"Hemos tratado a dos personas adictas a las nuevas tecnologías, pero es la punta del iceberg"

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Desde hace casi un cuarto de siglo, Luis Bononato (Jerez, 1960) está al frente de Proyecto Hombre en la provincia, una organización no gubernamental que se dedica a ayudar a las personas con problemas de adicciones, tanto a las drogas, como al alcohol y ahora, más recientemente, a las nuevas tecnologías. En total, la familia de esta asociación la conforman, entre Cádiz y Jerez, unas 100 personas, entre voluntarios y profesionales.

¿Qué salud tiene actualmente Proyecto Hombre?

En general vivimos una situación de tensión y sobrecarga por toda la situación que estamos pasando. Estamos controlando todo muchísimo más que antes, sobre todo con respecto al tema económico. Tenemos que reducir gastos y hay un control exhaustivo de lo que se gasta en la entidad. Y eso provoca un desgaste en lo relacionado con buscar recursos económicos. Y mientras, seguimos haciendo todo lo posible para seguir manteniendo el mismo nivel de eficacia en el tratamiento con la persona atendida y a su familia. Pero por otro lado, hay una situación de orgullo al ver que se está dando respuesta a la situación y que estamos manteniéndonos bastante bien, sobre todo viendo las realidades de otros centros y asociaciones que, o han desaparecido, o han tenido que eliminar programas.

¿Qué tipos de personas acude actualmente a la asociación?

Lo que más hemos visto que ha aumentado es el tema de los jóvenes. A principios de año atendíamos a 21 menores  y actualmente nos estamos moviendo entre 30 y 35, con lo cual ha aumentado muchísimo. Tenemos un programa específico para adolescentes, que llamamos Proyecto Joven, donde se atienden a menores desde los 12 o 13 años hasta los 20 o 21. Pero la mayoría se mueve entre los 16 a 18 años. También estamos atendiendo cada vez más a personas con consumo de alcohol.

¿Cómo trabajan con estas personas?

Se les atiende dependiendo del perfil. Si es un perfil muy desestructurado, van a parar al llamado Programa Base, que es una comunidad terapéutica;; y si es un perfil no desestructurado, es decir, que mantiene la familia, el trabajo, la red social, etcétera, pasa a un programa que denominamos Programa de Apoyo a las Adicciones, donde hay consumidores de cocaína, alcohol, ludopatía, pero que mantienen cierta estructura familiar, social y laboral.

¿Cómo llegan los jóvenes a Proyecto Hombre?

Normalmente vienen por la familia, y además obligados, algo que yo creo que tiene que ser así, ya que hablamos de preadolescentes que no ven tanto el riesgo. También vienen para cumplir medidas impuestas por jueces, o también referidos de otros centros. Tenemos a menores con problemas de comportamiento que todavía no están ni consumiendo. Otros vienen ya con problemas de nuevas tecnologías y luego de consumo, tanto de alcohol como de cocaína y hachís.

¿Y su perfil?

Sobre todo de nivel medio-alto, estudiando, más chicos que chicas, en un porcentaje de 80-20. Yo siempre digo que cuando se entra en Proyecto Hombre tienes la imagen de que te vas a encontrar a toxicómanos a gente de 30 años, perfiles que existen, pero esto a veces parece un instituto. Encuentras a chavales de 14 o 15 años que vienen con sus padres. Pero con los adultos pasa lo mismo. Gente de 25, 35 o 40 años, que te los puedes encontrar en cualquier oficina o cualquier ámbito laboral insertados plenamente en la sociedad.

¿Qué tipos de terapia se siguen en la asociación?

Trabajamos mucho con las familias, hacemos seguimientos individualizados pero con metodología grupal. Nosotros miramos mucho lo que es el grupo, dinamizado por supuesto con un profesional, pero el intercambio de información que existe entre los menores y los adultos da mucho de sí en lo que respecta a nuestra dinámica. Podemos defender el tratamiento de una persona en el sentido de que le damos el mensaje de que tiene los recursos suficientes para salir de su situación y cambiarla mientras que él quiera.

Hablaba antes de la adicción a las nuevas tecnologías. En mayor o menor medida todo el mundo las usa ya, pero, ¿en qué momento debemos darnos cuenta de que nos hemos vuelto adictos a ellas?

A partir del momento en que tiene consecuencia, empezamos a tener problemas. Si yo voy conduciendo y estoy con el móvil mandando un mensaje, eso puede tener consecuencias como por ejemplo un accidente, con lo cual ya tengo un problema, que puede ser de uso inadecuado o abuso. O cuando dejo a un lado los estudios y estoy más pendiente del móvil que de los libros; o si estoy viendo una película pero estoy más pendiente del teléfono... Todo eso va a tener consecuencias, porque voy a dejar de relacionarme directamente con las personas con las que habitualmente estoy, o voy a tener problemas de fracaso escolar o laboral. Hasta el mes pasado tuvimos a dos personas con tratamiento por nuevas tecnologías, pero hablamos de la punta del iceberg. Somos conscientes de que el problema es mucho mayor.

¿Entraña mayor dificultad este tratamiento, por eso de que en nuestra sociedad vemos continuamente a la gente usando sus móviles, tablets, etcétera?

El tratamiento es diferente al de las sustancias, porque con la cocaína y la heroína ya no puedes volver a consumir, mientras que el móvil sí vas a seguir usándolo, ya que es un instrumento básico en cualquier trabajo ahora mismo. Lo primero que se hace es obligar a esa persona a que deje el móvil. Ahí ya vienen problemas de angustia, ansiedad... Pero ellos ya hablan de esa angustia incluso antes de iniciar el tratamiento, cuando por ejemplo se quedan sin internet o se les estropea el móvil, y tienen una ansiedad que acaba en problemas de agresividad. Así que lo que hay que hacer es concienciar a la persona de que haga un uso adecuado del móvil. Y cuando esté con los amigos, los mismos amigos son los que deberían controlarse y evitar sacar el móvil. Después ya se le tiene que dejar que utilice el móvil, pero con una persona al lado acompañándola y que haga un uso lógico del teléfono. Y ya después tienen que utilizarlo sólo.

A colación de los problemas económicos que señalaba al principio de la entrevista: ¿Qué le parece que el Ayuntamiento aprobara hace un mes en pleno el primer plan contra la drogadicción y sin embargo no apoye con subvenciones desde hace años a ONG como Proyecto Hombre?

Aunque los partidos y las diferentes administraciones públicas dijeron que no iba a haber recortes con respecto a las políticas sociales, hemos visto que no ha sido así, y nos hemos encontrado con que hay recortes desde todas las administraciones, tanto locales, provinciales, autonómicas como estatales. Desde hace tres o cuatro años no hay subvenciones, si bien es verdad que de una forma u otra hemos podido cobrar las subvenciones pendientes que tenía el Ayuntamiento con nosotros. Yo creo que esto forma parte de esa situación límite que están viviendo las administraciones por la falta de recursos económicos. Lo que también veo claro es que las asociaciones sociales, entre las que se encuentra Proyecto Hombre, no han provocado la crisis, y sin embargo la estamos pagando nosotros, y eso sí es injusto. También digo que lo que no hay es que pensar que Proyecto Hombre deja de recibir tanto, sino lo que dejan de recibir las personas que estamos tratando aquí. Ahí es a dónde va el dinero. Yo creo que hay que ponerle rostros, nombres y apellidos a esta situación, y no dejarlo en que las ONG no reciben dinero, sino miles de personas.

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Jorge Miró

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