Aunque el doctor Lucas Campos certificó su defunción por una infección, José Ribeiro da Silva no estaba muerto. Por un fallo médico, este hombre natural de la ciudad brasileña de Uruaçu fue metido en una bolsa mortuoria e introducido en cámara frigorífica para evitar la descomposición del cadáver.
Este es el protocolo que se suele seguir ante cualquier muerte, pero en el caso de Ribeiro estamos hablando de una persona que seguía vivo, tal y como pudo comprobar su familia cuando acudió al hospital para autorizar el traslado de sus supuestos restos mortales a la localidad en la que iba a ser inhumado.
Los empleados funerarios fueron los que se dieron cuenta, cuando iban a preparar al presunto muerto para el velatorio, que José seguía con vida. Estaba con los ojos abiertos y respiraba con muchísima dificultad. Se estima que el paciente pasó cerca de cinco horas dado por muerto pese a estar con vida.
Tras esto, fue trasladado de urgencia a un hospital, donde intentaron, sin suerte, estabilizarlo. Ribeiro da Silva acabó falleciendo, esta vez sí, por una hipotermia. Su familia ha denunciado lo sucedido y la Policía está investigando el caso como presunto homicidio.
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