El exilio de los sanitarios andaluces: "Los contratos en Andalucía son una mierda. Me fui para coger puntos y volver"

La bolsa para los últimos titulados no se ha actualizado este 2020, algo que aprovechan el resto de comunidades. "Para un contrato de una semana me voy al País Vasco". "No se invierte en Sanidad".

Paloma, Marta, Herminia y María, cuatro sanitarias andaluzas en el exilio laboral.
Paloma, Marta, Herminia y María, cuatro sanitarias andaluzas en el exilio laboral.

En Andalucía no hay suficientes rastreadores, denuncian los colectivos sanitarios, ni personal de Enfermería suficiente para atender teléfonos como Salud Responde. Una segunda ola de hospitalizaciones ya hace temblar a algunos hospitales, como el Virgen del Rocío, que en un mes "hay riesgo de que no tenga camas para todos". Falta personal, con bajas que no se cubren. Hasta en 15 centros, entre públicos y adscritos privados, puede estudiarse la carrera de Enfermería en Andalucía, en todas las provincias. Casi un centenar de centros privados ofrece la titulación de grado medio en auxiliar de enfermería. Y, con todo, ¿dónde están los refuerzos? ¿La gente joven?

La realidad es que Andalucía es un destino laboral muy deseado. Porque las carreras profesionales que implican el acceso al sistema público, la mayor garantía de empleo en los últimos años, suele generar mucho interés entre los trabajadores. Muchos andaluces optan por opositar, por ejemplo. Es difícil volver a Andalucía, por ejemplo, como guardia civil o policía, o como funcionario de prisiones. El sistema sanitario no es menos complicado. Si bien las especialidades médicas tienen en el famoso MIR su expresión, no hay un sistema tan definido en el resto de puestos de trabajo: el MIR de enfermería, el EIR, ofrece muchas menos plazas, por ejemplo.

A estas realidades se suma que el coronavirus ha provocado que la bolsa de enfermería no se haya actualizado en 2020. Es decir, que quienes acabaron la carrera en 2019 aún no han podido entrar para ir encadenando contratos que les otorguen puntos que puedan utilizar. En Enfermería se estila mucho la formación complementaria para alcanzar puntuaciones que permitan ir logrando cierta estabilidad. Las llamadas para contratos de fin de semana, una semana, o un mes, son habituales. Desplazamientos mediantes, como pasa con las sustituciones del profesorado, por ejemplo. Lograr puntos suficientes en Andalucía para conseguir mantener una plaza es difícil, y obliga o bien a llenarse de paciencia y asumir traslados de un día para otro, o bien, emigrar para que en otras comunidades autónomas puedan conseguir la puntuación necesaria que se refleje en la bolsa andaluza, porque a pesar de ser sistemas sanitarios autónomos entre ellos, se reconoce la experiencia.

La diferencia de Andalucía es, sencillamente, que durante esta crisis del coronavirus las llamadas para sustituciones son de muy pocos días. La explicación es la burocracia. "Ya tienen nuestros datos porque los dimos para la bolsa, pero no estamos dentro de la bolsa", explica una enfermera titulada en 2019. Acaban tirando de profesionales para contratos de unos días. Cuatro sanitarias (tres enfermeras y una celadora) andaluzas que trabajan en otras comunidades explican su diáspora. Todas convencidas de que quieren volver, pero que necesitan ganar puntos con contratos que ya les han garantizado para varios meses. En su tiempo trabajando fuera, las han ido llamando. Nunca con contratos mejores, sino las citadas ofertas para unos días en algún lugar de la muy amplia comunidad autónoma de Andalucía. Y, por si fuera poco, con peores condiciones económicas.

Herminia Doctor y Marta Rodríguez trabajan actualmente en el Hospital de Basurto, en Bilbao, en la planta covid. La primera, sevillana; la segunda, gaditana. La primera de ellas, de 23 años, llegó el 1 de julio. Entonces "estaba la cosa tranquila, y ahora llevo un mes en la planta. En septiembre hubo una ola que llegó antes que a Andalucía. Hubo dos plantas dedicadas a covid pero solo hay una ahora", señala. 

Como muchos sanitarios, al principio sintió "miedo, respeto, perdida porque antes no has trabajado con este tipo de paciente". Llegó "antes de que me llamaran. Ya debería estar dentro de la bolsa. Para este año, sabíamos que competiríamos los que han acabado este año el curso y las que acabamos el año pasado. Durante los meses de covid en Andaucía, no bajaban los puntos que hacían falta para trabajar, además". 

Su contrato es hasta el 31 de enero. "Por ahora me voy a quedar. Estaré encaenando contratos. Para que me den un mes en Andalucía, no puedo irme". Recibió llamadas del SAS a final del verano, cuando la citada bolsa se quedó a cero y empezaron a tirar de otras profesionales. "Me ofrecieron una semana".

Marta y Herminia, en la planta covid del Hospital de Basurto.
Marta y Herminia, en la planta covid del Hospital de Basurto. 

Marta, por su parte, se define a sí misma como "aventurera". Cuando llegó, en abril, también sintió miedo. "Porque soy asmática, pero es mi profesión". No empezó en el País Vasco en el sistema de salud, el Osakidetza, sino en una residencia de ancianos. "Yo me quiero volver, pero en Andalucía los contratos son, si puedo decirlo así, una mierda. En mi ciudad -Cädiz- se vive muy bien, y ahora tengo a mi familia a 1.000 kilómetros. Pero tengo que coger puntos".

Su explicación del asunto es que "no quieren invertir en Sanidad. Prefiero quedare aquí, porque me niego en lo que pueda irme a una privada. Se vive peor, se gana menos, y son más pacientes parati. En Cádiz hay una enfermera para cada 15. Aquí somos seis para 31 pacientes una mañana de sábado", dice este 24 de octubre. "La sanidad aquí funciona mejor, hay personal de sobra".

Ni siquiera supuestas barreras como el idioma llegan a ser un problema. "Bilbao es una ciudad multicultural, con inmigración, y aunque mucha gente lo habla porque lo aprende en el colegio, nunca he encontrado un paciente que hable en euskera solo". Peor barrera es la de otros muchos compañeros que se marchan a Reino Unido o a Alemania, incide. 

Sobre su experiencia con el covid, después de varios meses en la planta específica, subraya que "tenemos que ser más conscientes. Esto no es solo algo de mayores. He visto a gente joven morirse. A la gente le diría que se dejen de tonterías, que lo ves cuando estás en primera línea", como ella. "Tenemos que aprender a vivir de la forma más consciente posible, no estar quizás todo el día en los bares, que a todo nos gustan, y mirar por lo demás".

Y como muchos sanitarios, su sensación con los famosos aplausos del confinamiento es de una especie de encontronazo emocional. "Al principio me enorgullecía, pero luego se olvidó y me parece hipócrita, porque parece que los que salían al balcón son los primeros que ahora incumplen. Que vengan y se pasen por la planta para ver lo que es".

De la localidad de Trebujena, histórico municipios de profesionales del sector, es Paloma Jarana, de 32 años y celadora. Está en el Virgen de la Salud de Toledo, en el sistema público de Castilla-La Mancha. "He acabado aquí por el covid. Llevaba en lista dos años esperando y no me llamaban. Necesito los puntos y sabía que tendría que marcharme fuera. En este hospital hay muchos andaluces, de Córdoba, de Granada... Pero solo aquí en Toledo hay unos 10 o 15 de Trebujena, muchos en el de Parapléjicos".

Paloma Jarana, en el hospital de Toledo donde ejerce.
Paloma Jarana, en el hospital de Toledo donde ejerce.

Llegó en abril, y desde entonces ha estado "sin parar trabajando en el mismo sitio. El covid ha propiciado que ganemos puntos, por así decirlo. Llevo seis meses y por ahora tengo contrato hasta diciembre". La experiencia, por ahora, le gusta. "Pero estoy a cinco horas de mi familia, de mis amigas... Andalucía te tira, todos queremos estar". 

Se ha dedicado mucho a los mayores, pero también pasó por el servicio de Rayos, en Urgencias. "Ves abuelillos y gente joven con unas placas... Llegan con la neumonía del coronavirus. Hay quien dice que estamos exagerando, pero tienes que vivirlo. Te vienes acojonada con lo que ves, es muy duro, y al principio no te lo crees. Ves gente morir, no es ninguna tontería, y parece que no somos muy conscientes. En la primera ola todos eran mayores, pero ahora, la media de ingresos es de 60 para abajo. Algo no estamos haciendo bien".

Su llegada estuvo marcada por las exigencias del colapso sanitario del país. La llamaron para trabajar un 13 de abril, para incorporarse el 15. Sin margen. sin casa. Habían habilitado "el castillo de San Servando para los sanitarios. Lo pasé mal la primera noche, en plena pandemia, sin saber lo que iba a vivir. Tenía miedo, pero no me achanté. Pensé que si tenía que cogerlo, lo cogería". De hecho, ha pasado la enfermedad, aunque fuera del hospital probablemente. Perdió el gusto y el olfato. Tuvo suerte.

La también trebujenera María Pruaño está fuera de Andalucía, y fuera de la Península. En Ibiza. "La oportunidad de trabajo no la tenía en Andalucía". Tiene 24 años y es enfermera. La plaza imponía. "Estoy en una isla con playa, como Cádiz, y todo es algo caro. No me arrepiento, tenía aquí a mi hermana, aunque quiero volver. El problema es que esto es zona de turismo de gente joven y ha habido bastantes casos por eso". 

La enfermera de Trebujena María Pruaño, durante la primera ola.
La enfermera de Trebujena María Pruaño, durante la primera ola. 

Ya trabajaba allí antes de la crisis sanitaria. Llegó en marzo de 2019. "A las dos semanas de volver de visita por carnavales en Cádiz, donde ya se veía gente disfrazada de virus, cerraron la isla". El golpe de la llegada abrupta de la crisis. "Te ves de repente trabajando en Urgencias casi ni preparada para esto. La primera ola sí fue mejor que la segunda en Ibiza".

Para volver, aún falta. "Todos volveremos a casa. No he parado de trabajar aquí, pero no estoy dispuesta a ir para contratos de un día. Yo sé que al acabar la carrera no puedes pedir tanto, pero no así.  Mi idea es estar un par de años para intentar tener después en Andalucía un contrato estable. Andalucía no cuida a sus trabajadores, lo mejor es irse fuera".

Y en esa experiencia en el hospital le ha tocado pasar la enfermedad. También de forma leve. "No sé cómo pudo ser, por cualquier cosilla, o por un compañero que fuera asintomático. Nunca me quito la mascarilla. Pero cuando tenemos que atender a un paciente muy grave, le tratamos todo y luego da positivo".

Son las vicisitudes de un hospital de estas cuatro sanitarias que tienen en común el haberse marchado. Y subrayan que son mayoría en esa generación. En otras comunidades pusieron incluso castillos para llevarlos a trabajar, y con mejores sueldos. En Andalucía, dicen, no hay sanitarios. Y es cierto. Porque se han marchado.

Sobre el autor:

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Pablo Fdez. Quintanilla

Licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria periodística en cabeceras de Grupo Joly y he trabajado como responsable de contenidos y redes sociales en un departamento de marketing antes de volver a la prensa digital en lavozdelsur.es.

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Comentarios (1)

Juan manuel Hace 3 años
Cuando los políticos dejarán de querer el poder y se dediquen a trabajar para el pueblo. Lo de la sanidad es para despedir de momento a lo que están al mando de los hospitales, porque hacen lo que el político de turno les dicen, si pensar en los sanitarios, donde están los dineros de lo que tanto dicen que tienen para la Sanidad. Porque no contratan a más enfermeras/ros?
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