Madres, solas y sin ingresos en una casa de acogida de Jerez: "Falta empatía, aquí no estamos por gusto"

Rocío, Eva y Nieves se quejan de las estrictas normas y del trato recibido en un recurso de emergencia del Ayuntamiento. "No voy a permitir que haya una medida de presión, echando por tierra el trabajo de las profesionales", dice la delegada de Igualdad

Rocío, Eva y Nieves, madres sin ingresos que están en una casa de acogida de Jerez.
Rocío, Eva y Nieves, madres sin ingresos que están en una casa de acogida de Jerez. CANDELA NÚÑEZ

Nieves lleva nueve meses en una casa de acogida para mujeres en riesgo de exclusión social, a la que llegó después de ser desalojada del piso en el que estaba de ocupa con su hija pequeña. Antes estuvo viviendo en casa de su suegra, hasta que tuvieron que irse. Con sus pocos ingresos, no podía permitirse un alquiler, y acabó recalando en este recurso de emergencia del que dispone el Ayuntamiento de Jerez

Pero ya está desesperada. Su estancia se está prolongando mucho más de lo que esperaba y no ve una salida a su situación. Trabajando dos o tres horas diarias en un bar, cobra 354 euros. Son los ingresos con los que cuenta ahora. “Si echo el currículum en otros bares para estar ocho horas, ¿con quién dejo a la niña?”, se pregunta. 

“Este recurso no está adaptado para vivir con niños pequeños. No puedes ver la tele cuando quieres, ni coger un yogur, ni entrar más tarde de las nueve de la noche… Es todo muy estricto”, señala. Sus compañeras Rocío y Eva, que conviven en el recurso de emergencia con ella, coinciden. “Falta empatía con las usuarias, aquí no estamos por gusto, deberíamos tener más apoyo”, señala la segunda. 

Eva tiene tres hijos, aunque está separada de dos ellos, mayores de edad, que están en casa de familiares. Solo convive con su hija de 14 años en la casa de acogida, a la que llegó tras separarse de su pareja. “Me desahuciaron del piso de mis padres y me veía en la calle”, recuerda. Antes, trabajaba de interna cuidando a una persona mayor, pero tuvo que dejarlo para atender a su hija.

“Antes ganaba 850 euros de Ingreso Mínimo Vital (IMV), pero como el padre está dado de alta y todavía no estamos separados oficialmente, me lo han rebajado a 370 euros”, señala Eva, que está esperando un informe de servicios sociales para poder solicitar de nuevo el IMV. 

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Dos de las usuarias de la casa de acogida.   CANDELA NÚÑEZ

“Estamos todas desesperadas”, apunta Eva, quien insiste en que “el trato que recibimos no es bueno”. Y pone varios ejemplos: “No tenemos privacidad para hablar, no podemos dormir fuera, tenemos prohibido entrar en otros cuatros, nos revisan el armario…”. Ella pide "más empatía" a los profesionales que las tratan, "porque estamos aquí por necesidad". "Salgo todos los días a las seis de la mañana para llegar al instituto andando, porque siempre no tengo para coger autobús, y me dicen que es bueno, que estoy más delgada...", comenta.

Rocío está en el recurso municipal con sus dos hijos, de dos y cinco años, que corretean alrededor de su madre mientras tiene lugar la entrevista. "Son nerviosos y muchas veces no duermen siesta, pues alguna vez me han dicho que los vista y nos vayamos a la calle", se queja. Esta madre, que está en trámites de divorcio, no tiene ingresos, solo los 150 euros del cheque de comida que le da la asistenta social cada mes. 

"Ahora no puedo ni buscar trabajo, porque no tengo con quién dejar a los niños, con mi familia no cuento", agrega Rocío, que ve difícil salida a su situación. La intención del recurso de emergencia es ayudarlas en esta etapa transitoria hacia la independencia económica y la búsqueda de vivienda. Pero sin opción a trabajar ni a percibir ayudas como el IMV, porque su todavía marido está cotizando, lo tiene muy complicado.

"Quieren que te aburras y te vayas", sostiene Rocío, que lleva muy mal las comidas de sus hijos. "Muchas veces los tengo que acostar sin cenar porque no les ha gustado nada, y más tarde no puedo levantarme por algo porque no te dejan", apunta. "Una vez pedí una monodosis de mantequilla y apuntan que lo has cogido. Al día siguiente no quisieron darme", rememora. 

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Un hijo de Rocío, bebiéndose un zumo.  CANDELA NÚÑEZ

"Hay quien se creerá que estamos por gusto, pero estamos por necesidad", sostiene Rocío, a la que complementa su compañera Nieves. "Yo miro qué hay para alquilar, pero está todo muy caro. He preguntado por estudios de 300 euros, pero no quieren niños. La opción que me dan es irme a un hostal".

"No se puede estar tanto tiempo con niños pequeños", dice Nieves, que no se siente "apoyada". "Me han llegado a decir que me iban a ayudar a buscar un piso adecuado a mis circunstancias, y luego que no, que me busque un alquiler. Nos deberían ayudar a buscar un alquiler social". Mientras, siguen esperando que cambie su situación.

"No están abandonadas", dice el Ayuntamiento 

La delegada de Igualdad, Diversidad y Vivienda, Ana Hérica Ramos, consultada por lavozdelsur.es, sostiene que el objetivo del recurso de emergencia en el que están alojadas Rocío, Eva y Nieves es "el empoderamiento, la transformación y la autonomía de la persona". 

"No están abandonadas", señala Ramos. "Hay un equipo profesional detrás que toma las medidas que consideran oportunas en cada caso", dice la delegada. Ese equipo está formado por psicólogos, trabajadores sociales, integradores, educadores... que siguen una hoja de ruta "para fomentar la emancipación". 

Ramos explica que el Ayuntamiento trabaja con dos tipos de recursos, uno destinado a mujeres víctimas de violencia de género y otro para mujeres en riesgo de exclusión social, que es en el que se encuentran Rocío, Eva y Nieves. "En sus casos se va estudiando si se quedan viviendas libres de Emuvijesa (empresa municipal de vivienda) destinadas a integración social", reseña la delegada.

"En ningún momento se les ha dicho que vayan a salir con una vivienda, sino que se las acompaña durante el itinerario de reparación familiar, con recursos para que puedan empezar un proceso de autonomía. Si les sale trabajo o una vivienda es consecuencia de un itinerario personal y profesional en el que han estado acompañadas por un equipo multidisciplinar", reseña la delegada Ana Hérica Ramos.

"Los informes que presentan semanalmente las trabajadoras sobre las familias reflejan que están teniendo un apoyo profesional que otros ciudadanos no tienen", insiste Ramos. "Me garantizan desde Servicios Sociales que estas familias tienen que seguir medidas destinadas a estos fines. Cuando se identifica que no se sigue el itinerario, se mantienen reuniones para ver cómo encauzar la situación".

"No voy a permitir que haya una posible medida de presión, echando por tierra el trabajo de las profesionales", asegura la delegada, quien asegura que "cuando una familia durante ese acompañamiento encuentra una formación, un empleo, percibe el IMV u otras ayudas, le hacen la oferta 1+1+6: un mes de fianza, un mes de alquiler y seis meses un apoyo costeando un porcentaje del alquiler, para garantizar que tiene un protagonismo en su proceso de autonomía".

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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