Álvaro Iglesias, conocido como Nanysex, el considerado el mayor pederasta de España, ha salido en libertad tras cumplir la condena que le impuso la Audiencia Provincial de Madrid en 2008. La sentencia original le condenaba a 58 años de cárcel, aunque posteriormente fue reducida a 44 años y medio por el Tribunal Supremo, cumpliendo finalmente 20 años en total.
Los delitos que cometió entre 2002 y 2004 afectaron a al menos cinco menores de edad. El condenado abusó de niños de entre 1 y 3 años, valiéndose de su rol de canguro, según confesó durante el juicio. Además de los abusos, elaboraba material audiovisual que posteriormente difundía en Internet. "Abusaba de niños valiéndose de su condición de canguro", admitió ante el tribunal. En su día llegó a presumir de que no había tenido sexo con nadie mayor de 36 meses.
Captaba víctimas con anuncios falsos
El modus operandi que utilizaba incluía la publicación de anuncios en medios digitales e impresos en los que se ofrecía como cuidador infantil. En estos mensajes aseguraba tener “experiencia con niños y educación infantil”, además de ofrecer “cursos de informática para niños” a familias con ordenador en casa. Esta estrategia le permitía ganarse la confianza de los padres y acceder a los menores.
El Tribunal Supremo revisó en 2009 la condena impuesta por la Audiencia Provincial al considerar que se había aplicado de forma indebida la agravante de abuso de confianza, lo que, según el alto tribunal, vulneraba el principio jurídico Non Bis In Idem. En la nueva resolución se le declaró culpable de tres delitos continuados de abuso sexual, con agravante de especial vulnerabilidad y atenuante por colaboración con la justicia, además de otros cargos por corrupción de menores.
Seguía consumiendo pornografía infantil
El condenado pasó la mayor parte de su condena en la prisión madrileña de Estremera, y posteriormente fue trasladado al Centro de Inserción Social de Alcalá, donde cumplió la fase final. Según ha trascendido, funcionarios de prisiones denunciaron que durante esta última etapa continuaba consumiendo pornografía infantil, un hecho que generó preocupación entre el personal penitenciario.
Tras recuperar la libertad, el pederasta deberá respetar una orden de alejamiento que le prohíbe acercarse o comunicarse con sus víctimas durante al menos diez años, aunque todas ellas ya son mayores de edad. Además, las autoridades seguirán evaluando si requiere supervisión adicional por parte de los servicios sociales o judiciales.
La red que dirigía estaba formada por otros tres hombres, quienes también fueron condenados por delitos similares. El caso Nanysex marcó un precedente por la gravedad de los hechos y por la utilización de herramientas tecnológicas para la captación y explotación de menores, lo que generó un intenso debate social sobre la protección infantil y la prevención de este tipo de delitos.