Indi Gregory ha dejado de respirar. Los médicos del hospital de Nottingham, en Reino Unido, le han quitado la respiración asistida por orden de un juez. La pequeña, de ocho meses, que padecía una enfermedad terminal, ha sido desconectada del soporte que le mantenía viva en contra de sus padres.
Este domingo, los médicos británicos han llevado a cabo lo que venían recomendando desde hace meses. No continuar con su tratamiento por considerarlo "inútil y doloroso". Sus padres estaban en contra y han tratado de mantenerla viva durante el mayor tiempo posible, pero el pasado viernes el Tribunal decidió que debía interrumpirse en un centro médico, y no en casa de la familia donde querían ellos.
"El hospital Nottingham y los tribunales no sólo le han quitado la oportunidad de vivir una vida más larga, sino que también le han quitado la dignidad de morir en el hogar familiar al que pertenecía. Lograron quitarle el cuerpo y la dignidad a Indi, pero nunca podrán quitarle el alma. Sabía que ella era especial desde el día en que nació, intentaron deshacerse de ella sin que nadie lo supiera, pero Clare y yo nos aseguramos de que fuera recordada para siempre", ha compartido su familia en medios internacionales.
La familia llevaba meses intentando convencer a los jueces del Tribunal Superior de Reino Unido y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de que siguiera recibiendo el tratamiento, pero ha sido en vano.
La pareja no pudo trasladar a Indi a un hospital infantil en Roma para que siguiera con viva. El caso ha tenido una repercusión mediática internacional y hasta el Papa Francisco se pronunció al respecto. Según compartió la oficina de prensa, el Papa llegó a rezar por ella y "abraza a la familia de la pequeña Indi Gregory, a su padre y a su madre, reza por ellos y por ella, y dirige su pensamiento a todos los niños que en estas mismas horas en todo el mundo viven con dolor o arriesgan su vida a causa de la enfermedad y de la guerra",
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