La Universidad Pablo de Olavide (UPO) de Sevilla ha dado un paso relevante en el ámbito de la innovación sanitaria tras obtener una patente europea para un sistema que permite saber, de un solo vistazo, cuándo una mascarilla deja de ser eficaz. Se trata de una solución sencilla, visual y pensada para resolver uno de los grandes problemas asociados al uso prolongado de estos elementos de protección: la falta de un aviso claro que indique cuándo deben ser sustituidos.
La invención ha sido desarrollada por el grupo de investigación OMEGAs, liderado por el profesor del Centro de Nanociencia y Tecnologías Sostenibles (Cnats) de la UPO José María Pedrosa, junto a los investigadores Javier Roales y David Rodríguez. El proyecto cuenta además con la colaboración del empresario sevillano José Antonio Rodríguez, quien ya ha iniciado los primeros pasos para su comercialización.
Según comparte la universidad en una nota, la tecnología patentada propone una solución práctica y fácilmente aplicable: un pequeño indicador que se adhiere a la superficie externa de la mascarilla. Este dispositivo incorpora un sistema químico diseñado para cambiar de color de forma irreversible tras un tiempo de uso previamente establecido. El proceso es claro y visible para cualquier usuario: el indicador pasa de un tono ligeramente amarillento a un color oscuro, lo que actúa como señal inequívoca de que la mascarilla debe ser reemplazada.
Uno de los aspectos más destacados del sistema es su versatilidad. Puede adaptarse a distintos tipos de mascarillas, como quirúrgicas, FFP2 o N95, así como a diferentes condiciones de trabajo, sin alterar en ningún momento sus prestaciones técnicas ni su capacidad de filtrado.
Una herramienta de bajo coste
El uso de una mascarilla más allá del tiempo recomendado reduce su capacidad filtrante y puede suponer un riesgo para la salud. Hasta ahora, no existía un método sencillo que alertara de forma clara y directa sobre este problema. En este contexto, el profesor Pedrosa subraya la importancia del avance: “El objetivo de esta patente es ofrecer una herramienta muy simple y de bajo coste que ayude a usar las mascarillas de forma más segura y responsable”. Y añade: “No basta con llevar mascarilla, es fundamental saber si sigue cumpliendo su función protectora durante todo el tiempo de uso”.
La explotación comercial de esta tecnología corresponderá a José Antonio Rodríguez, co-inventor de la patente, que ya trabaja en el desarrollo de los primeros prototipos y en la búsqueda de alianzas con empresas del sector sanitario y de equipos de protección individual. Esta colaboración entre la UPO y el tejido empresarial andaluz refuerza el papel de la universidad como generadora de conocimiento transferible, con un impacto directo y tangible en la sociedad.


