La antigua nave espacial Cosmos 482, lanzada en 1972 por la Unión Soviética como parte del programa Venera con destino a Venus, ha finalizado esta mañana su recorrido orbital al precipitarse sobre el océano Índico, según ha confirmado la agencia espacial rusa Roscosmos. El impacto se produjo a las 8:24 horas (hora de Moscú), frente a la costa occidental de Yakarta, capital de Indonesia.
La Agencia Espacial Europea (ESA) también ha hecho seguimiento del suceso. Según sus datos, los radares captaron la presencia del objeto sobre Alemania entre las 6:30 y las 8:04. Sin embargo, al llegar el momento estimado de la reentrada, a las 9:32, el radar ya no pudo seguir su trayectoria, lo que llevó a deducir que el impacto se había producido. "El descenso del aparato se controló mediante un sistema automatizado de alerta sobre situaciones peligrosas en el espacio cercano a la Tierra", indicó Roscosmos en su comunicado.
Una cápsula construida para sobrevivir
La peculiaridad de Cosmos 482 reside en su diseño. La cápsula, de 495 kilos, estaba construida para resistir las condiciones extremas de la atmósfera venusiana: 300 G de aceleración y 100 atmósferas de presión. Revestida con una cubierta de titanio, la sonda fue preparada para sobrevivir a uno de los entornos más hostiles del sistema solar, por lo que su paso por la atmósfera terrestre no suponía necesariamente su desintegración.
Tras el lanzamiento, ocurrido el 31 de marzo de 1972 desde el cosmódromo de Baikonur, un fallo técnico provocó que la nave no alcanzara la velocidad necesaria para salir de la órbita terrestre. Según los informes técnicos, el artefacto se fragmentó en cuatro partes: dos de ellas se desintegraron en los días posteriores, mientras que otras dos (incluyendo la cápsula de aterrizaje) permanecieron en una órbita alta hasta su reciente reentrada.
A diferencia de otros satélites y restos espaciales, que suelen desintegrarse por completo al entrar en la atmósfera, Cosmos 482 podía sobrevivir intacta. Las autoridades espaciales han señalado que la cápsula incluía también un paracaídas de 2,5 metros, aunque es improbable que funcionara correctamente después de más de medio siglo.
Por el momento, la ESA no ha confirmado si alguna parte del módulo ha sido recuperada o localizada tras el impacto. Tampoco se ha informado de daños materiales ni personales. Los expertos consideran que la caída se ha producido en una zona oceánica remota, sin riesgo para la población.



