La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado sobre los riesgos para la salud que implica una práctica común durante el verano: aplastar cucarachas para eliminarlas. Con la llegada del calor, estos insectos proliferan y, en muchas ocasiones, son combatidos de forma casera. Sin embargo, según advierte el organismo, esta acción puede tener consecuencias sanitarias no siempre conocidas por la población.
El problema radica en que, al aplastar una cucaracha, su caparazón se rompe y libera partículas cargadas de bacterias al entorno. Estas partículas, que pueden permanecer en el aire, contienen agentes patógenos como estafilococos y estreptococos. La inhalación de estas bacterias supone un riesgo para la salud, especialmente en espacios cerrados o mal ventilados.
Entre las afecciones que pueden derivarse de este contacto figuran enfermedades respiratorias como el asma, además de alergias y trastornos gastrointestinales. La exposición también puede favorecer la transmisión de infecciones como la salmonelosis, la fiebre tifoidea o la disentería, según ha detallado la OMS.
Métodos adecuados
Frente a esta situación, la organización advierte que evitar matarlas por temor o repulsión puede resultar contraproducente, ya que permitiría la expansión de la plaga. Las cucarachas, que poseen una notable resistencia física, pueden sobrevivir sin alimento durante semanas y soportar presiones muy superiores a su peso. Por ello, se recomienda actuar con cautela y emplear métodos adecuados para erradicarlas.
Para hacer frente a una infestación, la clave está en identificar el foco del problema y reducir los elementos que favorecen su presencia, como restos de comida o humedad. Entre las soluciones recomendadas se encuentran las trampas y cebos, además del uso de servicios profesionales de control de plagas, especialmente en casos más severos.


