Ana Trejo, fundadora de Stop Vientres de Alquiler: "La gestación subrogada impone condiciones de esclavitud"

La activista y creadora de la plataforma contra los vientres de alquiler participa en Jerez en la jornada 'Explotación reproductiva y mercado de bebés' organizada por Marea Violeta

Ana Trejo, fundadora de Stop Vientres de Alquiler. FOTO: MANU GARCÍA
Ana Trejo, fundadora de Stop Vientres de Alquiler. FOTO: MANU GARCÍA

Ana Trejo viene acelerada porque hace poco que ha llegado en coche desde Almendralejo, donde vive, hasta Jerez, donde participa en la jornada de divulgación Explotación reproductiva y mercado de bebés, organizada por Marea Violeta Jerez y celebrada en el centro social de La Granja. Trejo, harta de leer y escuchar noticias contando las bondades de la gestación subrogada, “presentándola como algo positivo”, decidió poner en marcha una plataforma a la que se adhirieron luego una serie de activistas feministas que condenan esta práctica. Stop Vientres de Alquiler, que es como se llama la plataforma, ofrece información y elabora dossieres para aquellos medios o estudiantes que quieran documentarse sobre lo que implica la gestación subrogada.

“No se puede vender como una historia de amor, constituye una vulneración de derechos humanos de las mujeres y de los bebés”, apunta Trejo, licenciada en Ciencias Políticas y Sociología y experta en divulgación y cultura científica. “Cuando ponemos la televisión y vemos a los ricos y famosos con sus niños y niñas nacidos por gestación subrogada no nos paramos a pensar en lo que conlleva. Hasta puedes pensar: ¿Por qué no van a tener derecho a tener una familia? Porque el derecho a la familia no existe, existe el derecho de los menores a ser cuidados, a tener a su familia, pero no el derecho a los adultos a poseer un hijo o hija en propiedad”, señala Trejo.

¿Cuánto daño hacen esas imágenes de famosos “comprando” niños?

Muchísimo. Las parejas homosexuales pueden acceder a la paternidad a través de otros medios, como las adopciones, pero aquí hay un deseo muy claro de poseer a un hijo o una hija en exclusividad y con herencia genética propia, comprada a gusto del cliente. Buscan donantes caucásicas para tener hijos rubios, con ojos azules, y con unas determinadas características. Quieren poseer en exclusividad ese bebé y que la madre desaparezca. Otra cosa sería tener una coparentalidad, es decir, ponerse de acuerdo: Yo soy la madre y llevo el embarazo, no somos pareja, pero vamos a criar al niño o la niña respetando el vínculo materno-fetal que se desarrolla durante el embarazo y que es crucial el primer año de vida. Y no hacer desaparecer a la madre. Pero eso no es lo que quieren. Lo que quieren es externalizar la procreación como se externalizan los cuidados o las tareas domesticas.

Incluso en algún artículo llega a hablar de esclavitud…

Esto siempre es esclavitud, porque dime qué trabajo requiere estar 24 horas y siete días a la semana, sin poder hacer un parón. Cuando estás embarazada no te puedes quitar la barriga. Y las condiciones que se imponen en los contratos vulneran derechos fundamentales de los seres humanos como el derecho al libre desarrollo de la personalidad. No vas a poder decidir nada de tu vida, ni lo que comes, ni si tienes relaciones sexuales, nada. En muchos casos las mujeres son aisladas en casas de maternidad, alejadas de sus propias familias y no pueden ir a su casa ni siquiera cuando hay una muerte familiar. Los compradores pueden decidir hasta si aborta, porque quieran dos embriones y hayan ido tres o cuatro hacia delante. Son condiciones de esclavitud, es una cosificación de la persona, la mujer deja de ser un ser humano y es considerada una fábrica que no tiene opinión.

Vanesa Rodríguez, Teresa Domínguez y Ana Trejo, miembros de Stop Vientres de Alquiler. FOTO: MANU GARCÍA

¿Cuánto cuesta alquilar un vientre?

El precio oscila entre 30.000 y 200.000 euros. Es un negocio brutal. De eso, la madre puede recibir un 20%. El resto se lo van a llevar las agencias intermediarias, las clínicas que hacen los tratamientos de reproducción asistida, los abogados que realizan los contratos, los psicólogos que atienden a la mujer, las agencias de seguros, las agencias de turismo que organizan los paquetes de turismo médico y las agencias de crédito que reciben los cobros y que reparten el dinero entre los distintos agentes. Hay muy pocos datos sobre este asunto pero hace poco leí un informe que cifraba en 6.000 millones de dólares anuales la cifra de negocio de la gestación subrogada. De eso, las madres reciben el 0,9% a nivel global. Las clases altas son las que recurren a esta práctica, pero se quiere popularizar a las clases medidas. Igual que nos metieron en la cabeza que teníamos que pedir dinero al banco para una hipoteca o para el coche, ahora también para un hijo.

¿Pagar un hijo a plazos?

Ya se está haciendo. A las clínicas de reproducción asistida, por ejemplo, les conviene. Después de someter a una mujer a 20 tratamientos fallidos, decirle que el último recurso es un vientre de alquiler, puede ser una salida. Las agencias de alquiler de vientres ya están pagando hasta 3.000 euros de comisión a los ginecólogos que hacen de intermediarios y les mandan a mujeres en situaciones desesperadas.

Nuestro hijos e hijas no nos pertenecen, cuando nacen ya son sujeto de derecho. No se puede vender o regalar a una criatura"

Los defensores de la gestación subrogada insisten en que hay países donde se permite practicarla de manera altruista, ¿es posible el altruismo en este asunto?

Estamos hablando de mujeres vulnerables y su vulnerabilidad no tiene por qué ser económica, sino también emocional, psicológica y social. Hace poco leí el libro El ser y la mercancía, de Kajsa Ekis Ekman, una periodista y activista sueca que describe cómo muchas mujeres norteamericanas y canadienses se someten a estas prácticas supuestamente altruistas en países como Canadá, pero siempre hay cobros bajo cuerda o regalos. Ella relataba que muchas de estas mujeres habían sido víctimas de abusos en la infancia, de malos tratos. Una había abortado de joven y para resarcirse, porque era muy religiosa, se prestó a alquilar su vientre para expiar su culpa haciendo ese sacrificio. Hay un componente psicológico del que no se habla mucho y merece la pena investigar. El altruismo no existe. Y en cualquier caso los hijos e hijas no nos pertenecen, cuando nacen ya son sujeto de derecho. No se puede vender o regalar a una criatura porque no nos pertenecen.

¿Cómo se debería legislar en España?

Declarando su prohibición y promulgando una convención internacional contra alquiler de vientres, aunque el derecho internacional ya lo condena. Si lees la definición de la trata de personas encaja perfectamente el alquiler de vientres y si lees la definición de esclavitud que da el derecho internacional o vas al derecho de los niños a conocer su origen o identidad o a no ser vendidos o traficados, eso encaja perfectamente con la realidad del alquiler de vientres. España tiene que dejar de inscribir a los niños que vienen de otros países, como se hace en Alemania o Francia, estableciendo una moratoria para impedir que vengan niños de vientres de alquiler y quienes vengan que sean tutelados por el Estado. Luego se debe iniciar un proceso de adopción y que demuestren en ese proceso que cumplen las garantías que necesita una adopción internacional.

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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