Rosa Molina junto a
Rosa Molina junto a

“Es un poco cansado decir siempre que somos mujeres y que tenemos capacidad para componer y cantar carnaval”. María Núñez (Triana, 1982) se dedica al carnaval desde hace 17 años. La primera vez que tuvo contacto con este mundo fue gracias a la comparsa femenina de Sevilla, que nació de la charanga Los Caperucitos, allá por el año 2000. “Mucho ha llovido desde entonces”, comenta María echando la vista atrás. A ella ya nada le pilla de sorpresa, cuando le piden su opinión respecto a la figura de la mujer en el mundo del carnaval. “Ojalá la gente nos preguntara más por nuestro trabajo.

Es cierto, somos mujeres, pero eso no debería cambiar nada”. A pesar de la revolución feminista que se está viviendo en los últimos años, esta sevillana, concursante veterana del COAC, defiende que hace ya bastante que las “mujeres forman parte de este mundo de la misma forma que los hombres”. Asegura que durante todo este tiempo esta pasión le ha surgido de “manera natural” e incide en que a veces “no nos damos cuenta de que somos mujeres hasta que nos lo preguntan”. Una crítica dura, que, sin embargo, no exime a esta autora de carnaval -una de las pocas que existen actualmente- de sentir cierto orgullo por ello. “Me encanta la idea de poder ser un referente inspirador para cualquier chica que se esté planteando si esto es posible”, indica. “Pero no me siento precursora de nada”, matiza.

La primera vez que María se lanzó a componer fue gracias a la insistencia de Cristina Calle. Junto a ella ha presentado multitud de comparsas en el concurso del Gran Teatro Falla. “Comencé con algún que otro pasodoble suelto. No me atrevía a hacer mucho más” hasta que ella la convenció de que lo hiciera y gracias a un trabajo común y “sacrificado” han presentado comparsas como Las Malas, en las que un grupo de mujeres iban caracterizadas de brujas. Es en sus letras donde deja ver María ese espíritu carnavalero, esas ganas de cambiar las normas desde la libertad del aire que brinda febrero. “Con este tipo y esta comparsa lo que intentamos criticar fue el hecho de que a algunas mujeres se les tilde de malvadas”. Reírse del mito y acrecentar el espíritu crítico, jugar con las coplas y hacer que su mensaje prevalezca. Un cántico a la igualdad, aunque no sólo dentro de los ámbitos del carnaval.

Este año, las sevillanas han subido a las tablas del Gran Teatro Falla, Tattuaje, que se ha podido escuchar ya durante la fase de preliminares del COAC 2019. En ella, han mezclado la copla española con los ritmos del 3x4. Una simbiosis de compases que sirve como telón de fondo para unas letras cargadas de reivindicaciones.

Rosa Molina (1991) es de Huelva, otra de las ciudades donde más brilla el carnaval, uno de los más antiguos de España. Es ferviente impulsora de la imagen de la mujer en el concurso de agrupaciones y este año repite en el COAC, con la comparsa El último Dios, pues ya estuvo con su agrupación el pasado concurso. Ella, al contrario que María, cree que la igualdad en el mundo carnavalero no se ha logrado del todo, “pero estamos en camino de conseguirlo”. Son muchos los que aseguran que la trayectoria de su grupo en el concurso onubense ha sido una de las más penalizadas por el hecho de pertenecer a una comparsa formada mayoritariamente por mujeres. “Nadie nos ha puntuado como creíamos que nos merecíamos. Sobre todo, el jurado. Es verdad que por parte del aficionado y del carnavalero, siempre hemos sentido ese calor, ese apoyo, por decirlo de alguna forma, y nos han dado siempre las felicitaciones cuando la comparsa ha gustado”.

El pasado carnaval, su comparsa fue una de las primeras en llegar a la final del Concurso Colombino, además de conseguir un tercer premio: “Mi comparsa entera se siente orgullosa de haber conseguido tantos objetivos como los que teníamos en mente. La satisfacción es enorme porque todo ha ido acompañado de trabajo y muchísimo esfuerzo”, asegura. Parte de su éxito se debe a la autoría de Nelli Conde [defensor acérrimo del movimiento femenista] y su director Víctor Quintero, quiénes les han dado en estos últimos años más calidad, aún si cabe, a sus letras y su música.

Comparsa 'La canción perdida'. Comparsa 'La canción perdida', del pasado concurso, en la que actuó Rosa Molina. / Manuel Fernández.

Entre matiz y matiz, María resalta otra realidad: “Me siento integrada y espero que me traten como a cualquier grupo, pero lamentablemente a veces parece que compitamos entre nosotras. En ocasiones, son los medios y el público los que comparan entre dos agrupaciones femeninas, cuando se tendría que hacer con todo el concurso”.

Un pasodoble de lucha por la igualdad encarnado en un nombre de mujer

Dentro del mismo círculo de figuras femeninas de la ciudad hispalense, trabaja desde hace bastantes años Alba González, (Sevilla, 1991). La popular bombista de la chirigota del Bizcocho asegura que aquel año, el 2017, le “cambió la vida por completo”. Una chirigota mixta, por aquello de que la integraban hombres y una mujer, llegaba a la final del concurso de agrupaciones. El querido Manuel, de No te vayas todavía puso el foco en esta joven sevillana que lleva toda su vida vinculada a la fiesta. “Yo ya salía con Cristina y María, debuté con ellas en Las Calles de Harlem en 2010 y hace dos años, aprovechando que ellas descansaban, Antonio me pidió ayuda porque se les había ido el bombista”. Recuerda la joven que tuvo que aprenderse el repertorio en apenas un mes. Entró en la chirigota el 22 de diciembre y actuaron un 26 de enero. “A veces me reconocen más por ser mujer que por haberme aprendido las letras en tan poco tiempo”, asegura algo apenada mientras insiste en que “ese año fue toda una locura”.

Ella sí que piensa que se nota la diferencia entre los hombres y mujeres dentro del carnaval “la realidad es la realidad”. Se nota por “número y por escasez, pero creo que en el concurso te valoran de la misma manera”. No obstante, reseña que a veces el aficionado es el menos justo de todos. “Recuerdo haber cantado con la comparsa de Sevilla y ver el teatro medio vacío, el público suele pensar injustamente: buff una comparsa de mujeres”. Aunque esto mismo es una tendencia que “está cambiando en los últimos años porque el carnaval es un mero reflejo de la sociedad y con la revolución que estamos viviendo, era algo natural; algo que tenía que venir”, asegura.

La joven chirigotera, que este año vuelve a subirse a las tablas con Los Jarabe de Palo, aún recuerda emocionada aquel pasodoble que le dedicaron sus compañeros de agrupación. “Hay gente que lo recuerda como el pasodoble de Alba, pero a mí no me gusta esa coletilla, porque no lo es. Es el pasodoble a la mujer, a la lucha femenina”, comenta. Lleva tantos años en el mundo del carnaval (como el resto de sus compañeras) que sabe todo “lo que es esta fiesta y todo lo que significa”.

Pese a anunciar benevolencia por parte de los jueces de estos concursos, las cifras avalan el hecho de que pocas mujeres, ya sea intérprete, autora o música, han llegado a la final del COAC. Por consiguiente, en el caso de Cádiz nunca han ganado ningún premio, aunque tal y como indican “es solo cuestión de tiempo”.

No obstante, todas estas mujeres son capaces de relatar anécdotas con respecto a su trabajo. “Antes de empezar una actuación en el Auditorio Rocío Jurado, el guardia de seguridad no me dejaba acceder al escenario porque pensaba que era la novia de algún compañero”. Aunque Alba lo recuerda con cierto cariño, se lamenta por el hecho de tener que explicar que formaba parte de la agrupación. “Usted verá, pero sin mí esta gente no canta”, dijo entonces.

Rosa lo ha sufrido más de cerca. “Yo he sentido cómo un concurso se lleva dándote palos y decepciones año tras año. Después de presentar comparsas fantásticas y saber que gustaron y que tenían calidad, ves que no te dan el pase solo por el hecho de pertenecer al género equivocado”, lamenta la comparsista.

Comparsas mixtas, comparsas femeninas y comparsas a secas

Uno de los aspectos más reseñables está en la propia diferenciación en el lenguaje. “Creo que todas las agrupaciones, todas las comparsas, en el sentido concreto de la modalidad somos una 'comparsa', sin ponerle apellidos ni diferenciarnos de las demás. Decir seguidamente si es masculina o femenina, creo que ya sobra ¿no?”, explica Rosa. En Huelva su agrupación es conocida como la comparsa de las niñas. “En la intimidad del carnavalero no me molesta de la misma forma, porque sé que la gente que me rodea lo hace desde el cariño, pero en el entorno profesional, sí”, matiza.

‘Mujer tiene que ser’, un espectáculo de empoderamiento femenino

El espectáculo Mujer tiene que ser vino de la mano de José Manuel Aranda, Rafael Aranda 'Taleguilla' y Manolo Ruiz. Se presentó como una actuación en la que se cantaron una serie de coplas carnavaleras referenciando a la mujer dentro del mundo del carnaval. La mujer toma, así, un papel protagonista y se realza la importancia de la misma y de su trabajo.

El proyecto salió adelante con voces y trabajo de muchas carnavaleras que día a día reman por la fiesta, entre ellas, la propia Rosa. Se estrenó el pasado mes de octubre en Alcalá de Guadaira y “la gente aceptó el espectáculo de una manera muy positiva a pesar de que no sabían lo que se iban a encontrar, ya que la publicidad no dejaba muy claro en qué se basaba el evento”, indica. Finalmente fue todo un éxito.

Estamos en el camino, es lo que todas ellas resaltan. Para eso y para que no hagan falta estas "distinciones" es muy importante “seguir en la lucha” y “seguir arriba”. Que todos los carnavaleros tengan claro que la batalla “no es solo cosa de las mujeres”. “Entender que esto es un problema social y que el carnaval es el máximo exponente de esta crítica”, incide Rosa. Una plataforma escuchada por muchos que hace de altavoz para que estas ideas tomen la presencia y el valor que desde siempre merecen. Por eso no está de más predicar con el ejemplo, ya que ésta, como decía aquel bonito pasodoble dedicado a todas las mujeres, debe ser la fiesta de la igualdad.

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Setefilla R. Madrigal

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