A pesar de comparecer con casi media hora de retraso respecto al horario previsto, un mes respecto al calendario anunciado, Juanma Moreno recibe una ovación contundente en el salón de actos del hotel Q (Tiempo Libre en dialecto gaditano).
Cabe pensar que los aplaudidores habrán leído el libro y les habrá gustado. Al contemplar las primeras filas queda claro que se trata de apoyo preventivo, interesado.
Son sus compañeros de partido, los alcaldes de Cádiz y Jerez, la presidenta de la Mesa del Congreso, el rector, la presidenta de Diputación, conmilitones todos.
Muchos de esos ruidosos partidarios estaban esperándole hace apenas seis años para rajarle la garganta -en términos políticos o electorales- y ocupar su sitio si no ganaba las elecciones autonómicas pero eso, según admite el autor, pasa en cada casa. Además, está en otro capítulo.
Juan Manuel Moreno Bonilla. Juanma para los suyos. Moreno Bonilla -muy de árbitro- para los oponentes presentaba en Cádiz su libro autobiográfico, Manual de convivencia (Espasa, 260 páginas).
Resulta inusual que un dirigente político publique sus memorias y reflexiones, entre políticas y personales, aún en el ejercicio del poder. Menos aún cuando apenas ha superado los 50 años. Es muy habitual pero tiempo después de salir del cargo y cuando se asoman, al menos, los 70 tacos.
Conjunto de precocidades
Juanma también es peculiar en eso. Un inesperado de la política que ganó contra pronóstico, incluso de los propios, y sin embargo parece consolidado -hasta que los cribados y Vox aparecieron- con una mayoría absoluta cimentada en la imagen de mesura, de bondad machadiana.
El libro precoz -como el aplauso, como su insospechada llegada a la Presidencia de la Junta- contiene el mismo objeto que todas estas memorias: mostrar la cara que no se ve en los informativos, los mítines y en las campañas, "la que no cabe en esos 20 segundos de radio o televisión".
La presentación, por tanto, debe ser acorde. Comparte escenario y diálogo con un gran conocido del público gaditano y andaluz, José Guerrero Yuyu, comunicador, humorista y, antes que nada, chirigotero.
Los paralelismos están servidos. Juanma le pregunta por el origen de su apodo y juegan a comparar los nervios de una noche electoral con los de una final en el Gran Teatro Falla. Los símiles serán constantes.
"Si quieres te subes a perrear"
El momento más pertinente, si de cercanía se habla, aparece en el público y Juanma -todavía no toca usar los dos apellidos- demuestra unos reflejos gatunos para improvisar.
No estaba preprado. Si lo estuviera, habría que pensar que Aaron Sorkin o Woody Allen están en su equipo de asesores. Suena, muy fuerte, el tono de un teléfono móvil en la cuarta o quinta fila. Es una canción de reguetón o similar, derivado electrónico de salsa que ahora triunfa.
El acto se detiene y todo el mundo mira al dueño del cacharro. Es el veteranísimo militante popular gaditano Antonio Grimaldi. "Antonio, no me sorprende que te suene el móvil, lo que me sorprende es que tengas esa canción como tono de llamada".
Las carcajadas toman el auditorio. Pero es que a los 30 segundos le suena otra vez, la misma canción y a todo trapo. "Antonio, si quieres te subes al escenario a perrear". Más carcajadas. Ni ensayado hubiera salido mejor. Oportuna relajación a espuertas.
Porque el objeto del acto, como el de cualquier publicación de este género, es mostrar el aspecto más íntimo e individual del autor, no del dirigente político, recordar al lector que tiene miedo, hijos, hambre, padres, dudas, soledades y mascota.
También pequeñas debilidades y grandes fortalezas de carácter, afirma. Alguna espina clavada, una bronca de Montoro, un consejo de Rajoy, media docena de traiciones. Que suda, estornuda, se cansa y maldice como todo el mundo. Por si alguien lo ponía en cuestión.
A la salida del acto se forma una cola con más de cien personas que esperan la firma, la dedicatoria del autor. Está sentado reglamentariamente en una mesa tras la que tendrá que conversar, cortésmente, medio minuto por cabeza tras preguntar ¿para quién?.
Antes de comprar el libro, los hipotéticos lectores han atendido a una explicación del escritor. A ratos fue Moreno Bonilla el que hablaba, por momentos, el otro. Lamenta que "la concordia ha desaparecido, como el respeto, la educación entendida como buenas maneras en el debate".
"La política se ha convertido en mucha bronca, en mucho ruido. Ha cambiado porque toda la sociedad ha cambiado. Los valores y los principios son otros. Los políticos parecen ahora muy moldeables, demasiado pendientes a la opinión de las redes, a que cambien unos votos".
Aún con su perfil más político, menos personal, menciona a "Rubalcaba" como un oponente con el que se podía debatir y acordar. Cita a Pepe Mujica y a Julio Anguita, "en la otra orilla por ideología pero a los que admiré y respeté mucho por coherencia, por vivir como pensaban".
Lanza un mensaje positivo pero menos, saca el perfil político y guarda el de Juanma. Quizás la cordialidad, esa convivencia del título, pueda volver: "Es posible, tengo esperanza. Pero eso pasará cuando Sánchez desaparezca políticamente".
"Es posible que la cordialidad pueda volver a la política, tengo esperanza, pero eso pasará cuando Sánchez desaparezca democráticamente. Es demasiado polarizante"
"Cuando Sánchez salga, democráticamente, en ese momento, pueden volver a darse acuerdos porque ahora es imposible, es una figura demasiado polarizante". Queda claro que, de repente, es Moreno Bonilla el que habla.
En términos carnavalescos, recuerda su inicial triunfo electoral. Tras explicación de Yuyu, lo califica, por inesperado, como "un pelotazo, aunque fue muy trabajado, estaba bien pensado, no fue una casualidad. Y luego hubo que trabajar mucho, Vox y Ciudadanos ni se hablaban".
Para alcanzar esa victoria previa y la posterior mayoría absoluta, tuvo que pasar por momentos que recuerda como "difíciles, de soledad. Llegaba a un hotel de un pueblo, en campaña, un sábado por la noche, y te llamaban la familia y los amigos de tu pandilla, de Madrid o de Málaga".
"Ellos estaban viviendo momentos juntos, felices y tú estabas allí, sólo. Además, muchos te decían que el esfuerzo era para nada, que no ibas a ganar. A veces te desanimabas ¿qué hago yo aquí? ¿me estoy dando contra una pared? ¿los mejores años de mi vida para qué?".
Asegura que su obstinación "de tauro" le salvó. "Cuando quiero algo, soy muy persistente". Admite que las dudas, cuando no el rechazo, en su propio partido le dolía más que cualquier otra crítica externa.
"¿Si lo hubiera vuelto a intentar si no ganaba las elecciones? Es que en mi partido no me habrían dejado, me habrían echado. La situación interna era muy particular"
"Es tu familia política y cuando no hay confianza, o hay desconfianza, te toca en la autoestima, en el orgullo".
Cuando Yuyu le pregunta si habría vuelto a intentar ganar las autonómicas si hubiera fallado se arranca con sinceridad: "Es que en mi partido no me habrían dejado. Me habrían echado. La situación interna por entonces era muy particular".
Recuerda un consejo de Rajoy, en el coche oficial del presidente del Gobierno. "Tienes que pensar lo que tienes que pensar y leer lo que tienes que leer". Pura filosofía mariana. "Lo que venía a decir es que no me torturara". Llega a imitar por unos segundos el habla del ex mandatario gallego.
Le hizo caso y recuerda que a la salida del pleno de investidura como presidente "en vez de medir uno setenta y pico, de tener los ojos marrones, me pareció que medía 1,90 y los tenía azules. Algo había cambiado. Te miran de otra manera".
Ídolos, goles y temores
Entre las confesiones personales, ya de nuevo se aparece Juanma, se declara admirador de John Fitzgerald Kennedy, "quizás porque fue la primera biografía política que leí, ni con 20 años".
El norteamericano de ascendencia irlandesa lo tenía todo: "El carisma, el presidente más joven, el primer católico, asesinado, todo era mítico. Sólo gobernó tres años pero vivió la crisis de los misiles, aplicó las primeras medidas contra la segregación racial".
Estas presentaciones corren el riesgo de convertirse en una antología de spoilers y alguien habrá por ahí que tenga interés en descubrir los entresijos del libro, en regalarlo y compartir su contenido. Que tenga material por descubrir.
Para resumir, como haría un equipo de publicitarios en una de esas irritantes fajas sobre la portada, Juanma se declaró practicante de la meditación diaria.
"No es fácil, hay que practicar, entrenar, como el ejercicio, poco a poco, cada día pero se la recomiendo a todo el mundo. Ayuda a parar toda esa charla infinita que llevamos en la cabeza, el pensamiento que va saltando de un lado a otro. Sirve para estar mejor, con uno y con los demás".
En su historial personal tiene el mérito de pertenecer al pequeño grupo de españoles que no vio el gol de Andrés Iniesta en Suráfrica el 11 de julio de 2010: "Mi padre era muy futbolero, mucho, estaba muy mal, atacado de los nervios en la prórroga. Le dije que le tenía que dar el aire, que saliéramos".
"Nos fuimos a dar un paseo. Apenas ocho días antes le habían diagnosticado un cáncer de colon, muy avanzado, con metástasis, la detección fue muy tardía, desgraciadamente. Tuvimos una conversación de padre a hijo que nunca olvidaré. Me perdí el gol por un buen motivo".
"Mi padre siempre decía que no quería morirse sin ver a España campeona del mundo de fútbol y a su hijo presidente de la Junta de Andalucía. Lo primero lo consiguió"
"Escuchamos un grito tremendo, una explosión, de lo más fuerte que recuerdo haber oído en mi vida, salió de todas las casas a la vez. Supimos que había marcado España y volvimos".
"Siempre decía que no quería morirse sin ver a España ganar un Mundial y sin ver a su hijo presidente de la Junta de Andalucía. Lo primero, lo consiguió".
Crítico con las redes sociales, "hay mucho odio y me preocupa por la gente joven, más que por nosotros que ya tenemos una experiencia y nos podemos apartar", teme a las fake news: "Son un enemigo mortífero de las democracias, que están en retroceso en todo el mundo".
"En las redes sociales hay mucho odio y me preocupa por la gente más joven, más que por nosotros que ya tenemos una experiencia"
La pandemia por Covid es lo "más grande y lo más difícil" que ha vivido como político. "Nadie sabía qué hacer, ni los científicos, ni los políticos, nadie sabía cómo actuar, todo se paró, la política, la gestión, todo, porque había que salvar vidas".
Si tuviera que añadir un capítulo a su libro en una futura edición -el presentador se la puso botando- añadiría reflexiones y comentarios sobre cómo vivió "la crisis de los cribados de cáncer de mama".
"Se han dicho muchas cosas sin rigor ni seriedad y se ha dañado la imagen de unos profesionales magníficos que forman el sector sanitario en Andalucía".
Como buen relato literario, el acto tenía estructura circular, terminaba donde empezó. Las protestas por la crisis de los cribados provocaron el aplazamiento de la presentación un mes antes en Cádiz y ese tema cerraba su intervención. Buen guion.
