Esther es la hija “adoptiva” del veterinario jerezano Luis Flores, afincado en El Congo desde septiembre de 2016, donde dirige el programa de formación de veterinarios africanos en el Centro de Rehabilitación de Primates del Lwiro. Cuando Luis conoció a Esther, la pequeña vivía en una chabola con su madre, que padece una enfermedad mental, y con su padre, que falleció años atrás. Era una niña con signos de malnutrición, sucia, mal vestida, descalza y que a la edad de 6 años aún no había ido a la escuela.
A finales de 2016, Esther comenzó a frecuentar la casa de Luis y una noche “se quedó a dormir con nosotros en casa y nos dijo que quería ir a la escuela y no volver a la chabola. A partir de ahí empezamos todo un procedimiento legal conforme a la legislación congoleña que nos permitió obtener su tutela, con la aprobación de la familia de origen, con la que hicimos un consejo”, explica el veterinario.
La llegada de Esther a Jerez tendría que haber sido en agosto, pero se ha retrasado más de dos meses. La administración denegó en su día una visa a la niña para poder traerla de visita a España. Tras mucho luchar con las administraciones, por fin ha podido aterrizar Jerez.“No hemos pasado el verano aquí, pero al menos sí estaremos en Navidades”, explica el padre muy contento.
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