Encarna Alés, de 74 años, no sabe leer ni escribir. Vecina de Linares (Jaén), es una de las muchas niñas de la posguerra que sufrieron la pobreza extrema y la desigualdad absoluta de género. En una familia humilde, con el único sueldo de su padre, minero, y con siete hermanos más, Encarna, como el resto de las niñas de la familia se veía obligada a quedarse en casa, echando una mano o trabajando, mientras que los varones sí podían permitirse el por entonces lujo de ir a la escuela. La hoy anciana, cuando solo contaba con ocho años, trabajaba en un obrador y cobraba en especie: un mendrugo de pan al día que ni siquiera probaba porque iba destinado a sus hermanos más pequeños.
En estos días, Encarna se ha hecho famosa. También uno de sus nietos, Pedro, que hace unos días publicaba un tuit que se haría viral a las pocas horas: “La agenda de teléfonos de mi abuela. Una tarea que llevo haciendo 20 años y no la puede hacer nadie más. Porque ella no sabe leer, pero entiende perfectamente mis dibujos. Nos lo pasamos en grande actualizando la agenda”.
La bonita y curiosa historia se remonta a cuando Pedro tenía unos diez años. Su padre le facilitó a su abuelo un archivador de tarjetas de visitas con diferentes teléfonos, a modo de listín telefónico. Sin embargo, Pedro se dio cuenta de que eso, a su abuela, no le servía. Hablando con ella, un día idearon un método que le permitiera ser autónoma, que no necesitase consultarle a su marido tal o cual teléfono. Un dibujo que asociara a cada persona o institución acompañaría a su número: El de la Cruz Roja se representaría con una cruz; el de la peluquera, con unas tijeras y unos peines; el de la modista, con una mujer cosiendo; el del técnico de la antena, con una televisión... Y así decenas y decenas de números acompañados con sus respectivos dibujos.
“Yo siempre he intentado pasar mucho tiempo con ella y de esas conversaciones ideamos el sistema y pensamos que sería una buena idea”, explica Pedro, que no se imaginaba que 20 años después se hiciera famosa la agenda de su abuela. Actualmente está compuesta por unos cuarenta números con otros tantos pictogramas, número que sube o baja dependiendo de la época, puesto que se va renovando cada cierto tiempo.
Encarna se ha mostrado muy sorprendida con la trascendencia que ha tenido su agenda, ya que en los últimos días han sido diferentes los medios de comunicación que han dado a conocer su historia y la de Pedro. “Se lo ha tomado bien. Ella tiene conocimiento de las redes sociales porque tiene muchos nietos y conoce el funcionamiento de esto, pero está muy sorprendida porque hoy la casa estaba llena de periodistas para que le contasen la historia”.
La anciana ha intentado aprender a leer varias veces, ya fuera gracias a su marido o por sus hijos, pero “no ha habido forma”, cuenta Pedro. Sin embargo, señala que “ahora tampoco es una cuestión vital para mi abuela saber leer, porque ha desarrollado otras facetas, como la de la memoria, que la tiene muy desarrollada. El otro día, por ejemplo, íbamos al súper y ella sabe perfectamente cuál es la leche semi desnatada por el color del bote. Y así le pasa con otros muchos productos”.
Pedro, responsable de comunicación de IU en Andalucía, vive en Sevilla y debido a su trabajo no puede ver tanto como quisiera a su abuela. Pero cada vez que hay un puente o coge vacaciones no duda en volver a Linares para verla y, de paso, añadir un nuevo número a su original agenda.
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