Han sido 72 horas de registro por mandato judicial de la Audiencia Nacional, pero no ha sido posible ni un aplazamiento, ni hallar en ese tiempo las 5 toneladas de cocaína que las autoridades, entre ellas la DEA de Estados Unidos, pensaban que podían (o pueden) ocultarse en el interior de un mamotreto de 200 metros de eslora y 77 tripulantes. Sin que haya aparecido nada relevante, ha confirmado a primera hora de este viernes la Policía, el buque Mawashi Express, con 16.000 vacas a bordo, ha zarpado de nuevo rumbo a Egipto.
Tras haber sido intervenido por la Audiencia Nacional cuando viajaba desde Cartagena (Colombia) con destino a Port Said (Egipto), ha abandonado esta madrugada el puerto sanroqueño una vez finalizado el registro al que estaba siendo sometido. Toda su tripulación ha quedado en libertad y las cabezas de ganado que transporta el barco, unas 16.000, seguirán con su rutina tras unos días con problemas para ser alimentadas.
El barco había sido intervenido en el marco de una investigación bajo secreto de sumario que dirige el Juzgado Central de Instrucción Número 6 de la Audiencia Nacional y de la que también participa la Fiscalía Antidroga. Cabe recordar que el atraque en San Roque del buque suscitó la crítica del alcalde de la localidad, Juan Carlos Ruiz Boix, que piensa que "lo lógico hubiera sido que el barco se llevara a Algeciras".
Una cuestión que fue contestada por la Autoridad Portuaria Bahía de Algeciras (APBA), que ha asegurado que se ha "limitado a cumplir un mandato judicial" sobre el buque que "en ningún caso tenía previsto realizar escala en el Puerto de Algeciras", así como que las actuaciones y las decisiones tomadas en las últimas horas, "con la prudencia que corresponde al caso, son un trabajo coordinado por organismos públicos de las administraciones competentes en la materia, es decir, los ministerios de Justicia, Interior, Defensa y Transportes".
En enero pasado fueron intervenidas 4,5 toneladas de cocaína en un carguero que fue interceptado mientras transportaba cientos y cientos de cabeza de ganado procedente de Colombia al Líbano. Según las autoridades, los llamados por los animalistas barcos de la muerte —por las pésimas condiciones en las que viaja el ganado— son una modalidad creciente de transporte de ingentes cantidades de droga, mucho más difícil de detectar por las autoridades.
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