estampas amarillentas de recuerdos consagrados y encontraré el consejo furtivo de aquel que es como un mago y amigo vestido con un sudario'. Me ayudó ese ofrecimiento a escribir este poemario pero me queda mucho por vivir y hay gente muy preparada en nuestra tierra para coger las riendas de un pregón. Tal vez me queden 20 años más, cuando me jubile (risas).

David DeMaría, en un 'selfie' en su domicilio madrileño.
David DeMaría, en un 'selfie' en su domicilio madrileño.

No dudó en adquirir un inmueble en Tornería para sus padres, una calle que no hace falta que la descubramos como uno de los ejes de la Semana Santa jerezana.

A mis padres me los traje de extramuros. Se me hacía muy difícil ver la Semana Santa a pie de calle. Me encanta ver los cortejos, ir a los rincones especiales y todo porque ya era David DeMaría, con todo lo que eso conlleva en lo popular. Me llevé un par de años alquilando un balcón, fui a un hotel e incluso arrendé un piso que daba a la calle Larga, donde hemos pasado unas semanas santas maravillosas con toda mi familia. En aquellos tiempos teníamos muchos conciertos, la cosa iba muy bien y le dije a mis padres que compraba en la calle Tornería, y les regalé el inmueble que en cierta forma también fue un autoregalo porque es una maravilla estar en pleno corazón de Jerez desde donde llevo a mi hijo a San Dionisio, a San Marcos, enseñarle la Catedral, hemos subido a la torre... todo esto me arraiga mucho. Aunque voy poco a Jerez, cuando voy siento Jerez, siento su corazón.

La Semana Santa también es música: las bandas, las marchas...

Nosotros nos hemos criado sin la tecnología actual. Recuerdo ir a San Juan de los Caballeros a escuchar los ensayos de la banda de San Juan, ir a San Telmo para lo mismo en calles escondidas como Santa Justa o tras la ermita. Cuando llegan las navidades, nuestros villancicos; cuando llega la Feria y el Rocío, nuestras sevillanas, nuestro flamenco; las marchas procesionales fueron para mí las puertas para escuchar otras músicas que se quedan arraigadas dentro de uno. Seguro que en alguna estrofa, en algún estribillo o en un arreglo musical de alguno de mis discos hay algo. Pasajes emocionales de La Madrugá, de Amargura, de Hermanos Costaleros o de cualquier composición que suena por las calles y que nos ponen a todos los sentidos abiertos y la piel de gallina.

Después del parón por la pandemia, ¿cómo está ahora mismo?

Seguimos navegando pero a vela y aprendiendo a manejar mejor los vientos. La inocencia en algo maravilloso pero también peligroso para un mundo tan complicado como este. Me he llevado tres años, incluyendo la pandemia, con la superación de una separación, con un hijo prácticamente bebe pero he seguido componiendo, he seguido preparando el disco y ahora por fin el escenario. Estamos con fuerza y aprendiendo a superar todas las tempestades. Estar dedicándote a esto 25 años después y tener un reconocimiento y un respeto es la mejor motivación para esta apuesta de vida, que nadie te contó como iba y que es un libro que se va escribiendo sobre la marcha. Y ahí estará esa tristeza positiva de las canciones de David de María, que es lo que intento transmitir.

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David DeMaría en brazos de su padre vestido de cargador del Cristo con apenas tres años.   LAVOZDELSUR.ES

¿Esperaba el éxito que tuvo en el Villamarta semanas atrás?

Había muchas ganas porque un disco que sacas el año pasado pensando que todo iba a ir normal y volvimos a tener olas de contagio del covid que suspendió todo: giras que teníamos planificadas por capitales importantes, las firmas de discos, la promoción in situ, todo eso se queda en un cajón. Así las cosas, había ganas de volver al escenario y eso que tengo prácticamente otro disco grabado. Sacaría un nuevo trabajo pero en el Villamarta nos dimos cuenta que la gente seguía los temas, que ese disco había sido escuchado en sus vidas. Todo el mundo cantó las canciones. La mitad del concierto fueron temas nuevos y en el resto hicimos un repaso por los temas de mi carrera. La realidad supera a la imaginación. Veníamos de dar un concierto en las fiestas del Pilar de Zaragoza, que fue precioso en la ribera del Ebro. También estuvimos en Gran Canaria, en el barrio alto de Las Palmas, antes del estallido del volcán. Antes, en la feria de Málaga. Pero en todos esos conciertos mi cabeza estaba en Villamarta ante la responsabilidad, pero estuvimos templados, conectamos y transmitimos.

Ha sido Rey Mago en su tierra, le ofrecieron el pregón... todo esto son honores reservados para jerezanos muy singulares. ¿Se siente valorado en su ciudad?

Es muy difícil para un 'popero' de Jerez tener reconocimiento en tu tierra, que es muy binaria también en su manera de analizar; siempre me he sentido respetado y querido, y en el Villamarta se volvió a corroborar más de 20 años después. Lo que más echo de menos es estar en mi tierra. Todo se andará, poco a poco. Al final, la cabra tira para el monte y sueño vivir entre viñedos y orillas.

"La fecha de la Semana Santa está bloqueada en mi calendario con un año de antelación. Estoy deseando ver la primera cruz de guía por la Tornería"

¿Le veremos por Jerez en la Semana Santa próxima?

Eso lo tengo bloqueado en el calendario con un año de antelación aunque tengamos un concierto importante. Solo una Madrugada de 2017 me salió una cosa en Marbella importante y, que Dios me perdone, pero esa Madrugada me la perdí por el pan de mi hijo. Otros años me he perdido algún día porque he ido a conocer la Semana Santa malagueña, la de Sevilla, la de Sanlúcar, Cádiz, El Puerto... cada vez que me he podido escapar lo he hecho pero no más de 24 horas. Nunca me ha gustado perderme ni un día en Jerez. Para este 2022, con mascarilla o sin ella, podremos disfrutar de una Semana Santa plena. Lo pasado nos ayuda ha recapacitar para ser más responsables, para poder seguir viviendo nuestras tradiciones. Como en el concierto del Villamarta, todo el mundo feliz y respetuoso. Estoy deseando oler el incienso, ver la primera Cruz de Guía aparecer por Tornería.

Sobre el autor:

KIKO ABUIN 1

Kiko Abuín

Periodista.

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