Mientras los niños —con sus piececitos bien colocados— saludan desde el tren en marcha, Pedro Martín y Claudio Troncoso disfrutan del único banco a la sombra. Ambos, fundadores de la asociación amigos del ferrocarril de Jerez y ya jubilados, sonríen ante la recuperación del trenecito de la localidad —por parte de Infraestructuras y la asociación—, después de que se llevara más de una década inactivo. Aun así, piensan que el espacio podría estar mejor acondicionado. "Esto es lo malo, que aquí no hay sombrita", incide Claudio.

Son las 12:00 horas de un polémico 1 de octubre y varias familias han decidido acercarse al parque Vallasequillo para presenciar la reinauguración del tren que en su día Pedro Pacheco ya estrenó en abril de 2003. "Aquí cada alcalde que ha llegado lo ha inaugurado", bromea Pedro mientras Yeray García, el más joven de la asociación con 24 años de edad, se levanta de su puesto de maquinista y le da paso a otro compañero. "Este, este es el héroe que ha arreglado todas las vías del circuito", dice Pedro señalando a Yeray.

Entre los presentes en el acto se encuentran Natalia Cumbreras y Zaida Graterol, dos vecinas del barrio de Vallesequillo y habituales del parque. "Solemos venir todos los días con los niños y es cierto que hacía falta una atracción como esta", expresa Zaida. "Y la verdad es que hemos visto cómo el chiquillo ha estado trabajando durante todos los días", enlaza Natalia. "Él solo", añade mientras señala a Yeray, ese joven maquinista que, minutos antes de la primera salida, estaba montando las últimas piezas del tren. Yeray comenzó la aventura de arreglar el circuito del tren de Vallesequillo en enero de 2016, con la colaboración del área de Infraestructuras del Ayuntamiento de Jerez. "La asociación cogió las llaves y yo me ofrecí, sé soldar y no iba a dejar que esto quedara así", asegura.

Según cuenta, la razón para llevar a cabo la rehabilitación del ferrocarril era sencilla: "¿Y por qué no? Esto estaba abandonado y solo necesitaba un lavado de cara". No obstante, Yeray también guardaba un motivo personal. En mitad de la entrevista su sobrino Álvaro se le abalanza y ambos se funden en un abrazo. "Este es el motivo principal", susurra. ¿Te gustan los trenes? "¡Me encantan! Me viene de familia", contesta el pequeño mientras señala a su tío. Yeray no puede evitar emocionarse. Dice que le está inculcando la misma pasión que él sintió de pequeño por los ferrocarriles, que le encantaría que su sobrino fuera el futuro maquinista del tren de Vallesequillo y que ojalá gracias a este tren muchos niños empiecen a interesarse por ellos.

"La asociación cogió las llaves y yo me ofrecí, sé soldar y no iba a dejar que esto quedara así"

Pero cuenta que su afición nunca habría llegado si su abuelo, cuando él era un crío, jamás hubiese comprado la película Dumbo en el antiguo Continente. "Me impactó tanto que desde entonces siempre pedía trenes por Navidad". Desde aquel momento siempre estuvo rodeado de réplicas en miniatura. "Si todos los niños se iban de viaje a Disneyland Paris por la Comunión, mis padres me llevaron al Museo del Ferrocarril de Madrid Delicias", sonríe. Poco más tarde, con doce años, Yeray ingresó en la asociación jerezana cuando la conoció en la primera inauguración del tren de Vallesequillo en 2003. Narra que paseaba con su familia por la zona cuando se percató de que había unas vías ferroviarias. Yeray se quedó maravillado, fue corriendo hacia el maquinista y le preguntó: "¿Señor, señor, qué está haciendo?". Desde entonces, ese tren —el que ahora funciona gracias a él— fue la clave para potenciar y cultivar su pasión. Una pasión que va más allá de la mera afición.

En la actualidad, después de dejar Bachillerato y terminar un grado medio de Soldadura, Yeray se encuentra desempleado. Sin embargo, está decidido a marcharse al País Vasco para cumplir su sueño: "Me gustaría trabajar conduciendo locomotoras de vapor, pero solo hay dos que funcionan con regularidad y se encuentran allí". Según este joven, "muchas veces cuando eres un niño una idea puede calar en ti y definirte como persona", y para él, los trenes le han ayudado a ser de una determinada manera: observador, detallista, diferentes puntos de vista... "Pero lo vital aquí es pasártelo bien, y sobre todo, con este tren tú eres el personaje; qué mejor forma de entender los trenes que viviéndolos".

Durante más de un año y medio Yeray ha estado trabajando en el circuito del tren—en sus días libres— al menos desde las diez de la mañana hasta las doce de la noche. En ocasiones, con la ayuda de Manolo Orellana Lozano, otro miembro de la asociación jerezana. "Pero bueno, esto no se termina nunca, siempre se puede mejorar", indica. Desde el inicio de este mes, el tren de Vallasequillo estará operativo cada domingo desde las 11:00 hasta las 14:00 horas, "el tiempo que dure la batería". Así que por lo pronto, Yeray trabajará, por amor a los trenes, como maquinista de la locomotora de Vallasequillo.

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Claudia González Romero

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