Huir de más de medio siglo de sufrimiento: "Mi marido violó a mi hija con nueve años"

María del Carmen Luque rehace su vida en El Puerto tras ser víctima de maltratos. Lo hace gracias a sus vecinos, que le ayudan a amueblar la casa en la que vivirá con su hija dependiente

María del Carmen Luque, víctima de violencia de género, en la casa donde vivirá con su hija en El Puerto.
María del Carmen Luque, víctima de violencia de género, en la casa donde vivirá con su hija en El Puerto. MANU GARCÍA

Dos cafeteras reposan sobre una encimera de la cocina. En el techo de la que será su habitación no hay bombillas y el salón cuenta con algunos muebles gracias a la solidaridad de muchas personas. “Ayer me trajeron esa lámpara y cuatro sillas”, dice María del Carmen Luque Buzón, natural de Sanlúcar de Barrameda. A punto de cumplir 74 años, hace cuatro llegó a El Puerto con una única misión, ponerse a salvo del hombre que le había hecho la vida imposible.

La mujer se instaló en una pequeña casa muy antigua que ahora está completamente deteriorada. Vivienda inhabitable repleta de humedad en la que permanece hasta que pueda convertir el inmueble que muestra en un hogar. “Todo esto es gracias a los vecinos, no tengo con qué pagarle a las personas que me están ayudando, no sé cómo agradecérselo porque es una obra de caridad muy grande”, expresa con la mano en el corazón. Cada vez que alguien se acerca a traerle un mueble, “me harto de llorar de emoción”.

Detalle de las manos de María del Carmen.
Detalle de las manos de María del Carmen.   MANU GARCÍA

María del Carmen señala cada objeto de la casa mientras expresa su agradecimiento hacia aquellas personas “con muy buenas intenciones” de El Puerto, Rota o Jerez que le han donado muebles o electrodomésticos. Una iniciativa ciudadana para ayudar a esta víctima de violencia de género que carga a sus espaldas una historia de vida sobrecogedora.

“A veces me levanto llorando y me llevo semanas sin querer ver a nadie”, dice la sanluqueña con la mirada perdida. En sus carnes ha vivido el horror. 50 años atrapada en una pesadilla que por fin ha terminado. Fue a principios de los años 70 cuando conoció a aquel monstruo que la acabó matando en vida.

Tras divorciarse de su primer marido, se mudó a Badalona en busca de un futuro mejor. Allí comenzó una relación con un hombre, cazador, que acabó pidiéndole matrimonio. “Al principio yo pasaba”, comenta María del Carmen, que desde los ocho años ayudaba en casa cuando su padre, marinero, estaba más de 40 días en la mar.

La sanluqueña comparte su experiencia.
La sanluqueña comparte su experiencia.   MANU GARCÍA

Con el tiempo, el maltrato se intensificó y los episodios violentos se convirtieron en rutina. “He vivido una vida muy perra, yo no podía salir, estaba controlada totalmente. Yo no le deseo la vida que yo he pasado a nadie”, suspira agarrando el cordón de teleasistencia que pulsa con frecuencia, “porque el azúcar se me pone a 700”.

En su cabeza guarda recuerdos que quisiera borrar, momentos que le arrancan un llanto silencioso ensordecedor. “Violó a mi hija con nueve años. Y una de mis hijas se escapó de casa con 16 años porque quería hacerle lo mismo. Me decía que mis hijos no me querían”, recuerda con un hilo de voz.

"He vivido una vida muy perra"

Coge aire y prosigue. “Tiró a mi hijo mayor por el balcón de un cuarto piso”, cuenta a lavozdelsur.es. Con sus labios pintados recrea escenas de violencia y maltrato que pululan por su cabeza. “Era celoso y embustero, le contaba a sus hermanas que yo iba de flor en flor sin ser vedad”, añade la sanluqueña, que denuncia haber recibido palizas.

La vecina enseña las habitaciones de la casa.
La vecina enseña las habitaciones de la casa.   MANU GARCÍA

María del Carmen trabajaba como limpiadora en un hospital de Badalona para poder alimentar a sus hijos. “Él nunca me ha mantenido ni a mí ni a ellos”, cuenta. Un día su supervisora le pidió el favor de que le lavara unas cortinas y le dio propina por hacerlo. Cuando llegó a casa y le enseñó el sobre a su marido, se puso como un energúmeno.

“Me dijo que el dinero me lo habían dado los enfermos por acostarme con ellos, me dio una paliza, me montó en la moto a la fuerza y me llevó al hospital. Allí, la supervisora le explicó que me lo había dado ella agradecida por hacer una faena que no me tocaba, pero, después, me volvió a pegar”, detalla. Sus ojos reflejan el dolor que siente al revivir estos momentos.

“He sido muy pobre, pero ni he sido puta ni he sido ladrona. Lo poquito que he tenido me lo he trabajado yo, con estas manitas tan pequeñas que ves aquí. Él nunca me ha dado nada”, expresa la mujer, que siempre ha luchado por que a sus hijos no les faltara de nada.

María del Carmen ha recibido el apoyo de muchos vecinos.
María del Carmen ha recibido el apoyo de muchos vecinos.   MANU GARCÍA

Tras unos años en Cataluña, se mudaron a Huesca por iniciativa de su marido al considerar que era un buen lugar para la caza. “Siempre miraba por él”, dice. Sin embargo, el cambio de vivienda no frenó los continuos ataques.

"Me abrió la cabeza entera con una botella"

“Un día cogió una botella de cristal y me abrió la cabeza entera, la tengo como un mapa, todavía tengo cristales metidos. Tuve que decirle a la enfermera que me había caído por las escaleras, pero ella me dijo que eso no era una caída. Y a mi hija le tiró un cenicero de cristal en la cabeza”, relata.

Sentada en el sofá, recuerda cuando su maltratador se iba a cazar, a comer y a divertirse, además de frecuentar bares de alterne, mientras ella trabajaba. Y cuando volvía, “me pegaba, me maltrataba y me insultaba”.

Detalle del cordón de teleasistencia.
Detalle del cordón de teleasistencia. MANU GARCÍA

Con el tiempo, cayó enfermo y ella se encargaba de cuidarle, le cambiaba los pañales, le lavaba las úlceras e intentaba ducharle. “No quería, en su habitación hacía un olor de muerte, y me pese a todo, le hablaba mal de mí a su hermana, le decía que ojalá me entrara un cáncer”, comenta.

Llegó un momento en el que María del Carmen, desesperada y cansada de tanto sufrimiento, decidió pedir ayuda a los servicios sociales, que le pagó los billetes de vuelta al Sur a ella y a su hija, de 30 años, dependiente al padecer un 55% de grado de discapacidad. “Para mí él ya no estaba, me hablaba y no le hacía ni caso”, cuenta la vecina, que nunca alzó la voz por temor ya que su marido le había amenazado de muerte.

“Me decía que si contaba la verdad me iba a matar a mis hijos y a mí. Nos quería quemar vivos”, sostiene la sanluqueña, que logró alejarse de él y volver en 2019 a su tierra, donde informó por primera vez a su familia del martirio que había vivido toda su vida.

La sanluqueña recibe a lavozdelsur.es.
La sanluqueña recibe a lavozdelsur.es.   MANU GARCÍA

“Nunca les conté nada, todo me lo tragué yo, pero al final no pude más, mi hermana me ayudó a buscar algo de alquiler y lo encontró en El Puerto”, expone María del Carmen, que desde que llegó ha contado con la supervisión de la Policía por si su marido iba a buscarla.

“Una de sus hermanas se enteró de dónde vivía y le dio mi dirección completa. Se compró un coche de segunda mano para poder venir aquí porque decía que tenía que acabar lo que empezó”, cuenta mientras pasea por la vivienda.

"Nunca conté nada a mi familia"

Desde que llegó, asegura que solo ha visto a la asistenta social un día y a la psicóloga dos veces. “Yo voy de la mano de la psiquiatra, esa no me deja, siempre me pregunta cómo voy y me entiende”, dice. Por distintos motivos, toma en torno a 30 pastillas diarias y dos.

Su marido falleció hace cuatro años, poco después de que optara por denunciar. María del Carmen intenta rehacer su vida y dejar atrás todo lo que le hacía daño. “Yo lo he perdonado, pero olvidar, no se me olvida. Este sufrimiento es para toda la vida. Tantos palos…”, suspira.

María del Carmen no pierde la sonrisa, pese a todo.
María del Carmen no pierde la sonrisa, pese a todo.    MANU GARCÍA

Aquellos que la conocen saben que ella guarda el poco dinero que tiene para pagar el pan en lugar de para el tinte. Su fortaleza le llevó a ir a clases en la escuela de adultos para aprender a escribir, algo que no hizo de pequeña para cuidar a sus hermanos. “Me encanta, sé firmar y mandar cartas certificadas, todo eso lo he aprendido ahora de mayor”, comparte esta sanluqueña que, como bien dice, pasó “de niña a mujer”. “Yo no he disfrutado de la vida, no conozco el cine con la edad que tengo”, cuenta al mismo tiempo que enseña el resto de su futuro hogar, donde vivirá con su hija, con dificultades de movilidad.

Son muchas las personas que se han volcado con ella y que han arrojado luz a la vida de esta madre luchadora que, a pesar de todo, nunca pierde la sonrisa. Ella prefiere quedarse con lo bueno, con el cariño que le regala la gente de su alrededor. De talante alegre, gasta alguna que otra broma mientras abre la puerta. Ahora se siente tranquila, en paz y “muy a gusto”.

Sobre el autor:

profile_picture

Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

...saber más sobre el autor

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído