Inmaculada vive "un infierno" en un bloque de Málaga lleno de ocupas: “La Policía me dice que me vaya”

La malagueña es una de las seis propietarias que quedan en un inmueble donde ocho de los 14 pisos están ocupados ilegalmente desde hace tres años por una familia que “destroza las zonas comunes y están todo el día haciendo ruido”

Puerta destrozada del piso de enfrente de Inmaculada en un bloque de Málaga lleno de ‘okupas’.   CEDIDA
Puerta destrozada del piso de enfrente de Inmaculada en un bloque de Málaga lleno de ‘okupas’. CEDIDA

“¿Sientes los golpes?, es así todo el día”, suspira Inmaculada, de 52 años, al otro lado del teléfono. Un ruido constante resuena al mismo tiempo que la malagueña intenta ignorarlo. “Vengo de trabajar 17 horas y lo que quiero es acostarme. Me pongo los tapones, me los meto tan profundo que me voy a perforar los tímpanos”, cuenta a lavozdelsur.es. Con la esperanza de que el escándalo cese, la técnica de rayos X lanza una llamada de socorro. Está harta. Lleva desde noviembre de 2018 soportando el incivismo de los ocupas que se apropiaron de la mitad de los pisos del bloque donde vive. De las 14 viviendas del inmueble situado en la calle Eugenio Grosso, en Málaga capital, ocho están ocupadas, tan solo residen 6 propietarios.

Hace tres años, de buenas a primeras, los ocupas comenzaron a instalarse sin control.  “Aquí no se puede ni descansar, ni dormir, ni vivir tranquila. No le tienen miedo a nada, saben que la ley los protege”, expresa la vecina que vive sola en el 6ºA. El último episodio tuvo lugar el pasado miércoles por la noche cuando un hombre se coló en el piso de enfrente. “Sentí un golpe, miré por la mirilla y pensé, ya están aquí otra vez”, dice Inmaculada. De inmediato llamó a la Policía a las 22.11 horas y le comunicaron que iban a enviar una patrulla. El reloj marcó las 22:36 horas y, como aún no había llegado, volvió a contactar con los agentes, que, en ese momento, no tenían ninguna disponible.

Restos de objetos rotos en la escalera.   CEDIDA
Restos de objetos rotos en la escalera.   CEDIDA

La malagueña acudió a un mediador para que diera el aviso a la compañía de seguridad, que volvió a dar el toque a la Policía. “Habían destrozado toda la pared para poder quitar la puerta antiocupa, estaba todo el suelo lleno de cascajos de haber picoteado todo y, al abrir la puerta, me había entrado la suciedad”, explica.

Cuando llegó la Policía, identificó a los nuevos inquilinos y se marchó. “Una vez que cogieron sus datos, le pasó el carné por debajo de la puerta y adiós, no hizo nada porque decía que ya estaban dentro, pero acababan de entrar”. Inmaculada se temía lo peor, impotente, no pudo hacer nada más. “La policía me dijo que me había tocado la lotería, esa fue su respuesta”, lamenta. La ocupación tuvo lugar justo el mismo día que los agentes se habían personado en el bloque para identificar por orden del juez a los ocupas. “No le temen a nada porque saben que las leyes les favorecen”, dice indignada.

“Los ocupas no le temen a nada porque saben que las leyes les favorecen”

No era la primera vez que el nuevo vecino intentaba ocupar el 6ºB. Según la vecina, ha estado probando hasta tres formas distintas de entrar. “Incluso una vez con una radial pero la policía llegó a tiempo y no pudo entrar. Y las otras dos veces fue por la ventana. Como los del 7º tienen terraza y también son ocupas se descolgaron dos veces llegando a romper la ventana de esa vivienda, tuvieron que poner hasta rejas”, explica Inmaculada.

La puerta del piso ocupado destrozada.   CEDIDA
La puerta del piso ocupado destrozada.   CEDIDA

El piso ya contaba con una puerta antiocupa y una alarma desde octubre de 2019 cuando la ocupa, que se había apoderado del inmueble durante 3 años, se fue después de que el banco Sabadell, propietario del bloque, le ofreciera dinero. “Fue la única que se quiso ir, los demás no”, añade la malagueña que vive en el bloque desde 2009. La burbuja inmobiliaria estalló por aquel entonces, “la promotora fue a la quiebra y la inmobiliaria los alquiló”. Después, pasó a manos del banco, que, al no mantener los contratos de alquiler de muchos vecinos, dejó a los pisos vacíos. Pese a colocar puertas antiocupas, los ilegales las quitaron. “El primero que se ocupó fue el 7ºA”, recuerda.

Por si no fuera poco, el banco otorgó tres contratos sociales “a gente que no tienen necesidad ninguna, tienen todas las ayudas que tienen, trabajan y tienen todos los caprichos”. Los propietarios no comprendieron la acción y aseguran que, a partir de entonces, los ocupas se han ido dispersando por el bloque a sus anchas. “Aquí está toda la familia, esto es un infierno de ruidos y golpes, y aquí nadie nos hace caso ni nadie los echa”, manifiesta Inmaculada.

Estado de las zonas comunes del bloque de Málaga.   CEDIDO

Su voz revela irritación y el calvario que sufre cada día.  “En mi puerta tuve que poner una cerradura electrónica que me costó un dineral, tengo alarmas y tres cámaras por la inseguridad”, explica Inmaculada, que no tuvo más remedio que asegurar su piso, y más cuando ella tenía que desplazarse con frecuencia a Granada para cuidar a su padre enfermo.

“Tuve que poner una cerradura electrónica en mi puerta que me costó un dineral”

Según denuncia, los invasores han destrozado las zonas comunes y no respetan a los demás. “Me han roto la losa, las paredes están todas pintorreadas, un día volví del trabajo y habían arrancado el foco del rellano, tienen muy poca vergüenza, cada día es una sorpresa nueva”, comenta la malagueña. Con rabia, enumera un sinfín de vivencias desagradables con las que ha tenido que lidiar. “Ellos tienen teléfono y llaves para abrir, pues se dedican a dar voces sea la hora que sea para que les abran la puerta, no respetan el toque de queda. El interfono solo lo tenemos los propietarios, pero podrían llamar al móvil a alguien y no a voces que te despiertan de madrugada”, expone.

A veces, incluso los vecinos del bloque de enfrente han avisado a la Policía por las peleas generadas. Ella misma también ha descolgado el teléfono en más de una ocasión cansada de los ruidos. Según cuenta la propietaria, “el verano pasado estaban hasta las 2.00 horas con música, yo llamaba a la Policía, pero ellos son muy cucos, estaban pendientes en las ventanas y cuando veían los coches lo apagaban todo. Cuando se iba, ya volvían otra vez a formar su fiesta”.

Suciedad en la escalera del bloque.   CEDIDA
Suciedad en la escalera del bloque.   CEDIDA

La convivencia pacífica resulta imposible. Los ruidos y los destrozos protagonizan una auténtica pesadilla en la que los ocupas están enganchados a la luz y al agua y no dejan vivir en paz al vecindario. Los seis propietarios han escrito numerosas cartas a la inmobiliaria en vano. “Lo único que hacen es darte un número de referencia y te dicen que pasará el caso a sus gestores sociales, estamos esperando a que un juez los eche”, sostiene Inmaculada.

“Yo, que pago mis impuestos, mi hipoteca, mi luz y mi agua, ¿soy la que me tengo que ir?”

Cada vez que llama a la Policía por algún incidente, los propios agentes le aconsejan que alquile el piso. “Me han dicho que hable con el banco a ver si se quería quedar con la vivienda, me dicen que me vaya de aquí”, dice. La malagueña está confusa, no entiende las leyes ni cómo es posible que las autoridades no intervengan para acabar con la situación.

“Esto es una locura, los que se tienen que ir son ellos que son los ilegales, los que han dado una patada a una puerta y han entrado, no pagan nada y destrozan la vivienda. Yo, que pago mis impuestos, mi hipoteca, mi luz y mi agua, ¿soy la que me tengo que ir? Este mundo está loco, las leyes son para ellos”, expresa. Inmaculada lanza esta denuncia con el fin de erradicar el problema, poder vivir tranquila en el piso donde reinaba la paz antes de que el caos invadiera el bloque.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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