El Mediterráneo ya no es seguro: Ucrania ataca a un petrolero ruso a más de 2.000 kilómetros del conflicto

El curso de la guerra puede cambiar tras llegar a aguas internacionales. La incertidumbre está ahora en cómo responderá Rusia

Imagen del ataque de Ucrania.
19 de diciembre de 2025 a las 23:41h

Un dron ucraniano ha alcanzado un petrolero ruso a más de 2.000 kilómetros del frente, en aguas internacionales del Mediterráneo, un escenario que hasta ahora parecía fuera del alcance del conflicto bélico. Este incidente marca un giro en la estrategia de Ucrania, que ahora parece dispuesta a atacar objetivos clave de Rusia en rutas comerciales de relevancia estratégica para Europa, Oriente Medio y África. El Quendil, el buque atacado, forma parte de la llamada flota de la sombra, un conjunto de barcos utilizados por Moscú para evadir sanciones y seguir financiando su guerra mediante la exportación de crudo y derivados. La operación, que ha dejado daños críticos en el casco del buque, pone de manifiesto la creciente volatilidad del conflicto, con un claro mensaje a Rusia sobre la extensión de sus vulnerabilidades.

Según informaron fuentes ucranianas, el ataque fue ejecutado por la unidad Alfa del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), un equipo de élite especializado en operaciones de alta precisión. Aunque el SBU ya había llevado a cabo ataques similares en el Mar Negro y en puertos rusos, esta es la primera vez que se realiza una operación de tal envergadura fuera de las aguas cercanas a Ucrania. El dron utilizado en el ataque fue de largo alcance, lo que implica una capacidad logística avanzada y el empleo de inteligencia satelital para localizar el objetivo. El ataque, lejos de ser una simple acción militar, tiene objetivos estratégicos, políticos y simbólicos muy claros. Tal como afirman los analistas, “este es un mensaje directo a la capacidad de Rusia de operar con impunidad en el Mediterráneo y más allá”.

Un golpe con implicaciones geopolíticas

El ataque podría tener graves repercusiones geopolíticas. Al tratarse de un objetivo clave para el suministro energético de Rusia, este ataque pone en evidencia que Kiev ya no se limita a atacar en zonas de combate tradicionales, sino que ahora tiene la capacidad de interrumpir las rutas comerciales vitales para su enemigo. En términos de seguridad marítima, el Mediterráneo, una de las principales rutas de transporte de crudo, ya no es un territorio seguro para los petroleros rusos. Los analistas advierten que este tipo de operaciones podría marcar el comienzo de una nueva fase en la guerra, donde los activos energéticos rusos se convierten en blanco directo de las fuerzas ucranianas.

El golpe al Qendil subraya una nueva dimensión en la guerra, no solo militar, sino también energética. Si antes los ataques ucranianos se habían centrado en objetivos dentro del territorio ruso o en el Mar Negro, ahora los intereses rusos en el Mediterráneo están bajo amenaza. Este cambio de estrategia amplía el alcance del conflicto, convirtiendo las rutas comerciales internacionales en zonas de alta tensión. Con la guerra cada vez más vinculada a cuestiones energéticas, la seguridad energética en Europa y otras regiones podría verse comprometida, lo que aumentaría el riesgo de escalada y nuevos frentes de enfrentamiento.

La incertidumbre ahora se centra en cómo Rusia responderá a este ataque, que marca un antes y un después en la guerra. El Mediterráneo siempre se ha considerado una región relativamente alejada de los combates directos, pero este ataque demuestra que la guerra no tiene fronteras. Moscú, que ya ha demostrado estar dispuesta a escalar el conflicto en diversas ocasiones, podría optar por represalias, aunque también corre el riesgo de aumentar aún más la presión sobre sus propios recursos energéticos. La gran incógnita es si las potencias europeas, aliadas de Ucrania, estarán dispuestas a asumir los costos diplomáticos y estratégicos que podrían derivarse de la intensificación de la guerra en estas aguas.

Lo ocurrido con el Qendil marca un punto de inflexión en el conflicto, ya que por primera vez se ha atacado un activo energético ruso fuera del alcance de los frentes de batalla tradicionales. La estrategia ucraniana de expandir sus operaciones a niveles globales representa un desafío directo a la capacidad de Rusia de operar con tranquilidad en el Mediterráneo. A partir de ahora, los petroleros rusos, como los vinculados a la flota de la sombra, podrían enfrentar un escenario de inseguridad constante en zonas hasta ahora consideradas fuera de la órbita del conflicto.

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Rubén Guerrero

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