autoestimaok.jpg
autoestimaok.jpg

Descubre 16 claves para una buena salud mental.

Epícteto (filósofo griego, año 55, Herápolis de Frigia) nos deleitó por entonces con la siguiente máxima: “Los hombres se ven perturbados no por las cosas, sino por las opiniones sobre las cosas”. Desde entonces, grandes profesionales de la psicología del siglo XX han tomado esta reflexión como parte fundamental de su técnica terapéutica. Aquí van 16 claves para una buena salud mental:

1. Aceptarse tal como se es. Acéptate siempre como un ser humano falible, que comete muchos errores y equivocaciones. Evita valorarte a ti mismo de forma global, a tu esencia, a tu persona o tu ser. Céntrate en tus actos y acciones para evitar así sobregeneralizar. Por ejemplo si nos hemos portado mal con alguien, podemos sostener el siguiente pensamiento: “Soy mala persona por haber actuado así” cámbialo por otro más realista del tipo: “soy una persona que a veces actúo mal, pero eso no me convierte en una mala persona”.

2. Cuidado con la trampa de la autoestima. Ésta significa que el individuo se valora a sí mismo porque ha actuado inteligente, correcta y competentemente. Y si se lleva a sus extremos lógicos, es “la consecuencia, expresión y la recompensa de una mente totalmente entregada a la razón” y “una racionalidad compacta” – es decir, una determinación total del individuo a utilizar su propia mente al máximo de su propia capacidad. El número de personas que actúa bien en este mundo parece ser normalmente muy pequeño y el número de las que se equivocan mucho y que muchas veces actúan mal parecen ser legión, podrá parecer más difícil que la mayor parte de nosotros logre una auto-estima, mientras que el lograr un sentimiento firme de Auto-aceptación podrá estar más a nuestro alcance.

3. Aceptar a los demás tal como son. Aceptar su capacidad de errar igual que en nosotros, no condenarlos como personas. Reconocer que normalmente cuando nos enfadamos con alguien es porque está realizando alguna conducta o acción que nosotros, en nosotros mismos, no nos permitimos. Negar que una persona no actúe tal como actúa es negar la realidad y eso sí que es altamente trastornante. Tiene cierta gracia que pensemos tan a menudo que podemos cambiar a los demás, sobre quienes no tenemos mucho control y en cambio, nunca crea que puedo hacer nada por cambiarme a mí, sobre quien tengo mucho más poder.

4. Aprender a tolerar la frustración. Sería bueno reconocer que la vida humana está llena de problemas, dificultades, desgracias e injusticias, y que es muy probable que siga siendo así. Estaría bien hacer todo lo posible por cambiar lo que podamos cambiar en esos problemas, por aceptar, aunque no nos guste, lo que no pueda cambiar, y por tener la suficiente sabiduría para conocer la diferencia.

5. Interés social y confianza ética. Es bueno estar dedicado tanto a nuestros propios objetivos y valores como,  simultáneamente, aceptar el hecho de que somos miembros de un sistema social. Con un puro interés egocéntrico podríamos dañar a nuestro grupo. Intente hacer lo que realmente quiera hacer, pero también ser un ejemplo para los demás, ayudar a otros individuos y vivir de manera que en general sea beneficiosa para la humanidad. 

6. No pretender llevarnos bien o caerles bien a todo el mundo. Esto sería estupendo, pero, mala suerte, no es la realidad e iríamos condenados al fracaso y cuanto más realistas seamos, más control sobre nuestras emociones tendremos. Teniendo en cuenta todas las leyes científicas demostrables hasta el momento, preguntémonos si existe alguna otra en el universo por la que yo tenga que ser aceptado por la gente que considero importante. No, no somos tan especiales como para ello, para que nos acepten, pero la verdad es que sí que nos gustaría serlo… y este es un ejemplo entre exigir una cosa y desearla.

Podemos controlar y limitar en gran medida nuestros trastornos emocionales y conductuales (en especial nuestros sentimientos de ansiedad, depresión, ira, etc.), pensando en términos de preferencias y deseos

7. Pensamiento flexible. Podemos controlar y limitar en gran medida nuestros trastornos emocionales y conductuales (en especial nuestros sentimientos de ansiedad, depresión, ira, etc.), pensando en términos de preferencias y deseos, incluyendo fuertes preferencias y deseos en lugar de exigencias absolutistas (del tipo tengo que, debería o habría de…insistentes). Convendría que tomáramos muchas cosas en serio, pero no demasiado en serio; y que hiciera muchos proyectos importantes, pero no “sagrados”. Podemos vivir confortablemente bien sin seguridades ni perfecciones. Sería bueno controlar nuestras tendencias a generalizar en exceso, a etiquetar sin cuidado y a hacer estereotipos, y esforzarnos por tener una mente abierta y para no albergar prejuicios severos. Por ejemplo cuando dices: “No puedo dejar de preocuparme”, sería bueno cambiarlo por “Puedo dejar de preocuparme, pero hasta ahora, no lo he conseguido”. Este pensamiento es realista, por lo tanto nos ayuda.

8. Tomar consciencia del presente. Si conseguimos sentirnos bien en el presente, es mucho más probable que programemos un futuro más sano y optimista. No es necesario olvidar el pasado, ni es sano quedarnos anclados en él, pero sí aprender de esa experiencia. Tampoco es bueno irse demasiado al futuro ya que esto nos puede conducir a la ansiedad. De hecho, si supiésemos lo que va a ocurrir dentro de diez minutos, seríamos multimillonarios. Es imposible viajar al futuro, aunque sin querer, a veces, nos empeñemos en vivir en él. La vida afortunadamente es imprevisible, vivamos entonces el presente eterno.

9. Poner en práctica la fuerza de voluntad. Para cambiarme o controlarme a mí mismo, no sólo necesito voluntad, sino fuerza de voluntad. No obstante, sin actos de voluntad, sin acción, no habrá fuerza de voluntad. Las cosas no se hacen solas, no suele ocurrir eso. Si las cosas son difíciles de hacer es porque es así como son. Como dijo Benjamín Franklin “No hay ganancias sin esfuerzo”. Hay una manera fundamental de conseguir las cosas: MEC (mueve el culo).

10. Enfrentarse a ese miedo. El miedo es nuestra emoción más primitiva, no podemos evitarla, pero si la aceptamos y la afrontamos se transforma en valor. El miedo, o se supera en primera persona o no se supera, nadie puede afrontar por nosotros el miedo que experimentamos. Es mejor arriesgarse a sentir un malestar momentáneo, con tal de librarnos del malestar continuado, hasta que consigamos estar a gusto.  Cuantas más acciones emprendamos en relación con nuestros temores, menos tiempo y energías malgastaremos obsesionándonos con ellos. Mejor haberlo intentado y no conseguirlo, que no haber intentado nada. La acción conduce a la experiencia; la pasividad, a alimentar más el miedo. “Mira al miedo de frente y dejará de perturbarte” (Sri Yukteswar)

11. Practicar deporte moderado. La actividad física no solo equilibra lo que comemos sino que además disminuye el estrés produciendo más placer y relajación. Según la OMS, para los adultos la actividad física consiste en actividades recreativas o de ocio, desplazamientos (por ejemplo, paseos a pie o en bicicleta), actividades ocupacionales (es decir, trabajo), tareas domésticas, juegos, deportes o incluso ejercicios programados en el contexto de las actividades diarias, familiares y comunitarias. Cuidado, demasiado ejercicio puede ser peligroso para nuestra salud, de hecho, “más no significa siempre mejor”.

12. Descansar a conciencia. Introducir esta rutina en nuestro día a día nos aliviará del estrés y nos conducirá a un estado mental placentero. Para ello puede ser interesante y útil practicar algún tipo de relajación o meditación.  

13. Buscar un momento de ocio al día… el que sea, ver nuestra serie favorita, tomar un café con un amigo/a, escuchar música, leer, etc. Tomar consciencia de ese momento intencionado de disfrute, nos ayudará a estar mejor emocionalmente.

14. Tener una ocupación. Esto es muy sano para nuestra salud mental. Si no tenemos un trabajo, buscaremos algo que estudiar, un voluntariado, etc…no tener todo el día para divagar sobre cómo estamos y cómo exigimos que deberíamos estar. Estar ocupados nos ayudará a ser más productivos en nuestro tiempo libre a la hora de pensar en programar mejor nuestro futuro.

15. Dormir es bueno tanto para nuestra salud física como mental. El tiempo ideal de sueño varía de una persona a otra, por lo que las ocho horas diarias no son necesarias aunque sí que podríamos considerarlas como una media general de patrón saludable de sueño. Sobre las recomendaciones sobre el tiempo de duración de la siesta se recomienda no excederse en 25 minutos o media hora

16. Buscar solución a los problemas, no más problemas. La vida es así, que no nos guste tener problemas, no quiere decir que no los podamos o vayamos a tener. Normalmente, ante cualquier emoción desmedida, si somos capaces de reflexionar durante un instante y preguntarnos ¿por qué estoy así, tan enfadado/a, por qué estoy tan triste?...en el fondo de nosotros, lo que pensamos es que exigimos a esta vida que no deberíamos tener el problema que tenemos porque no nos gusta ya que nos impide estar cómodos...pero  si llegamos a reconocer que es esto lo que nos pasa, la siguiente reflexión podría ser, ¿tiene solución este problema? Si la respuesta es afirmativa, ya de entrada, no nos agobiemos porque tiene solución. Entonces, mejor será que nos dejemos de tonterías, mover el culo y a solucionarlo…si es que es tan urgente tal desenlace. Si realmente no tiene solución,  lo mejor será aceptarlo, tomar la decisión de vivir con él y es entonces cuando reflexionaremos si este problema nos impide disfrutar de cosas que me gustan: escuchar música, leer, salir al campo, tener sexo, ver una peli, etc. Si somos realistas y honestos con nosotros mismos, comprobaremos que no, por lo que, a pesar de todo, aún podremos ser personas razonablemente felices.

Y recordad: sus sentimientos y sus acciones están estrechamente relacionadas con su pensamiento.

Ejemplos:

Cuando tú dices                                            Intenta cambiar esa creencia por

Eso me pone ansiosa……………………………….……Yo me pongo ansiosa con eso
Tú haces que me enfade…………………………..…..Yo me enfado con tu comportamiento

Probablemente será duro cambiar, pero será aún más duro si no cambias.

Francisco Javier Rodríguez del Valle es psicólogo clínico e hipnoterapeuta.

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído