Efraín tiene un año y está operado de corazón: sus padres temen contagiarlo si sus hermanos van a clase

El pequeño pasó por quirófano hace un mes, por lo que sus padres se enfrentan al dilema de exponerlo a un posible contagio o a posibles represalias si optan por no llevar a sus otros dos hijos al colegio

El pequeño Efraín, en brazos de su padre. FOTO: MANU GARCÍA
El pequeño Efraín, en brazos de su padre. FOTO: MANU GARCÍA

El pequeño Efraín apenas tiene un año de vida y ya ha pasado por quirófano, ya que nació con una cardiopatía congénita. La tetralogía de Fallot con la que vino al mundo impedía que su corazón bombease sangre a todo el cuerpo con la cantidad necesaria de oxígeno, lo que le provocaba que la piel estuviera azulada o pálida, según la zona. “Le hacíamos muchos masajes en los pies y en las manos porque no le llegaba la circulación”, cuenta su padre, Alejo, quien junto a su pareja tiene otros dos hijos, de siete y seis años. Ahora se encuentran ante un dilema: llevarlos o no al colegio. El miedo a que el virus entre en casa y afecte al pequeño Efraín les horroriza.

La tetralogía de Fallot es la anomalía de corazón más frecuente en el nacimiento, ya que afecta a 400 menores por cada millón de nacidos vivos. Esta cardiopatía se caracteriza por provocar cuatro defectos —fallo de comunicación entre los ventrículos, estenosis pulmonar, hipertrofia ventricular derecha y desplazamiento de la arteria aorta—, lo que hace que llegue menos sangre a los pulmones y, por consiguiente, al resto del cuerpo. Hace un mes que el pequeño Efraín se operó. “El niño ha salido bien pero ya tiene una operación en su espalda”, cuenta su padre. “La pediatra me ha recomendado que no lo lleve a la guardería, pero también veo arriesgado que mis otros hijos vayan al colegio”.

“En mi unidad familiar hay un miembro de riesgo”, recuerda Alejo cuando atiende a lavozdelsur.es en la puerta de su casa, con Efraín en brazos, sin camiseta, dejando ver la enorme cicatriz que recorre el torso del pequeño. Los padres del bebé quieren que un pediatra le expida un certificado acreditando las circunstancias de una familia que teme dos cosas, contagiarse por el virus y tener represalias si deciden que los hijos mayores no vayan a clase. “Quiero saber con certeza que si mis niños no van al colegio no me va a pasar nada”, expresa Alejo. “Mi deber como padre es proteger a mis hijos, a mi bebé y a los dos mayores, agrega.

Alejo, padre de Efraín, durante la charla con lavozdelsur.es. FOTO: MANU GARCÍA

“Ahora mismo no hay pediatras, les han dado vacaciones, tenemos que ir por Urgencias y solo están por la tarde”, cuenta Alejo, quien añade que también está esperando cita con los servicios sociales para intentar conseguir una autorización que justifique la posible falta de sus hijos mayores. “No puedo exponer a mis hijos a un virus cuando en mi casa hay una persona de riesgo, es muy peligroso”, insiste. A la Junta de Andalucía y asuntos sociales ya ha remitido sendos escritos para dar a conocer su situación. “No estoy en contra del aprendizaje, estoy en contra de que se abran los colegios con esto que está pasando, porque es peligroso”, apunta preocupado.

Con el pequeño Efraín recién operado del corazón, las salidas de la familia son escasas. A la compra, a trabajar cuando encuentran algo y a visitar a los abuelos, pero desde la calle. Además, ellos empezaron el confinamiento un mes antes de decretarse el estado de alarma. “Mi hermano trabaja de enfermero y me decía que cada vez había más casos, así que no nos arriesgamos”, matiza Alejo. Los hijos mayores apenas salen, juegan en un pequeño espacio, en la puerta de casa. “Estamos teniendo mucho cuidado”, reseña, por eso temen que después de estos meses de esfuerzo puedan contagiarse o contagiar al pequeño Efraín por la asistencia a clase de los mayores.

Con la legislación en la mano, el absentismo escolar tiene consecuencias. “Desde los seis y hasta los 16 años es obligatoria la escolarización, por lo que, dependiendo del tiempo en que el menor no acuda al colegio, la Administración valorará las razones por las que no lo hace y actuará en consecuencia”, aseguran desde ABA Abogadas, tras ser consultadas por este periódico. “No obstante, para que esta conducta constituya un delito, debe existir una dejación grave por parte de los progenitores en lo que a la educación de sus hijos se refiere”, agregan desde este despacho de abogadas. “Que se justifique —la falta— o no, no exime a los padres de llevar a sus hijos al colegio a partir de los seis años”, añaden.

La Ley Orgánica de Educación contempla tres excepciones a la escolarización: la residencia en el extranjero del menor, la enfermedad del alumno y la vida itinerante de sus progenitores. Es el centro escolar quien, ante una ausencia prolongada, activa el protocolo de absentismo y son los servicios sociales del municipio o ciudad los que inician una investigación para esclarecer los motivos, tras lo que emiten un informe que remiten al centro educativo. La Consejería de Educación de la comunidad en la que resida el menor entrará en el asunto cuando considere que es necesario reconducir la situación, iniciando un procedimiento administrativo que puede conllevar la imposición de una multa o un apercibimiento recurrible ante un juzgado de primera instancia.

"Queremos que el derecho a la salud prevalezca al de la educación"

Un grupo de más de 200 madres y padres de Jerez se han organizado para no llevar a sus hijos e hijas al colegio. Para ello, primero piden una bajada de la ratio por aula para que haya entre 10 y 15 alumnos, que haya pruebas PCR recurrentes para el profesorado y más limpieza y desinfección en los centros. “¿Quién garantiza que mi hija esté cinco horas con la mascarilla puesta, sin que se le rompa, o la pierda?”, se pregunta la portavoz, Sara Caleya.

“Es de vergüenza que en vez de buscar medidas se nos amenace con represalias si no llevamos a nuestras hijas al colegio. Han tenido seis meses para preparar una vuelta segura a las aulas y no han hecho nada”, se queja la representante del colectivo. “Queremos que el derecho a la salud prevalezca al de la educación, que no es que no nos interese, pero que sea de forma segura, garantizando la salud de los niños”, expresan. "Si no nos dan una solución, las aulas estarán vacías”, insisten en el escrito remitido a Gobierno central y Junta de Andalucía.

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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