El día en que Emilio, el churrero de Guadalcacín, perdió su negocio de 25 años: "Fue en dos minutos"

Su vivienda se encuentra en la planta superior al establecimiento, que quiere reabrir a sus 62 años hasta su jubilación: "Tengo mucho apoyo de mi pueblo"

El estado en el que quedó el local tras el incendio. FOTO: CPBC
El estado en el que quedó el local tras el incendio. FOTO: CPBC

Rondaban la siete y media. Como cada día, Emilio Reguera, propietario de una churrería con 25 años de historia en Guadalcacín, atendía a dos personas en su local. Su cafetería, de las más conocidas de la zona. Los que piden siempre su cartuchito de churros. Los del café. "Salí a poner un café y charlé dos minutos", rememora. Tenía, como cada día, su fuente de aceite para hacer los churros calentando. Algo salió mal, no se sabe bien por qué, pero lo cierto es que, cuando se dio la vuelta, "ya estaba el fogón ardiendo, casi en la espalda lo tenía".

En el interior, los dos clientes y un trabajador, en un bajo de una vivienda coqueto, sencillo, como muestran las fotos previas al incendio. Arriba vivía él, por lo que el fuego amenazó con arrasar toda su vida. Todo ocurrió muy rápido. Le dio tiempo a retirar unas botellas de propano y de butano. Echó incluso una manta ignífuga sobre el fuego, pero éste le golpeó por los laterales y no sirvió de nada.

Los bomberos llegaron. En la planta superior, un perrito, su compañero. "Se lo dije a los bomberos, que por favor lo rescataran". Emilio inhaló algo de humo, aunque físicamente se encuentra bien. "Me tuvo que sacar el trabajador, yo quería entrar a salvar mi negocio. Me sacó a la fuerza. Es mi casa, mi vida, tenía que luchar por lo mío. Yo me iba para arriba para salvar al perrito, pero me lo rescataron los bomberos. Ha estado un día y medio en el veterinario. Ya está recuperado, con medicamentos".

Exterior del negocio de Emilio, ubicado en calle Alcalá de los Gazules de Guadalcacín. FOTO: CPBC

Si hay algo que agradece el churrero es el cariño de su gente. "La verdad es que tengo mucho apoyo de mi pueblo". De todo tipo, dice. "Moral y económicamente. Se están portando, tengo una clientela muy buena, de gente de aquí, pero también de fuera, porque no es que me quiera halagar, es que doy buenos desayunos".

Y ese cariño le hace hace falta. "Estoy hundido. He tenido que recurrir a mi médico, me puse malísimo". Los momentos duros tienen algunos consuelos. El primero es que la estructura, el forjado, no tiene daños en apariencia. El segundo, es que la parte superior de su vivienda no se quemó, sino que sufrió los daños del humo. Y ahora está a la espera del seguro para seguir adelante.

A sus 62 años, no se plantea echar el cierre. "Quiero hacer la reapertura, hasta la jubilación. Lo que he ganado en mi vida ha sido para vivir, sin lujos. Yo soy una persona común, como cualquier trabajador asalariado. Lo que gano es para comer". Y lo dice claro. "Yo voy a seguir adelante, lo que quiero es reanudar el negocio. Ya dependiendo de cómo sea con el seguro, la decisión la voy a tener hecha", sentencia.

Sobre el autor:

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Pablo Fdez. Quintanilla

Licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria periodística en cabeceras de Grupo Joly y he trabajado como responsable de contenidos y redes sociales en un departamento de marketing antes de volver a la prensa digital en lavozdelsur.es.

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