"He estado llorándole 10 años a una tumba en la que no había nada más que una sábana y una gasa"

Hijos que fueron separados de sus madres y vendidos al mejor postor, hoy viven sin historia, y con unas familias biológicas que quieren completar las suyas. Carmen, Luisa y Francisco cuentan la odisea de sus vidas como víctimas de la trata de bebés robados. Puede haber 300.000 casos como los suyos en España

Miembros de la Asociación SOS Bebés Robados Sevilla
Miembros de la Asociación SOS Bebés Robados Sevilla

Militares, personajes políticos, celebridades españolas, médicos prestigiosos y matronas sin corazón serían algunos de los partícipes en el supuesto caso de los bebés robados que asoló España durante la etapa franquista e inicios de la democracia. Es más, las familias afectadas calculan que estos robos comenzaron en el año 1938, y duraron hasta los años 90. Un total de 300.000 niños pudieron ser separados de sus familias de forma irregular.

Según la Audiencia Nacional, entre 1938 y 1952, aproximadamente 20.000 niños fueron sustraídos. Esta clase de prácticas se llevaban a cabo en hospitales y clínicas de todo el país, con la única finalidad de vender a los recién nacidos de familias de clase media a familias de la alta sociedad que, una vez realizada la venta, los registraban como hijos biológicos. Altas ficticias, entierros falsos, muertes fortuitas y sexos sin definir son algunas de las excusas que a estos padres, abatidos por el dolor, les dieron en el momento de recoger a sus hijos.

Hospital García Morato (Sevilla)

Es octubre de 1979, en el Hospital sevillano García Morato (actual Virgen del Rocío) se encuentra Maricarmen Lorente Oliva, una joven con tan solo 19 años que ingresa por urgencias para dar a luz. Su bebé nacerá en breves momentos. Sin embargo, será en este momento cuando su vida de un giro de 180 grados. Fue cuestión de segundos lo que duró su proyecto de ser madre. Según la afectada, esta trama siempre siguió el mismo "Modus operandi". En circunstancias normales, una vez que la madre da a luz, es la matrona o el médico quien le entrega el bebé. En estos casos no era así. El niño una vez nacido, era sacado de la sala de quirófano por una matrona, monja o médico sin que la madre pudiese verlo. “Así es como nos engañaban. Nos decían que se tenían que llevar al niño porque había nacido muerto o que estaba muy malito. Se aprovecharon de mi inocencia y de la de cientos de madres”, subraya la protagonista.

La historia de Carmen continúa. A Carmen le comunican que su hijo había nacido muerto, cosa que según la afectada "no tenía sentido". "Yo escuché el llanto de mi bebé cuando lo di a luz, si hubiera nacido muerto ese llanto no hubiera existido", dice. Pasados unos días, la desesperación lleva a Carmen a tomar prestada la ropa de su compañera de habitación para ir al "entierro" de su hijo.  “Mi ropa fue requisada nada más ingresar tras el parto”, confirma. "Los médicos me dijeron que durante ese día llegaría un coche fúnebre para recoger el cuerpo de mi niño. Lo vi desde mi ventana y no dudé en bajar”, aclara. Carmen se puso la ropa y se dirigió a la puerta de salida del hospital. Sin embargo, sus pasos se detuvieron al grito de una enfermera que le obligó a no salir del hospital. “Lo único que yo quería era decirle adiós a mi hijo, y ella no me dejó”, expresa Carmen entre lágrimas.

Colectivo de afectados por los bebés robados en Sevilla, en una imagen de archivo.

A los diez años de la muerte de su hijo, Carmen tuvo que exhumar el cadáver porque cumplía la fecha de arrendamiento del nicho. “Yo no daba crédito a lo que estaba viendo. He pasado diez años de mi vida creyendo que velaba el cuerpo de mi hijo, y lo único que había en esa caja era una sábana y una gasa”; cuenta la afectada.

Para Carmen, estos “seres sin entrañas” como ella misma califica, les habían robado lo más bonito que podía haber tenido en su vida. “Me lo quitaron todo; el primer llanto de mi hijo, su primer Ratoncito Pérez, su primer “mamá”, sus primeras caídas al intentar andar, su primer cumpleaños, todo”, confiesa.

SOS Bebés Robados

40 años después, Carmen, está más convencida que nunca de que su hijo nunca murió. “Cuando vi lo que vi en la tumba de mi hijo, la esperanza de encontrarlo fue más fuerte que nunca”, dice. A día de hoy, Carmen sigue buscando a su hijo. Actual presidenta de la Asociación  Sevilla Bebés Robados, Carmen ayuda a toda familia que acude a las instalaciones. “Ellos llegan como yo llegué en su día, perdida y en busca de explicaciones”, subraya Carmen.

La Asociación Bebés Robados es una asociación a nivel nacional que lucha por los derechos humanos que un día fueron arrebatados presuntamente a diversas familias españolas víctimas de la trata de bebés durante los años del franquismo y primeros de la democracia. En Jerez, la Asociación SOS Bebés Robados Jerez, se reúne el primer domingo de cada mes en la plaza del Arenal para crear conciencia sobre el caso en la ciudad. En Sevilla, el lugar de reunión es la plaza de San Francisco, junto por detrás del Ayuntamiento de la capital hispalense, todos los jueves de cada mes.

Residencia Primo de Rivera (Jerez)

Luis Fernanda Terrazas y su marido Francisco Tocón Grimaldi vivieron el robo de sus dos hijos mellizos. Madre de un niño de once meses, Luisa Fernanda ingresa embarazada en la Residencia Primo de Rivera (actual Hospital de Jerez). La joven, con tan solo 21 años, entra por las puertas del hospital para ser intervenida lo antes posible. “Yo entré en el hospital, y la enfermera quería asegurarse si lo que yo traía era uno o dos niños. Me hicieron una radiografía, prueba que a día de hoy está prohibida por su alto contenido en rayos X”, confiesa Luisa.

Una vez que Luisa Fernanda da a luz a su primer hijo el 24 de febrero de 1972, que por documentos que ha ido recopilando durante estos años ha sabido que se trataba de una niña, el equipo médico la duermen para dar a luz al segundo. “Yo lo que no me explico es por qué no me durmieron desde el principio”, cuenta la protagonista. Una vez que Luisa Fernanda da a luz, la trasladaron a una habitación que estaba justo en frente de una sala con celadores y enfermeros.

“Me desperté, y lo primero que hice fue mirarme las muñecas para leer en la pulsera que nos ponían a las embarazadas si lo que había tenido eran dos niños, dos niñas o niño y niña”, dice. Su sorpresa llegó cuando en sus muñecas no había rastro de ninguna pulsera. Luisa se dirigió a una monja y una enfermera que se situaban en la puerta de su habitación para preguntar sobre el paradero de sus hijos. La respuesta de una de las monjas según cuenta la afectada fue; “tus dos hijos, niño y niña,  están muy malitos y están en la incubadora”.

Luisa cuenta que aceptó la respuesta de la monja porque “lo que decía una monja o un cura iba a misa”, recuerda. “Tras ponerme dos inyecciones que a día de hoy aún no sé para qué eran, me vendaron los pechos para que se me cortara la leche y así no poder dar de amamantar a mis niños”, confiesa.

Luisa Fernanda Terrazas y Francisco Tocón en el salón de su casa. FOTO: MARICARMEN MILLÁN

Juntos, Luisa y Francisco visitaban la sala de incubadoras donde se encontraban sus hijos. Lo curioso según recalca el matrimonio es que ambas incubadoras se encontraban al final de la sala. “La vista no nos alcanzaba a ver a nuestros hijos y las enfermeras no nos facilitaban tampoco la tarea”, comenta Francisco. Tras 7 duros días de visitas a la sala, el médico que asistió el parto de Luisa le comunica a ella y a su marido que en breves podrán llevarse a sus hijos a casa porque se habían recuperado favorablemente.  “Nos hicieron el matrimonio más feliz del mundo, ya podíamos volver a casa”.

Un pediatra del hospital les dio una “cartulina” donde constaba la fecha en la que sus hijos saldrían del hospital. Sin embargo, días previos a la recogida de sus hijos, una enfermera, amiga de la familia, les comunica que su hija había muerto de colitis la noche anterior. “¿Os acordáis de la cartulina que me dieron donde venía escrito que mis hijos estaban sanos y podíamos volver a casa?, desapareció. En todos estos años no he sido capaz de entender cómo pudieron quitarme ese papel”, recuerda Luisa. Sin ese papel Luisa y Fernando se quedaron sin opción a reclamar que sus hijos estaban sanos.

Sin control

“En esta trama nadie tenía control de nada. Tenemos documentos repetidos con datos diferentes. El personal del hospital llegaba a la hora de su turno, y no tenían control de qué niños eran los que iban a ser vendidos posteriormente y los que no”, afirma Francisco.

“Con los años supimos que el cuerpo que le enseñaron a mi marido cuando fue a identificar a nuestro bebé era el cuerpo de un niño congelado que mostraban a todas las familias victimas de esta trata que solicitaban ver a su bebé fallecido ”. comenta Luisa. La misma tragedia ocurriría con el niño. Fallecerían al décimo y octavo día de vida y ambos fueron enterrados en un supuesto osario de adultos con todos los trámites realizados por el hospital tras encontrarse un día con el nicho de sus hijos abiertos.

Durante todos estos años, Luisa y Fernando no han cesado en la búsqueda de sus hijos. Carpetas y carpetas llenas de documentos que han ido recopilando en estos 47 años. “Los hospitales no tienen constancia de mi ingreso. Solo hemos encontrado una pequeña planilla donde se refleja un mínimo detalle de mi ingreso en el Hospital de Jerez. Aún así, está lleno de errores, pues el número del historial de mis niños no corresponde con el mío, y eso no puede ser así. Yo sé de lo que hablo, antes de que todo esto pasara yo tuve a un varón, y su número de historial coincide con el mío”, subraya Luisa.

Puertas cerradas

En 2012, Francisco Tocón y Luisa Fernanda llevaron la denuncia de su caso a la Fiscalía General del Estado, que acabó siendo archivada y en 2014 al Tribunal Europeo de los Derechos Humanos (TEDH) . La lucha de este matrimonio no cesó, y decidieron unir fuerzas con otras familias de afectados de Jerez. En total, fueron quinientas personas las que decían que habían sido víctimas de esta presunta trama de robos de bebés en la ciudad de Jerez. “Llevamos la denuncia también a la Fiscalía de Cádiz como nos indicaron y también la pasaron por alto”, aclara Luisa.

Su visita a Estrasburgo no logró dar frutos. Reconocieron la falta de pruebas que existía sobre los responsables pero Luisa Fernández no cejó en su empeño y en 2017 contó la historia de sus dos gemelos, a los que llamó María Soledad y Miguel Ángel ante delegación de nueve eurodiputados, presidida por la británica Jude Kirton-Darling, que quisieron conocer de primera mano toda la información posible sobre estas denuncias. “Recuerdo como aquella mujer se puso a llorar cuando el traductor le iba contando la historia a través de los micros”, apunta Luisa.

Propuesta de Ley

El pasado año, el Congreso de los Diputado apoyó la idea de crear un censo y un banco de ADN para aclarar los casos de bebés robados. La Proposición de Ley, presentada por la Coordinadora Estatal de apoyo a la Querella argentina (CeAqua) sobre estos casos, ha sido presentada conjuntamente por PSOE, Unidos Podemos, ERC, Compromís, PDeCAT y Bildu. Para conseguir estos objetivos, se propone una base de datos estatal de afectados, en cuya elaboración participarán las asociaciones de víctimas. También se creará un banco único de ADN gratuito con «toda la información relevante» en relación con los casos de bebés robados donde también se conservarán restos óseos

La historia de Luisa, Francisco y Carmen no acaba aquí, al igual que tampoco acaba la de cientos de afectados que actualmente viven esta pesadilla. Ellos, como todos los demás, sueñan algún día con abrazar a aquellos hijos que una vez les fueron arrebatados por más de una mano negra. El silencio de los fuertes se ha convertido en la desesperación de los débiles.

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María del Carmen Millán Cáceres

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