La Supercopa desde dentro: así la vive un gaditano que trabaja en Arabia

El evento forma parte de una estrategia de blanqueamiento del país llevada a cabo por el Príncipe heredero. La vida para los expatriados sigue siendo distinta a la de los saudíes

El estadio de la Supercopa en Arabia en una imagen realizada por Carlos
El estadio de la Supercopa en Arabia en una imagen realizada por Carlos

“Se saben la alineación del Cádiz”, comenta Carlos García, un ingeniero gaditano que desde hace un año vive en Riad, capital de Arabia Saudí y sede de la Supercopa de España hasta 2029. “Tenemos una broma aquí que es que puedes hacer cualquier trámite administrativo diciendo Real Madrid o FC Barcelona”, cuenta Carlos que, además, añade que la influencia del fútbol español en el país del Golfo es mayor que la de la Premier League o la Champions League, “aquí casi todo el mundo veranea en Marbella.

Estas palabras contrastan con las imágenes de las dos semifinales que se han disputado en la capital saudí y en las que han participado Real Madrid, FC Barcelona, Atlético de Madrid y Athletic Club. En ninguno de los dos partidos se llenó el estadio. Según Carlos, esto ha sorprendido a los propios españoles expatriados. De hecho, ni siquiera ha habido un gran despliegue publicitario por la ciudad.

Arabia Saudí sigue siendo un país dictatorial, actualmente gobernado por Mohamed bin Salmán, Príncipe heredero. Según Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, la Supercopa de España estaba contribuyendo al desarrollo del papel de la mujer en el país. Carlos afirma que la Supercopa “no ha cambiado nada, sino que forma parte de una estrategia global”. La estrategia busca blanquear el país para atraer inversión extranjera y turismo, aunque Arabia se sigue rigiendo por las leyes islámicas y, por ejemplo, la homosexualidad sigue completamente prohibida.

“Están intentando abrirse porque saben que una vez se acabe el petróleo, tienen que ser atractivos, están explotando mucho el turismo como fuente de ingresos”. En este sentido, el país más rico del Golfo “está construido desde la influencia de los ingenieros americanos que les enseñaron hace 50 y 60 años a explotar los pozos petrolíferos”.

Carlos reconoce cambios en los últimos años. En materia económica, están aterrizando en el país diferentes cadenas de hoteles internacionales. Además, en el apartado de ocio, se está celebrando en los últimos años un Gran Premio de Fórmula 1, la Fórmula E, el Meadle Beast Festival – en el que participan los mejores DJs del mundo – y, por supuesto, la Supercopa de España.

Los españoles y el resto de extranjeros que viven en el país lo hacen en urbanizaciones propias con seguridad privada “donde no rigen las leyes islámicas”. Entre otras cosas, en esos espacios los restaurantes no cierran a la hora del rezo. Los saudíes rezan cinco veces al día. Sin embargo, a este joven gaditano le llamó la atención “que el cambio cultural no es tanto más allá de las vestimentas”, en referencia a la ciudadanía. La razón de esto es que la mayoría de la población estudia en Inglaterra o Estados Unidos “y luego vuelven a las empresas de aquí”. Hay un cupo que obliga a las corporaciones a contratar entre un 25 y un 30% de trabajadores autóctonos.

La situación de las mujeres es lo más preguntan los periodistas españoles que han acudido a cubrir la Supercopa. Esto varía mucho entre la población saudí y las mujeres extranjeras. Legalmente no está habiendo cambios en el país. Por ejemplo, ya no existe la obligación de que usen velo o la abaya, una sábana fina que cubre desde la cabeza hasta los hombros, “algunas mujeres expatriadas lo usan para evitar comentarios, sobre todo en verano”, reconoce Carlos.

Seguramente, el cambio más significativo fue la retirada de la mutawa, una especie de policía religiosa que vigilaba el cumplimiento de las leyes islámicas – con potestad de encarcelar – y situaciones como que las mujeres fueran con abaya, que los hombres no llevaran bermudas, que los hombres no quedaran con mujeres que no fueran su mujer, que los bares cumplieran la segregación entre familias y sexos o que no se diera la mano a una mujer si no estabas casado. A pesar de ello, aún hay mucho “recelo” en la población a saltarse este tipo de normas.

Los cambios más bruscos que observa la gente occidental que vive en el país ocurre en los festivales de música. Carlos manifiesta que es en esos lugares donde se ven puntos más “disruptivos”, como, por ejemplo, “pelados raros” que se alejan de la norma en el mundo árabe. Todo ello siempre respondiendo a la proyección internacional.

Sobre el autor:

Emilio Cabrera.

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