"Estoy en mi casa, pero más quisiera estar curado; he perdido 14 kilos y no puedo ni cuidar de mi hija"

El primer jerezano ingresado en el Hospital de Jerez por Covid-19, lleva 52 días de pelea. A sus 36 años, sus problemas de salud no acabaron con el alta hospitalaria, pero el SAS se lavó las manos

El jerezano afectado, tras confirmar su negativo definitivamente por Covid-19. FOTO: CEDIDA
El jerezano afectado, tras confirmar su negativo definitivamente por Covid-19. FOTO: CEDIDA

Al jerezano A. (prefiere mantenerse en el anonimato), un hombre sano, sin patologías previas, no fumador, de 36 años, estar curado de coronavirus le ha costado perder 14 kilos, sufrir ansiedad y movilizar cielo y tierra para conseguir, previo pago de 178 euros, unas pruebas que, ahora sí, ya aseguran definitivamente —todo lo definitivo que es esta maldita pandemia— que es negativo en Sars-Cov-2. Su historia comienza antes del estado de alarma. Fue de los primeros jerezanos que confirmó que era positivo en Covid-19, allá a mediados de marzo. De hecho, fue el segundo caso que ingresó en el Hospital de Jerez tras contagiarse, probablemente, en un viaje que hizo ese mismo mes a Madrid, zona cero de la pandemia en España.

Sus síntomas no eran graves, pero finalmente fue ingresado en el centro hospitalario. A primeros de abril, después de quince días de permanecer en el hospital conviviendo con el "caos" vivido en el complejo sanitario y asistiendo diariamente a la desesperación de los profesionales sanitarios, "he visto a enfermeros romper a llorar de ansiedad", y a la falta de atención —a veces tenía que orinar en una botella de agua—, recibió el alta. Era uno más de esos curados que reflejan las estadísticas. Uno más de esos pacientes a los que el Servicio Andaluz de Salud (SAS) envía a casa después de un plan de choque por el contagio, pero que, en realidad, prácticamente quedan desahuciados, como es su caso, si surgen nuevas complicaciones o afloran secuelas por la potencia de los tratamientos.

En Cádiz, a fecha de 1 de mayo, se asegura que son ya 360 pacientes curados, pero cuántos cómo A. están realmente restablecidos, cuántos han vuelto a pasar por pruebas que les permitan salir del aislamiento con garantías o cuántos han sido atendidos para tratar secuelas derivadas de sus tratamientos. No se sabe, aunque con vistas a las estadísticas oficiales el dato de curados luce mucho. Este jerezano conversa con lavozdelsur.es nada más conocer que la PCR que se envió a una laboratorio de Barcelona, que le ha costado junto a otras pruebas un total de 178 euros, ha resultado negativa. "Ahora estoy un poco más contento y más tranquilo porque llevo 52 días jodido desde que empezó todo esto", afirma al otro lado del teléfono.

"En la pública se niegan a atenderme"

"No sé si por el virus o por los daños de la medicación, pero tengo el estómago hecho polvo y mantengo una presión en el pecho. Quería hacerme pruebas en el neumólogo y en el digestivo, pero me dicen que hasta mediados de mayo me olvide; en la pública se niegan a atenderme, todo es telefónico o por chat de móvil; una secretaria me dijo que estaban montando a mitad de mayo las consultas para atender a gente no Covid y Covid, que no sé cómo lo van a hacer, y por mi cuenta me he ido a la privada al digestivo y tampoco me atienden por ser de alto riesgo". Lo curioso es que a todos los efectos figura como una persona curada.

En el chat médico del SAS escribía el pasado 20 de abril: "Han pasado 20 días desde mi alta hospitalaria y la doctora que me la dio me prometió que se me repetiría la prueba en 15 días". Un mes después, con 14 kilos menos, una ansiedad permanente e incluso dinero invertido de su bolsillo para salir de dudas, A. respira hondo sin que el SAS haya vuelto a dar señales. "Estoy en mi casa, pero más quisiera estar curado; he perdido 14 kilos y no puedo ni cuidar de mi hija. La gente puede morirse en su casa porque no hay seguimiento real del SAS, una llamada telefónica no basta", reconoce.

En este sentido, sostiene que "no me creo que todas las altas hospitalarias que han dado sean de personas curadas; yo llevo treinta en casa sufriendo distintos síntomas porque me han dado bombas contra el Covid-19: kaletra (se usa habitualmente para controlar la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH); e hidroxicloroquina (un principio activo antimalárico o antipalúdico). A cada uno le afecta de una manera esos tratamientos tan fuertes. Yo también perdí el olfato, por ejemplo".

"Esto es de película de terror"

"Esto es de película de terror", dice su madre, la persona que le animó a que tenía que denunciar públicamente esta situación. "Mi hijo ha perdido 14 kilos, sigue con vómitos y diarreas, y aunque nos siguen llamando para el seguimiento domiciliario, todo es obsérvelo. Hemos ido tres veces a Urgencias, le han hecho placas y analíticas, y le dicen que está bien, que puede ser un cuadro de ansiedad. ¿Ya no le hacen más pruebas? Tienen que coordinarse mejor y atender mejor a quienes mandan a casa".

Él no culpa al personal médico, pero expresa su indignación porque "no estoy curado y entiendo que a personas como yo hay que seguir atendiéndolas. No sé si el remedio ha sido peor que la enfermedad, eso se sabrá con el tiempo, pero desde luego, cuando hay altas hospitalarias a la gente hay que seguir tratándola, una llamada telefónica no es suficiente. He tenido neumonía, se supone que estoy curado, pero ahora tengo un problemón digestivo y me lo voy a tener que tratar por la privada. No sé qué destrozos tengo en el aparato digestivo, pero serán graves. Al menos ya sé que no contagio a los convivientes". Para colmo, lamenta, los médicos de cabecera no tienen libertad de prescripción para "dejarme ir a la privada si yo quiero; afortunadamente, he podido acceder a una clínica privada para poder salir de dudas y tratarme a nivel digestivo. No se puede permitir que las especialidades del sistema sanitario no atiendan a pacientes positivos y que, encima, han estado ingresados, y siguen con síntomas moderados o graves".

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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