Un gaditano ha sido condenado a tres años y medio de prisión por la Audiencia Provincial de Cádiz por agredir brutalmente a una joven después de que ésta defendiese a su hermana síndrome de Down tras los comentarios emitidos por el mismo en un local del municipio, según informan desde el Diario de Cádiz.
El ataque, efectuado con un vaso de cristal por uno de los encausados, tuvo lugar de forma sorpresiva a las puertas de un bar del barrio de Astilleros en el año 2016. La denunciante, con 33 años por aquel entonces, sufrió importantes heridas faciales y perdió cinco piezas dentales.
Tres años después de lo ocurrido y tras haberse sometido a cirugía, la joven presenta una deformación "grave" en el rostro, con cicatrices que forman una circunferencia desde el puente nasal hasta la boca, coincidiendo con el contorno del propio vaso con el que se produjo el ataque. Por ello, el tribunal de la Sección Cuarta ha dictaminado que el ahora condenado indemnice a la mujer con la cantidad de 41.515,71 euros en calidad de los daños causados.
La sentencia da por probado que el pasado día 24 de abril del año 2016, sobre las 21:45 horas, el procesado y la víctima coincidieron en un local ubicado en la calle Emilio Castelar. En un momento dado, y tras el comentario que el sujeto emitió sobre la hermana de la denunciante afectada de síndrome Down, se produjo una discusión verbal. Un cliente del bar hizo de mediador en la disputa y, con la intención de ponerle fin, le dijo al acusado que saliese del establecimiento. El hombre así lo hizo pero esperó fuera. Instantes después, cuando la joven salió a las puertas del establecimiento para fumar, el encausado la golpeó por sorpresa con un vaso de cristal en el rostro.
Durante la celebración del juicio, el acusado reconoció, en la vista oral, que mantuvo una discusión con la denunciante tras emitir un comentario sobre su hermana que le molestó. Además, señaló que la joven "tomó una actitud violenta e incluso le dio una patada", por lo que decidió abandonar el local. Manifestando que la mujer fue tras él y en un momento, al hacer un gesto con las manos, accidentalmente se le escapó el vaso que impactó en la cara de la mujer.
Por su parte, la denunciante explicó como el acusado se acercó a su hermana que bailaba en el bar. La mujer se lo recriminó por dos veces y, como no le hacía caso, le dijo de forma vehemente que "dejase en paz a su hermana". Al poco tiempo, dijo, salió a fumar. Cuando aún no había cruzado la puerta, sin mediar palabra, recibió un golpe en la cara con un vaso que la hizo caer al suelo.
El tribunal de la Sección Cuarta escuchó los testimonios de los implicados y ha calificado de "difícilmente creíble" la versión del encausado, otorgando así plena validez a la narración de la damnificada. Apuntando, además, que "la brutalidad de la acción, emprendida con un instrumento peligroso", junto a "la falta de provocación de la víctima y la imposibilidad de defenderse de la misma", por la sorpresividad del ataque, "han sido criterios valorados" para dictaminar la final sentencia condenatoria.
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