El calvario que está pasando una repartidora a la que Burger King ha despedido tras ser atropellada en accidente laboral

Aunque no podía ni moverse, Lucía recibió el alta de la mutua. La empresa ejecutó el despido por no presentarse a trabajar. La joven trabajadora está con morfina y será operada de una hernia

La imagen de la resonancia de una joven que ha denunciado ser despedida por Burger King tras sufrir un accidente laboral.
La imagen de la resonancia de una joven que ha denunciado ser despedida por Burger King tras sufrir un accidente laboral.

Un auténtico calvario está viviendo Lucía, una joven repartidora de Burger King que sufrió un accidente laboral el 28 de febrero. Un coche se la llevó por delante en una rotonda. La mutua le dio la baja al día siguiente, pero desde el primer momento no dejaban de decirle que tenía solo un golpe. "Ni siquiera me dejaba explicar dónde y cómo me dolía". A la semana le mandaron rehabilitación y le citaban periódicamente. En esas revisiones, la doctora que se estaba encargando de verla, le seguía insistiendo en que no tenía nada. 

"Aunque yo le dijese que no estaba bien, ella sabía que estaba mejor. Todo lo contrario. Iba cada vez a peor. El dolor aumentaba y la movilidad de la pierna derecha se reducía", cuenta en redes Lucía, que el 10 de abril recibió el alta. "La médica alegó que me habían hecho una prueba biomecánica y todo estaba en los parámetros normales. A mí eso de normal me sonó bastante imposible, ya que por esa fecha iba torcida hacia la izquierda y cojeando de la pierna derecha. Textualmente, me dijo: 'mis superiores me han dicho que tengo que darte el alta por la prueba, que ha salido bien'".  

Tras esto, la joven trabajadora puso una reclamación contando lo sucedido y cogió hora con su doctora de cabecera, que le recomendó que fuese a la Seguridad Social para solicitar una revisión del alta. Toda la documentación la entregó en la mutua y en el Burger King en el que trabajaba. "El gerente me dijo –cuenta Lucía– que le daba igual, que a él solo le importaba el papel de alta. Con esta respuesta y por miedo a represalias, fue a ver a mi médica otra vez y le conté todo. Ella me dio la baja y la mandé por email al restaurante". 

El 25 de abril, su médica le llamó para decirle que le habían dicho que debía darme el alta. "Me preguntó si sabía algo de la resolución, pero todavía no sabía nada. El alta la vuelvo a mandar por email el restaurante. No recibo ninguna respuesta. Nadie me llama ni me escribe para comunicarme los turnos. Le pregunto a un compañero si aparezco en los turnos para ver qué pasa. Me dice que no y entonces le comunico a mi delegada sindical todo el percal". Además, le informa también de las horas extras que le deben. 

Una semana después, la delegada sindical le comenta que en el restaurante no sabían nada del alta, que no habían mirado bien el correo y que ya le llamarían para cumunicarle los turnos. Ese mismo día, 5 de mayo, la joven empleada recibe un requerimiento de faltas injustificadas que ascendía a diez faltas. Tras esto, contacta con recursos humanos de Burger King en Madrid. 

Al día siguiente, Lucía llama al mediodía para preguntar por sus turnos. "Me pasan al gerente y me dice que debería haber entrado en turno hacía media hora y que llevaba faltando varios días. Yo, sorprendida, le comento la situación, que no puedo andar sin ayuda de muletas y que nadie me ha avisado de nada. Él no para de interrumpirme diciendo: 'Si tienes alguna duda, te pasas por el restaurante'. Y cuelga". 

Al contarte esto último a la delegada sindical, ésta le dice que tiene que ir a trabajar. "Más sorprendida aún, me echo a llorar y cada vez estoy peor con la espalda. Voy a urgencias ese día para que me pinchen porque no aguanto más el dolor y me dan todo el fin de semana de reposo. El lunes (9 de mayo) voy a mi médica para que me dé la baja por la espalda y me manda una radiografía". 

Esta nueva baja la vuelve a mandar al restaurante. La respuesta llega al día siguiente en forma de carta de despido vía email por las faltas que no se ha justificado. "También me llega la respuesta de la Seguridad Social. Cancelan el alta de la mutua, la baja del 11 de abril de mi médica y dan el alta de la mutua del 6 de mayo. Mi delegada sindical me dice que debería haber ido a trabajar y me pregunta si voy a reclamar el despido. Tonta de mí, le digo que esperaré al finiquito". 

Un mes y medio después, Lucía recibe el finiquito y ya no podía reclamar el despido. "El finiquito está mal y además me deben dinero. Mi delegada sindical me dice que ahora hay que hacer una reclamación de cantidades y que eso vale dinero, que para lo que me deben no me compensa pagar un abogado. Ella me comenta que va a intentar que me paguen tanto la parte proporcional de la baja como las horas que le deben". 

A día de hoy, la joven empleada todavía sigue esperando que le paguen lo que le adeudan. Regresando al tema de la espalda, está más doblada, siente cómo se le clavan las costillas en la pelvis y se le ha originado una escoliosis. "Tuve que pagar para hacerme una resonancia. A pesar de que en el informe pone que tengo una hernia discal, la traumatóloga me dice que no es concluyente y me manda una electromiografía". 

A la espera de recibir cita para la nueva prueba, el pasado 26 de julio, a Lucía la ingresaron en el hospital a las tres y media de la madrugada en el hospital Reina Sofía de Córdoba. "Me han hecho otra resonancia, me han puesto morfina y el neurólogo me ha dicho que soy muy joven". Una resonancia en dicho centro hospitalario ha confirmado los peores presagios de la joven. "Me han dicho que tengo una hernia bastante grande que me está presionando las ramificaciones nerviosas y que intentarán buscarme un hueco para operarme la semana que viene". 

Sobre el autor:

R. G.

Periodista con más de veinte años de experiencia en los medios de comunicación (prensa escrita, digital, radio y televisión). Autor de 'Nosotras. Historias del olvidado deporte femenino' y otros seis libros más. Recuperando la ilusión por contar la vida en lavozdelsur.es

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