Teresa Rodríguez junto a la diputada por Granada Carmen Lizárraga.
Teresa Rodríguez junto a la diputada por Granada Carmen Lizárraga.

Este lunes termina el plazo para que los inscritos e inscritas de Podemos Andalucía voten en el proceso de primarias con la mirada puesta en las próximas elecciones autonómicas. O Teresa Rodríguez o Isabel Franco. O Andalucía o Madrid. O el Podemos que vació los círculos desde Madrid o la gente que resistió a las listas plancha, a los dedazos madrileños y al envío de cuneros de los que no sabe nada en las provincias por las que fueron elegidos desde que obtuvieron su escaño en el Congreso de los Diputados. O la España centralista o la plurinacional. O la España que sólo concede estatus de nacionalidad histórica a Cataluña y País Vasco o la que recuerda que Andalucía es como la que más, porque lo dijo el pueblo andaluz en las calles en 1977 y en las urnas en 1980.

Los inscritos en Podemos Andalucía elegirán entre varios binomios pero, antes de que se abran las urnas, Teresa Rodríguez ya ha ganado. La líder andaluza de la formación morada ha ganado al aparato de Madrid, que ha enviado de candidata a Isabel Franco, quemándola como futura opción y enfrentándola a la militancia morada que no elige en estas primarias entre Podemos y Anticapitalistas, sino entre centralismo madrileño o Andalucía.

Teresa Rodríguez en estos días de campaña ha llegado a parecer alternativa creíble a Susana Díaz con un discurso hacia fuera, frente a otro  identitario y de consumo interno de su rival, Isabel Franco. A pesar de lo que se cree, los procesos internos se ganan si el relato es en clave externa. Susana Díaz se estrelló contra Pedro Sánchez porque su discurso  fue identitario, a ver quién tenía el puño y la rosa más grande, frente a un Sánchez que planteó un modelo de país y una política de alianzas para derribar al PP. Gana quien abre puertas y ventanas al futuro y no los nacionalistas de siglas que siempre miran y suenan a pasado.

De tanto repetir que quiere crear una confluencia amplia, en la que quepan incluso socialistas críticos con la deriva del PSOE andaluz que representa el 'susanismo', Teresa Rodríguez se lo ha creído. O lo parece. Por primera vez, Rodríguez es una líder en positivo, del sí, frente a un liderazgo que demasiadas veces ha parecido excesivamente bronco y que ha proyectado imagen de comodidad como como líder del oposicionismo.

En contra del relato que viene de Madrid, Rodríguez ha ganado también enteros como líder de todo Podemos y no sólo de su sector, Anticapitalistas. La presencia en el equipo de Teresa Rodríguez, en la lista de Granada, de la profesora de Economía de la Universidad de Granada Carmen Lizárraga, vinculada al sector errejonista, rival directa de Rodríguez en el anterior proceso interno, mujer rigurosa, dialogante y de sobrada brillantez intelectual como para ser consejera de Economía o convertirse en la sustituta de Teresa Rodríguez si ésta no consigue ganar las próximas elecciones autonómicas, es un ejercicio de generosidad, diálogo y pluralismo que nada tiene que ver con la narrativa diabólica que desde Madrid han querido pintar sobre las intenciones de la líder andaluza de Podemos.

Mientras que desde Madrid, a través de Isabel Franco, la dirección estatal de Podemos ha intentado pintar un panorama desolador, de una Teresa Rodríguez que se come a los niños por las noches y a los viejos en la hora de la siesta, la realidad es que la líder de Podemos Andalucía ha tejido un equipo de complicidades plurales de la que la máxima expresión es Carmen Lizárraga, pero no la única.

En esta terna de complicidades, en las antípodas del sector anticapitalista, están la profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla Esperanza Gómez, antigua asesora del gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero y parlamentaria andaluza de Podemos, o la diputada por Jaén Mercedes Barranco, la ambientalista que artículo a artículo está participando en la elaboración de una futura ley autonómica de cambio climático que estará entre las más progresistas de España, si consigue aprobarse antes de que Susana Díaz convoque elecciones.

Entre Podemos y Andalucía, Rodríguez ha repetido hasta la saciedad que su causa es Andalucía. Y eso, poner primero a Andalucía, es entender y aprender de las cosas buenas que ha hecho el PSOE andaluz, que algo habrá tenido que hacer bien para llevar 37 años en San Telmo. El gran logro del PSOE andaluz ha sido actuar y ser un partido andaluz; un partido que ha sabido hacer programas electorales con los anhelos y necesidades del pueblo andaluz.

Un partido que ha combinado su oferta con la demanda del pueblo andaluz, que ha creado un espacio político que va desde las cofradías hasta el movimiento feminista; un partido que es referente en las grandes capitales y también en las ciudades medias y en el medio rural; un partido que habla todos los acentos de Andalucía y que tiene presencia en las más de 60 comarcas y en los casi 800 pueblos que tiene Andalucía en sus 87.000 kilómetros de extensión.

Con la más que probable victoria de Teresa Rodríguez, a la dirección de Pablo Iglesias se le plantea un problema o una oportunidad, depende del nivel de testosterona con el que digieran el resultado. El problema es tener en Andalucía a una candidata que quiere defender a Andalucía en Podemos y no Podemos en Andalucía. La oportunidad es entender, de una vez por todas, que Andalucía no es menos que Cataluña, País Vasco o Galicia, que los andaluces no quieren ser más que nadie pero tampoco menos y que los militantes de Podemos en Andalucía quieren estar en Podemos siendo andaluces para ganar las elecciones en la única comunidad autonómica de España donde no ha habido cambio de gobierno desde que recuperamos la democracia en 1978.

Sólo si Podemos consigue vencer o avanzar notablemente en Andalucía, y esto sólo será si Podemos habla todos los acentos andaluces y es visto como un partido de cercanía y no como una franquicia, será posible que Podemos tenga un día un presidente del Gobierno en Moncloa que abra las grandes avenidas de este país para un cambio que ahora mismo está hibernando.

Sobre el autor:

Raúl Solís

Raúl Solís

Periodista, europeísta, andalucista, de Mérida, con clase y el hijo de La Lola. Independiente, que no imparcial.

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