Después de que este medio publicara la historia de la comunión de los horrores de una familia jerezana, que contaba cómo dejaba que desear el servicio de un catering que sirvió adobo “más negro que el volcán de La Palma" o solomillo —en lugar de la carrillada del menú— que estaba "duro, feo, y con tres patatas congeladas”, otra familia ha querido narrar su experiencia con la misma empresa.
En este caso, la familia de Laura —nombre ficticio— contrató a Catering Martínez, una empresa con más de 15 años de experiencia en el sector según su cuenta en redes sociales, para celebrar la comunión de su hija, que terminó siendo un desastre.
“Las mesas estaban vacías y ellos llevaban dos barreños de metal con bebidas”, cuenta Laura a lavozdelsur.es. “De comida no había nada porque los proveedores les habían fallado”, sigue relatando. De hecho, a mitad de la misa de la comunión, el padre de la niña se tuvo que salir de la iglesia para abonar el dinero que quedaba pendiente para que compraran marisco, “porque les había fallado también”.
El precio total del catering, con un menú a 32 euros por adulto y 12 euros por cada niño, ascendió a 2.500 euros, que Laura considera que es excesivo por el servicio que recibieron. “En cada mesa pusieron un plato de queso, un plato de jamón y un plato con cuatro gambas podridas que enjugaban y volvían a meter en tápers”.
El menú consistía en arroz caldoso, presa ibérica con guarnición de patatas y de postre sorbete o café. “La tarta la llevamos nosotros”, dice Laura, quien se queja de que “apenas puso entrantes”. Además, por una mesa de chucherías con unos cuantos tarros con gominolas, cobró 300 euros extra. “Ya hemos asumido que perderemos el dinero, pero no queremos que le vuelva a pasar a ninguna otra familia”, insiste Laura. Este medio se ha intentado poner en contacto con Catering Martínez, sin éxito.
"Salían moscas de platos tapados"
Hace unos días, lavozdelsur.es publicó la historia de Carlos, un jerezano que contrató los servicios de Catering Martínez para la comunión de su hijam que fue un "caos", según relata. “Nos encontramos con mesas para 15 personas con solo tres platos de queso cada una, que, cuando destapabas, veías ocho cañitas finas como el papel. Además, salían moscas de dentro de unos platos que no estaban tapados”, se queja.
De algunos platos salían moscas. “En uno había ocho gambas con un montón de coliflor cortada y de ensaladilla solo había tres tapas para quince. Los chocos fritos eran finos y estaba duros como si mataras a una lagartija y la dejaras al sol a secar”, asegura Carlos.
Cuando acabó la comunión, el padre de la niña asegura que la encargada se llevó toda la comida y bebida que no se había consumido. “Pagamos casi 800 euros por el servicio, este señor me pedía el dinero por adelantado y nos quedaba por dar 120 euros que no le iba a dar”, explica el jerezano. "Nos ha costado la misma vida juntar este dinero para que ahora haya salido así", lamenta.
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